Sociedad de consumo | El Nuevo Siglo
Miércoles, 21 de Febrero de 2018

Juan Manuel ha desatado nuevamente una polémica. En esta ocasión ha sido  causada por consultar acerca de la suspensión de la norma del Decreto 2241, Código Electoral, que en su artículo 206 establece la prohibición de consumir y vender bebidas embriagantes,  desde las seis (6) de la tarde del día anterior a aquel en que deban verificarse las votaciones hasta las seis (6) de la mañana del día siguiente a la elección.

Para entender la causa de esa prohibición, desde un  punto de vista “científico”, a la luz de las reglas del derecho de policía, hay que aceptar que restringir el consumo de alcohol,  en muchos casos, tiene una explicación lógica.

Se bebe para eliminar la depresión. Una dolencia que en esta época es, prácticamente, una pandemia derivada de múltiples causas. Ahora bien, removida la causa de la disminución de las afecciones psíquicas: el exceso de tristeza y falta de ánimo, se recupera, por contraste, la autoestima, el narcisismo y su manifestación inmediata  lleva a emplear la “fuerza” para imponerse  frente a los otros. Es por  esta actitud que, preventivamente, se debe impedir esa conducta en  circunstancias que puedan desatar conflictos. El debate político,  al igual que las competiciones futbolísticas y la celotipia, exalta los ánimos y si se ha consumido licor,  los factores comentados inciden en el fenómeno y provocan  agresiones y violencia.

La cuestión no es tan elemental como algunos la analizan. Téngase en cuenta el estado de ánimo que invade el inconsciente colectivo. Hay una puja mediocre y pueblerina impulsada por el resquemor que afecta al país en todos sus estratos: el conflicto  de la paz y la guerra. Entonces, es mejor que la gente no beba alcohol para que no arrecie sus afecciones síquicas y  paciones animales.

La situación  no es sencilla, es tan delicada como la que se vive en el imperio a causa del comercio de armas. El príncipe Trump ofreció que  restringiría su consumo, pero no lo hizo y no lo pudo hacer porque,  en primer lugar,  es un artículo que estimula a muchos comerciantes, como en Colombia la venta de bebidas alcohólicas. En segundo lugar, porque en ese país, tan alienado, tener un arma es un instrumento terapéutico que fortalece la inseguridad emocional de sus habitantes, inseguridad que obedece a múltiples factores, pero principalmente a la angustia que genera el no tener con que satisfacer la necesidad de consumo de los artículos de moda de “primera calidad”. Esto es deprimente. Pues a diferencia de lo que antes se predicaba: “Pienso luego existo”, (Rene Descartes),  hoy se ha cambiado radicalmente: “Compro luego existo”. (Marketing).

Nicolás Cruz,  el autor de la última matanza en Parkland, Florida, es sindicado de ser latino,  disculpa racista para ocultar la causa verdadera del conflicto evidenciado en los últimos años: la depresión colectiva patrocinada, entre otros motivos, por el espectáculo público de la violencia, explotado por el consumismo de la TV.