Chávez y Petro | El Nuevo Siglo
Viernes, 9 de Febrero de 2018

Merece destacarse la vida de estos dos hombres por su gran elocuencia populista, en la que tienen como estrategia luchar por un Estado moralista con transformación social, pero que en realidad, como estadistas han sobresalido por todo lo contrario.

Para impresionar a sus seguidores utilizan la imagen de Simón Bolívar, como si fuera el Señor Crucificado en Semana Santa. Quieren ser adorados y beatificados como unos verdaderos redentores de la humanidad.

Atacan la oligarquía haciendo referencia a los millonarios, latifundistas y dueños de propiedades, palabrita mágica con la cual Chávez manipuló a los venezolanos para llegar al poder.

Petro igualmente habla de oligarquía en su aspiración presidencial, palabrita que sale de sus labios como una melodía, pues se deleita viendo a las multitudes llenas de egoísmo enfrentándose entre las diversas clases sociales.

Por eso el Bronx fue claramente utilizado subliminalmente en la alcaldía como un símbolo de la pobreza, así le sería fácil mostrar los desechables y hampones como unos seres discriminados por la sociedad. Prueba de ello es que durante su administración el Bronx se mantuvo como el gran ícono del crimen y de la delincuencia.

Sabemos muy bien que Chávez al asumir el poder llegó con el propósito de luchar frontalmente contra la corrupción, pero la realidad es que convirtió a Venezuela en una dictadura, que cada día se hace más fuerte, con ese gran prócer Nicolás Maduro, que se enorgullece de ser un buen bailarín, tan buen bailarín que acabó con la economía venezolana.

 

 

 

No dudamos que si Maduro fue el gran heredero de Chávez, Petro con sus ambiciones populistas será el gran destructor de la democracia colombiana si llegare a la presidencia. Es muy claro que Rusia y Cuba quieren convertir a Colombia en otra nación comunista, pues su ubicación estratégica en América garantizara la dictadura.

Cuando Petro expresaba que “el amor al pueblo, el amor a los pobres y a los excluidos es fundamental pero no solamente para rezar, sino también para actuar, de tal manera que dejen de estar excluidos”, su gran amigo Daniel García Peña, reconociéndole esos méritos, por sus actuaciones en el desempeño de su cargo en la Alcaldía de Bogotá, lo describe fielmente dándole el título de “déspota de izquierda”.

En una misiva pública le dice el 14 de Junio de 2012. “No basta con tener los principios correctos ni la razón científica. Un déspota de izquierda, por ser de izquierda, no deja de ser déspota. La democracia no es sólo un ideal sino que implica prácticas de respeto y solidaridad, especialmente cuando se trata del uso del poder al servicio de la transformación social. La política del amor no es sólo una bella frase, sino un profundo replanteamiento de la política”.

Igualmente Antonio Navarro Wolf, quien era su secretario de gobierno, amigo íntimo, renuncia irrevocablemente, considerando que no podía tolerar la personalidad chavista de Gustavo Petro.

Así es la personalidad de este encantador de serpientes que hoy busca la presidencia, y que si llegare a conquistarla, se transformaría en el verdadero sucesor de Chávez, su espíritu se reencarnaría en el cuerpo de Petro.

Bien lo decía Churchill: “El comunismo es la filosofía del fracaso, el credo de los ignorantes, el evangelio de la envidia y su virtud es el reparto igualitario de la miseria”