No es un aniversario feliz, pero sí necesario. Exactamente hace un año, a las cero horas del 20 de marzo de 2020, en Bogotá comenzó a regir el simulacro por la vida (Decreto 090), como una primera cuarentena (que en principio iba a durar cuatro días), para evaluar qué tan preparada estaba la ciudad para un cierre total.
Aunque a mitad de camino este simulacro fue interrumpido por el que sería el primer confinamiento decretado por el Presidente de la República en una alocución extraordinaria hecha el domingo 21 hacia las siete de la noche, desde entonces mucho ha pasado y ninguna sociedad va a volver a ser igual.
En aquel momento en la capital había 47 contagios, 935 unidades de cuidados intensivos y no se registraba ningún fallecido. Hoy por hoy, con corte al 18 de marzo a las cinco de la tarde, en la ciudad se han aplicado un total de 221.727 vacunas contra el covid-19; hay una cifra global de 671.542 contagiados de los cuales 644.540 se han recuperado y otros 14.154 han fallecido. Por último12.848 casos activos de la enfermedad se registraban al cierre de esta edición.
Los números son fáciles de leer, pero detrás de cada cifra hay una historia, un drama y también un aprendizaje y por eso 365 días más tarde una pregunta se vuelve ineludible: ¿Cuál es el balance epidemiológico de este último año?
Lecciones aprendidas
En primera instancia, de acuerdo con el director del Departamento de Ingeniería Biomédica de la Universidad de los Andes, Juan Manuel Cordovez, si bien es cierto que el primer instinto fue el de cerrar todo en una medida de tiempo prolongada, lo que evaluado en retrospectiva no fue ideal, hoy la ciudad tiene herramientas para poder avanzar con una reactivación económica sin poner en peligro la salud ciudadana.
“Nosotros aprendimos que existen maneras de prevenir el contagio de enfermedades infecciosas. Te aclaro: no es que la ciencia no conociera los mecanismos de transmisión ni cómo se transmitía un virus de una persona a otra, pero aprendimos a aplicar estrategias sobre cómo combatir una enfermedad infecciosa a escala mundial. Este fue un aprendizaje epidemiológico histórico”, le dijo a EL NUEVO SIGLO el director Cordovez.
También se refirió a cómo, por ejemplo, el Distrito ensayó durante el último año una cantidad de formas para cerrar los colegios sin suspender la educación, o cerrar los restaurantes y seguir prestando servicios, y hoy ya están gradualizadas prácticamente todas las medidas que serán claves para la reactivación, considerando que el covid-19 no se va a ir de un día para otro y buena parte de este año el virus dictará el grueso del comportamiento ciudadano.
“Se comenzaron a incorporar en las medidas esta gradualidad que se logró tras un aprendizaje muy sofisticado. Sí, la primera reacción fue cerrar todo y parar los relojes, pero creo que retrospectivamente toda la familia de medidas que se implementaron hoy hacen parte de una caja de herramientas que en el futuro se van a poder utilizar de forma inteligente. Te lo pongo de esta manera: al comienzo nos pidieron que claváramos una puntilla y todo lo que teníamos a la mano era una matera. Eso fue equivalente a cerrar todo para que el virus no se propagara. Hoy ya tenemos martillo. Ese debe ser el gran aprendizaje de este año”, añadió el experto en la modelación matemática de enfermedades contagiosas por vectores.
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Reevaluación de las medidas
En segundo lugar el epidemiólogo y salubrista también de la Universidad de los Andes, Luis Jorge Hernández, dijo que la restricción de las libertades fue muy severa y tanto Bogotá como Colombia vivieron una especie de dictadura epidemiológica que, bajo ninguna circunstancia se puede retomar, entre otras cosas porque ninguna medida de cuarentena servirá de nada en estos momentos.
“Tuvimos mucha policía sanitaria y muy poca política sanitaria. La pandemia en Bogotá y en Colombia ha sido un desastre social, económico y de salud pública y nadie puede cantar victoria. Las proyecciones más pesimistas hablaban de 45.000 muertos en Colombia, y vamos por más de los 60.000 y más de 14.000 en la capital, cuando las proyecciones eran de 7.000”, comenzó por advertir el epidemiólogo Hernández.
Refiriéndose al enorme esfuerzo que ha hecho la ciudadanía, el profesor Hernández dijo que los gobiernos nacional y distrital trataron de acertar con la imposición de medidas, pero reveló un problema de fondo: ni Bogotá ni Colombia tenían un sustento de vigilancia epidemiológica, y el covid-19 se tuvo que asumir sin laboratorios para procesamiento de muestras y sin un modelo de atención basado en atención primaria.
“Nuestro modelo era puramente asistencialista. Esa era nuestra rutina: asistencialista, curativa, reactiva y de prevención. Ha habido un gran esfuerzo de parte de todos. Ha pasado un año, estamos a la expectativa de una tercera oleada y de una vacunación que avanza lento, entonces hay que continuar fortaleciendo esquemas y aplicando lo que hemos aprendido porque el virus no se va a ir: va a quedar endémico”, añadió el profesor Hernández.
Falta de concientización
Por último, 365 días más tarde algo que a ambos profesores les preocupa es que en un comienzo se generó una conciencia medioambiental muy fuerte con relación a la forma en la que la condición humana interactúa con los ecosistemas, pero ahora las personas parecen estar esperando a que los vacunen para volver al mismo modelo de vida que llevaban.
“Al comienzo esto planteó una pregunta: ¿Será que los gobiernos y la ciudadanía van a cambiar su forma de producción y consumo? Pero parece que la respuesta es no. Los ecosistemas se han seguido afectando. Esto ya había pasado con el Sars en 2004 porque estamos afectando las barreras entre especies y a nivel internacional ya se dijo que el covid-19 es un remedo, un ensayo de lo que nos va a pasar con el cambio climático. Y la sensación es que todo va a seguir igual”, finalizó diciendo el profesor Hernández.
A este respecto, el profesor Cordovez dijo que en los primeros 20 días de la pandemia para la ciudadanía, prácticamente mundial, fue claro que la raza humana tenía al entorno bajo una cantidad de presión (que descansó con los aislamientos) “y ese ojalá fuera el verdadero aprendizaje porque esto va a seguir pasando, pero se olvidó en el transcurso del año. Al comienzo la gente fue muy consciente de la necesidad de cambiar los hábitos y ahora que “vencimos” el virus vía farmacológica, es preocupante que nada vaya a cambiar”, finalizó, por su parte, el profesor Cordovez.
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