Los $2.000 de Débora | El Nuevo Siglo
Miércoles, 11 de Enero de 2017

Con  el nuevo año llego  la circulación de los billetes de dos mil que registran la imagen de la inmortal  artista antioqueña, Débora Arango Pérez. Sentido reconocimiento a una de las más destacadas figuras del arte colombiano y con mayor razón por tratarse de una representante excéntrica del sexo femenino que conjugó la originalidad de su arte con la concepción anárquica de su visión política, motivo este por el cual fue víctima de la persecución de factores de presión que se sintieron aludidos en las figuras expresionistas concebidas en el estilo particular de esta única héroe del pincel revolucionario.

Débora  tuvo el valor de romper con el paisaje impresionista y mirar hacia adentro la condición humana. Naturalmente que esa actitud en una mujer no podía ser de buen recibo y ese fue el motivo para que  el  dictador español Francisco Franco, seguramente no por su mensaje político en sí, ordenara clausurar la exposición que la colombiana quiso realizar en el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid en 1955. Estimó el aberrado falangista que era un arte pornográfico y apelo a las teorías victorianas para censurar la muestra de arte.  

Diosa, tu             Armoniosa                    Pintora

Estilo es              Remembranza,             Eficiente

Belleza                Añoranza                      Radiante

Original,              Novedosa,                    Espectacular y

Revolucionaria    Grandiosa                    Zagala

Angelical             Ordenanza.

Este es el acróstico  que  Helen Fares escribe en el homenaje que rinde a la huésped de “Casablanca”, el refugio de la artista “que la libertad devora en Antioquia, Envigado, El Poblado  Bello y Colombia”, con discurso pictórico que la hace merecedora del reconocimiento que ahora circula en manos del pueblo raso: un billete de $ 2.000, impreso para alabar a la mujer que  gritando con colores que del Arco Iris extrae  denuncia la injusta historia de la  miseria de su pueblo colombiano.

Curioso resulta que sea una ciudadana libanesa, nacionalizada en Colombia, quien celebre que la imagen de Débora llegue a manos de su pueblo y sea esta figura en adelante una remembranza del pasado, presente y futuro de una nación que más sabe del arte extranjero,  que del elaborado por sus propios paisanos.

 

De su vida hay lecciones que aprender, especialmente el haber tenido el valor y carácter suficiente para romper con la dictadura intelectual que a las mujeres de su época aplicaba la “moral” mojigata y hacerlo con el talento y la inspiración de la belleza desnuda y cruda de su imaginación humana. La censura y las críticas que soportó desde cuando niña cabalgaba como amazona dieron ejemplo a las pocas “parceras” que después de su aparición siguieron sus pasos. Ojala que el billete sea una evocación popular a su gloria, que sea esta invocación un símbolo para que ahora se divulgue su obra, pues más vale tarde que nunca, así como desde esta columna, en el 2003,  se le reclamó a la autoridad cultural el reconocimiento que ahora se concreta y que Helen revive con entusiasmo: gracias señora Fares