Pesimismo rodea cita Gobierno-Eln en Quito | El Nuevo Siglo
Martes, 3 de Enero de 2017

El proceso de paz entre el Gobierno y la guerrilla del Eln parece una bicicleta estática, en donde las partes dicen que ‘pedalean y pedalean’ para destrabarlo, pero no logran el más mínimo avance. De allí que la expectativa sobre lo que pueda pasar el próximo 10 de enero, cuando se volverán a sentar cara a cara en Quito, sean pocas.

Desde el mismo momento cuando en marzo de 2016, se anunció que tras varios años de diálogos confidenciales por fin se tenía una agenda de negociación, se sabía que el tema del secuestro había quedado en una especie de limbo, en donde cada parte podía hacer una libre interpretación de los compromisos y condiciones al respecto.

Mientras el Gobierno insiste en que es condición inamovible que el Eln libere a todas las personas secuestradas y se comprometa a no incurrir de nuevo en este delito, la guerrilla replica que esa es una “imposición unilateral” que no está dispuesta a aceptar.

Lo cierto, entonces, es que desde el pasado 27 de octubre, cuando se frustró el último intento de instalación de la Mesa de Negociación en Quito, a hoy, la contradicción entre las partes no ha aminorado. Todo lo contrario, cada una se ha afincado en su postura, en tanto que la confrontación militar ha ido escalando en distintas partes del país.

Una prueba de lo anterior es lo que ha ocurrido en la última semana. El jefe negociador gubernamental, Juan Camilo Restrepo, ha recalcado que el Eln tiene que liberar no sólo al exparlamentario chocoano Odín Sánchez, sino al resto de cautivos en su poder. También reiteró que esa guerrilla tiene que remitir los nombres de dos guerrilleros presos que cumplan las condiciones que exige la ley para ser indultados y designados como “gestores de paz”. Lo que se sabe es que la facción insurgente sí ha remitido nombres, pero se trata de subversivos que no pueden ser excarcelados por estar procesados o condenados por delitos graves.

Incluso Restrepo dejó entrever el lunes pasado que al Gobierno se le podría acabar la paciencia con los elenos. “Hay vías democráticas de la paz y eso se está buscando. El Eln no debe desaprovechar el momento y la ventana como se ha dicho, que está abierta y así lo quiere el Gobierno, no estará abierta indefinidamente”, dijo el jefe negociador, en una declaración que varios analistas y sectores políticos calificaron como el preludio de un posible ultimátum, que se concretaría prontamente si persiste la intransigencia guerrillera y no hay humo blanco el 10 de enero. 

“Solo quiero reiterar que la devolución de Odín Sánchez en buenas condiciones es un requisito indispensable para que el Gobierno se siente formalmente en la mesa de negociación, esto no es nuevo, pero quiero reiterarlo. El único responsable de la integridad y la devolución de un rehén como Odín Sánchez son los guerrilleros del Eln”, fue enfático Restrepo.

La táctica del cansancio

Sin embargo, en la otra orilla no parecen tener eco las advertencias gubernamentales y, por el contrario, se confía en que, al final, el Ejecutivo, urgido de acelerar este proceso de paz, terminará cediendo en sus condiciones y facilitando la instalación de la Mesa. Es una especie de ‘táctica del cansancio’.

Por lo menos así se desprende de las declaraciones del Comando Central del Eln (Coce), la semana pasada en su ‘saludo’ de navidad y año nuevo. "El Eln aspira a que el 10 de enero se flexibilicen posturas de las partes y se llegue a un acuerdo sin imposiciones unilaterales", indicó esa facción.

Agregaron que "pese al clima difícil y contrario a la paz, acudiremos puntualmente a la cita entre las dos delegaciones, el 10 de enero, en Quito".

¿Y los mediadores? 

Como es apenas obvio, desde muchos sectores se preguntan cuál es el papel que los países garantes y acompañantes del proceso, como Venezuela, Ecuador, Cuba, Noruega, Chile y Brasil, han realizado para tratar de destrabar esta crisis que podría completar en marzo próximo un año.

