Lo canales de televisión y en general los medios de educación le están haciendo mucho daño a la educación. Presentan al covid como un castigo divino y no como una pandemia. Titulares como “mujer pone en riesgo a 135 pasajeros, porque encontraron un caso positivo en un avión”, además de falsos resultan confusos para la sociedad. Y así arrastran con el sector turismo, de viajes y también con la educación. Por siembran en la sociedad el miedo de que el Covid es igual a camas UCI y muertes dramáticas. Cuando las estadísticas evidencian que solo el 1.5% de los contagiados fallecen y un 4% requieren de atención hospitalaria compleja.
En la mayoría de los países de lo que conocemos como primer mundo: sobre todo en Europa, Japón y China. La educación es una política de Estado estratégica. No se cierra de forma indefinida, ni siquiera en pandemia. Se hacen cierres en momentos de pico de contagio, se implementan protocolos, pero no se cancelan las clases. Garantizar la educación de la población es tan importante como los servicios de salud o de seguridad.
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Para dichos países es tan grave como si en Colombia dijéramos que uno o dos contagios en la policía y vamos a cerrar todas las estaciones de policía del país. Eso es imposible, se considera un servicio vital. Sin embargo, la situación en Colombia evidencia que la educación no es un rubro estratégico, ni fundamental para el país.
Se ha convertido es una lucha de fuerzas, en ver Fecode que beneficios obtiene con la pandemia, que “ganancias” tiene, parece que lo que menos interesa son los estudiantes. Y por otra parte el miedo a tomar decisiones en algunas instituciones de educación estatal.
Por ejemplo, es comprensible que en una ciudad como Bogotá, de 8 millones de habitantes no se pueda retornar fácil, más cuando es la ciudad de los índices mayores de contagios y muertes. En Bogotá seguro se requiere un proceso concertado y con pilotos que permitan tomar las mejores decisiones. Pero hay más de 300 municipios en el país libres de covid, y otros cientos más donde las tasas de contagio son muy bajas. ¿Por qué no se ha vuelto en esos municipios? ¿Por qué no se ha regresado a la presencialidad en las zonas rurales? No pueden los sindicatos y el gobierno, pensar que Colombia es Bogotá, no. El pasado lunes debieron volver a la presencialidad al menos las instituciones educativas del 60% del país.
La ONU lo ha explicado de múltiples formas. Dejar a los infantes un año sin educación es tan grave como la pandemia. Se ha presentado en países como Colombia, niveles de deserción nunca antes vistos, aumento del analfabetismo, un retroceso de casi 10 años en las políticas educativas que se venían implementado.
El asunto es que parte de ese abandono escolar no volverá. En países como Guatemala, Honduras o El Salvador, llegaron a engrosar las filas de las temibles pandillas de la región. Colombia, así como varios países de la región no estaban preparados para la educación a distancia. Varios aspectos, las pobres competencias digitales de miles de educadores, la ausencia o precariedad del internet, incluso su alto costo, la ausencia de materiales educativos, los entornos adecuados para recibir una clase.
Las consecuencias, prácticamente no hubo clases en 2020, miles de estudiantes no tuvieron una clase formal. A los profesores se les incrementó el trabajo diseñando guías, enviándolas y evaluándolas, pero los procesos de enseñanza y retroalimentación más bien estuvieron ausentes.
Comenzar un segundo año es esas condiciones es más que nefasto. Sobre todo, cuando no se han resuelto los problemas estructurales: conectividad, materiales de aprendizaje y formalización de unas clases remotas. Como si lo han podido hacer varias instituciones educativas privadas.
Proponer volver es agitar al sector, recibir acusaciones de asesino, irresponsable, exagerar la situación. Pero acá más allá de las creencias y de las realidades que existan sobre el covid-19, es que debemos volver. De forma escalonada, con garantías como baños en buenas condiciones (algo poco común en las instituciones educativas del país) agua, jabón, papel, espacios ventilados, uso de mascarillas.
El covid no se va a ir, ya la OMS (Organización Mundial de la Salud) ha dicho que al igual que otras pandemias como la cólera y la tuberculosis se quedará entre nosotros, y tendremos que aprender a vivir con ella, a estudiar, a socializar y normalizar la vida.
Este debate no puede seguir siendo un pulso entre gobierno y sindicatos. Acá debe haber un frente común por los estudiantes y padres de familia, por el aprendizaje, por la calidad de la educación y sobre todo por el sentido de la educación.
Los medios deben ayudar, basta de mostrar el covid-19 como un castigo, a los enfermos como seres malvados o irresponsables, a promover el terror y el miedo en lugar de la educación y la comprensión del virus. De cómo prevenir y como aprender a vivir con un virus que nos cambió la vida, y que al parecer tendremos que aprender a vivir con él por años.
*Especialista en educación
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