Esta semana Bogotá cumplió 10 meses desde que se instauró la primera medida de aislamiento con el "Simulacro por la vida", que comenzó a regir el 20 de marzo a la medianoche. EL NUEVO SIGLO conversó con el director del Departamento de Ingeniería Biomédica de la Universidad de los Andes, Juan Manuel Cordovez, quien analizó las lecciones que dejó el año pasado y habló de las proyecciones que hay para este 2021.
EL NUEVO SIGLO: Cuando el covid-19 llegó a Colombia, ¿qué tan previsible era el escenario y qué tanto se acercaron las primeras proyecciones a lo que terminó siendo la realidad?
JUAN MANUEL CORDOVEZ: A comienzos del año pasado había un consenso mundial, cuando se declaró la pandemia, de que la situación podría durar bastante. Había mucha incertidumbre frente al número de países que serían impactados porque se desconocían muchísimas cosas sobre el virus y en un comienzo se especuló sobre todo por el tema del clima.
Hubo mucho desconocimiento frente a la verdadera magnitud de la situación pero, se aprendió relativamente pronto, que esta enfermedad enviaba gente a las unidades de cuidados intensivos y este era un recurso limitado y por eso creo que la primera gran lección fue que la dinámica de transmisión debía ser controlada cuanto antes.
No obstante nadie hubiera podido pensar que 12 meses después tuviéramos un nivel de avance tan pequeño, y creo que muchas personas creyeron que la pandemia podría resolverse en el transcurso del 2020 y ya vimos que no fue así.
ENS: Usted acaba de referirse a “un nivel de avance de la enfermedad pequeño”. ¿En qué porcentaje podríamos decir que hemos avanzado respecto al virus?
JMC: Diferentes ciudades y zonas rurales del país van en niveles de avance supremamente disímiles. Hay ciudades que están notablemente más avanzadas que otras como Montería, Leticia y Barranquilla. Hay algunas que tienen un avance intermedio como Medellín, Cali y Bogotá, y otras ciudades están dando los primeros pasos como Ibagué, Neiva y Pasto.
Cada ciudad va a su ritmo. Ahora, uno podría promediar estas cifras y pensar de un porcentaje de avance en el país de alrededor del 30%. La cifra es descorazonadora porque después de 10 meses pensar que hemos avanzado apenas una tercera parte del camino es difícil. Pero hay lugares en donde el avance es mayor y por lo menos la mitad del país podría llegar a la inmunidad de rebaño más pronto.
ENS: Bogotá determinó el ritmo que le dio el Gobierno nacional al manejo de la pandemia. No obstante, en retrospectiva, ¿el "Simulacro por la vida" que se instauró el 20 de marzo fue a tiempo?
JMC: La respuesta va a ser injusta porque uno responde con la información que ya se ha recolectado y con mucho más conocimiento frente al covid-19, pero efectivamente fue una decisión que se tomó muy temprano.
Haber puesto esa cuarentena estricta en la ciudad realmente fue una medida desproporcionada a la situación epidemiológica de Bogotá en su momento. Hubiera bastado con inventarse alguna fórmula como la que se implementó después del primer pico, con los esquemas del 4X4 de optimizar por horarios el número de encuentros de personas en la ciudad.
Pero realmente sería injusto decir que se obró mal porque en ese momento se desconocía mucho sobre el virus y tal vez lo que pudo ser un desastre no lo fue gracias a ese encierro. Podríamos haber visto un desborde temprano de las UCI como lo vimos en Guayaquil o Manaos en América Latina.
ENS: La ciudad tuvo en un año cuarentenas por UPZ, por localidades, por grupos de localidades y los cierres totales. Epidemiológicamente hablando, ¿sirvieron todas las formas de confinamiento que se instauraron?
JMC: Eventualmente habrá una vacuna que protegerá la vida de las personas que no llegaron a contagiarse. Todas las medidas que se implementaron y que desaceleraron el proceso de contagio habrán logrado que, cuando la vacuna llegue, la causa de muerte de esas personas no será el covid-19. En ese sentido habrán valido la pena.
No obstante esta es una pregunta difícil porque hay otras unidades de medida además de los fallecimientos, y algo que ya es muy claro es que esta pandemia tiene dos caras: la epidemiológica y la económica y social. Entonces si tu me pides una pregunta más holística que no solo contemple el factor epidemiológico, tal vez esas cuarentenas no necesariamente fueron, a largo plazo y en retrospectiva, la mejor estrategia. Sobre todo las estrictas.
ENS: La metodología de cupos y de costos que se asignó cuando se abrió la ciudad, viendo hacia atrás, ¿funcionó?
JMC: El ejercicio del cupo y del costo epidemiológico apoyado en las modelaciones matemáticas, permitió calcular y establecer el impacto de una actividad económica en término de números de UCI que se generan por hora, día o semana. Ese modelo nos permitió proponer un esquema de funcionamiento distinto, de nueva normalidad, que apuntaba a que la ciudad funcionara minimizando el riesgo de contagios.
Entonces este ejercicio de separar a la ciudad por actividades económicas, casi 15, nos ayudó a determinar qué podía funcionar y qué no, como hacer deportes que, aprendimos, no le cuesta nada a la ciudad en términos epidemiológicos, son de súper bajo riesgo pero sí le ayudan a la salud mental y física de las personas. Entonces yo creo que funcionó muchísimo porque le dio cupo a todo el mundo, pero de manera inteligente.
ENS: ¿Se seguirán dando picos por el resto del año, aún con la vacuna?
JMC: Si es cierto que la enfermedad repite, y si llega a ser cierto que hay una nueva cepa circulando, seguramente seguirán habiendo picos y de tamaños considerables. Ahora, la vacuna no reduce el contagio; reduce la mortalidad. Es muy posible que haya una tercera ola en presencia de la vacuna, pero su letalidad será mucho menor que las dos anteriores porque la vacuna ya estará aplicada al número que más ha aportado, el número de muertes.
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ENS: Bogotá está atravesando un segundo pico. ¿Sí estaba en las cuentas y por qué ha sido más severo?
JMC: El segundo pico sí era algo que se había predicho y sobre lo cual los modelos habían informado. Siempre se esperó para el mes de diciembre, basado en la curva epidemiológica que se trazó desde marzo. Tarde en noviembre, los modelos comenzaron a mostrar que el pico no iba a aparecer en diciembre sino que se corría para enero pero qué pasó: hubo mezcla entre los grupos de personas.
Cuando no hay mezcla, la transmisión del virus tiende a entrar en un estado de letargo y por eso Bogotá se montó en una especie de meseta, que hizo que el pico se corriera a enero en los modelos matemáticos.
Lo que sucedió en diciembre (y también era predecible), es que la gente se remezcló en diferentes actividades sociales. La gente visitó a los amigos y familiares que no vieron en todo el año y esas mezclas despertaron muchísimo el contagio.
Adicionalmente, es cada vez más claro que la gente se puede volver a contagiar dependiendo del grado de gravedad con que le dio; entonces esa idea de que te da covid-19, desarrollas defensas y ya quedas por fuera de la cadena de transmisión: no es tan cierta. La suma de estos dos factores dio como resultado una tormenta perfecta.