Dos peligros | El Nuevo Siglo
Martes, 27 de Febrero de 2018

Las diferentes corrientes políticas que se disputan el poder que ejercerán (teóricamente) durante los próximos cuatro años han dado en provocar o aprovechar un estado de crispación tal en los electores que los haga ejercer la furia y no la razón en los certámenes electorales que nos aguardan en marzo y mayo próximos.

Hay unos que se autoproclaman como “decentes” de donde es fácil deducir que para ellos todos los otros no lo son. Hay otros que hacen campañas sobre mentiras descaradas como esos que van por ahí disfrazados con algo que parece un collar bomba para despotricar de la Farc, precisamente con el único hecho del que se comprobó plenamente que no fueron autoras. Y hay otros que decidieron dividir al país entre los que se supone que quieren  volvernos como Venezuela a quienes acusan de “petrocastrochavistas” y los que se supone que ya nos tienen peor que ese país porque son los que lo han manejado hasta llevarlo al estado actual de postración, esos son los del “uriboordeñovarguismo”.

Unos y otros son un auténtico peligro para la democracia. El que se supone que es de izquierda ya le ha dicho a todos los que lo quieran oír que su primera tarea será la de convocar una constituyente. Los del otro extremo también quieren su propia constituyente. Y los dos jefes de cada facción tienen suficientes antecedentes de irrespeto por la Constitución y la Ley como para temer por la salud de la República, la democracia y las libertades públicas si llegan o regresan al poder.

Del estado de opinión que desde una de las extremas se nos intentó imponer durante ocho años con ejército privado, varios intentos de “refundar la patria” y la tentativa de eternización en el poder mediante la reforma, comprada en una ocasión, de un “articulito” y afortunadamente bloqueada por la Corte Constitucional en la otra,  al odio por los ricos en un país que quieren volver de pobres dentro de un régimen que no es para alquilar balcón sino para expropiarlo, quieren dejar a los electores sin centro. O un extremo o el otro.

En el fondo tienen razón, porque lo único que los distingue es a nombre de quién dicen actuar. En esta semana que acaba de pasar, Uribe y Petro, los jefes adorados e indiscutibles de las dos extremas han demostrado claramente lo iguales que son.

Mientras el uno se deshacía en madrazos y ofensas contra la Corte Suprema porque osó cumplir con su deber de librarle copias para adelantar una investigación, el otro hacía lo propio contra el alcalde de Medellín porque el funcionario municipal tiene una interpretación diferente de la ley que regula la realización de manifestaciones políticas en su ciudad.

Para el uno y el otro la Constitución o la Ley no son reglas imparciales, sino preceptos acomodables a su particular interés. Y los funcionarios, judiciales o administrativos, solo son dignos de respeto y acatamiento cuando toman decisiones que los favorecen.

Son tan gemelos que a los dos les estorba la institucionalidad por igual. Así empezaron en Venezuela y miren dónde van. ¿O vienen?  

@Quinternatte