Según conoció EL NUEVO SIGLO, los delegados de esos países sí han gestionado posibles alternativas de solución al congelamiento de la Mesa, pero sus oficios han sido infructuosos porque ninguna de las partes quiere ceder en sus inamovibles.

“… Los países garantes y acompañantes han hablado con las partes y buscado fórmulas para destrabar el proceso, pero ninguna mediación funciona cuando las partes en litigio no quieren ceder…”, dijo un dirigente colombiano que ha estado muy cerca de este proceso.

Escalada bélica

Lo cierto es que mientras la contradicción se profundiza en materia de proceso de paz, la guerra sí se ha escalado entre Gobierno y Eln.

Esa guerrilla ha incrementado en los últimos meses su accionar bélico y terrorista, con ataques a estaciones y patrullas militares y policiales, asesinato de uniformados mediante francotiradores, atentados a oleoductos, bloqueos viales, instalación de campos minados, reclutamiento forzado de menores de edad e incluso un acto criminal la semana pasada en Bogotá que dejó un joven auxiliar de la Policía muerto y cinco uniformados heridos.

La Fuerza Pública, a su turno, ha golpeado también duramente a varios frentes de esa guerrilla en distintas partes del país, como la captura días atrás de más de 20 integrantes del Eln en Bolívar y el abatimiento de varios cabecillas de cuadrillas y frentes en el oriente del país.

Incluso, el propio  comandante de las Fuerzas Militares, general Juan Pablo Rodríguez, no descartó la posibilidad, si se dan las circunstancias de modo, tiempo y lugar, de intentar un operativo de rescate de Sánchez.

¿Qué puede pasar?

Frente a todo lo anterior es claro que el panorama para el próximo 10 de enero no es muy optimista. Es evidente que el Gobierno no puede reversar un centímetro en la exigencia al Eln para que libere a los secuestrados, sobre todo a Sánchez. 

Si llegara a flexibilizar esta condición el presidente Santos, que ya tiene al país dividido y polarizado por el acuerdo de paz firmado con las Farc, podría enfrentarse a reacción negativa en cadena de muchos sectores, que ya están urgiendo a la Casa de Nariño que tome una postura más radical con una facción insurgente que hasta en Bogotá está atacando. Incluso se ha propuesto que pida al gobierno venezolano que cese el refugio a la comandancia subversiva, como un mecanismo de presión para que negocien.

Con la debilidad política del Ejecutivo y la baja popularidad del Jefe de Estado, agravada por temas como el bajo reajuste del salario mínimo, la crisis económica y la drástica reforma tributaria que entró a regir este 1 de enero, es claro que Santos no tomaría el riesgo que significaría instalar la Mesa sin tener a los secuestrados en libertad.

Pero el Coce parece no estar dispuesto a ceder por más ultimátum que reciba. Para muchos analistas su intransigencia en este asunto de Sánchez, los “gestores de paz” y la ofensiva militar y terrorista, no es más que una táctica de negociación para mostrarse fuerte en la Mesa y obtener más cesiones políticas, judiciales, económicas y judiciales que las dadas a las Farc en el acuerdo de paz firmado semanas atrás, refrendado por vía legislativa y ya en proceso de implementación normativa.

Por eso mismo es que de Sánchez apenas si da pruebas de supervivencia, y si bien el sábado pasado liberó al empresario Octavio Figueroa, quien estaba en su poder desde marzo, la familia de la víctima confirmó que tuvieron que pagar por su devolución con vida.

También parece claro que el Gobierno no va  a ceder a la exigencia guerrillera de pactar de entrada un cese al fuego bilateral.

Aunque se supone que hay un acuerdo para iniciar la discusión en la Mesa con dos asuntos paralelos (punto 1 de la agenda, referido a la participación de la sociedad civil en el proceso, y la búsqueda de medidas para reducir la intensidad del conflicto armado), a esa instancia sólo se podrá llegar si se supera el pulso por los secuestros y la designación de los dos “gestores de paz”.

Visto todo lo anterior, queda patente porque las esperanzas de cara a la cumbre del 10 de enero no son las más altas. Todo lo contrario, a menos que ocurra algo de última hora, ese día lo único que pasaría es que las partes ratifiquen sus respectivos inamovibles.