7 años de guerra siria: 350.000 muertos, ruinas y atrocidades | El Nuevo Siglo
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Martes, 13 de Marzo de 2018
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Implicación externa fragmentó aún más el país y el régimen de Al Assad ha empleado armas químicas en su estrategia de recuperar el territorio, sin importarle los civiles. Una tragedia humanitaria desbordada.

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Siria, en ruinas y fragmentada, entra este jueves en su octavo año de guerra con el Estado Islámico (EI) derrotado pero ensangrentada por la lucha de influencia entre potencias extranjeras y la ofensiva de reconquista del régimen de Bashar al Asad.

"Hoy el régimen controla más de la mitad del territorio, domina las grandes ciudades, (...) está claro que ganó", declara, categórico, el experto en Siria Fabrice Balanche.

En los siete años de guerra que causaron más de 350.000 muertos se cometieron atrocidades como el uso de armas químicas o matanzas de civiles. También hay acusaciones de crímenes de guerra. Y el baño de sangre continúa a diario ante la impotencia de la comunidad internacional.

En marzo de 2011, en la estela de la Primavera Árabe, se celebraron manifestaciones prodemocracia duramente reprimidas por el régimen. El movimiento se transformó en insurrección armada con la aparición de facciones rebeldes.

La guerra se complicó con la implicación de países como Rusia, Turquía y Estados Unidos en varios frentes que fragmentan al país.

Es el caso del enclave kurdo de Afrin (noroeste), blanco desde el 20 de enero de una ofensiva de Turquía contra una milicia kurda considerada "terrorista" por Ankara pero aliada de Washington y que desempeñó un papel muy importante en la lucha antiyihadista.

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'División de Siria'

El séptimo aniversario de la guerra también está marcado por el declive de los yihadistas del EI que habían conquistado zonas extensas del país durante una ofensiva relámpago en 2014.

El grupo ultrarradical, responsable de múltiples atentados dentro y fuera del país, fue derrotado en Irak y en Siria se encuentra arrinconado y acorralado en los escasos focos de resistencia que le quedan.

La ciudad de Raqa, su capital de hecho en el norte, fue conquistada en octubre por las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una alianza de combatientes kurdos y árabes respaldada por Washington.

Será "muy difícil para el EI ponerse en pie de nuevo", estima Joshua Landis, especialista de Siria y profesor de la Universidad de Oklahoma (Estados Unidos).

El final de las grandes batallas contra los yihadistas permite a las potencias internacionales y regionales centrarse en ampliar su esfera de influencia en Siria.

En el nordeste se encuentran los territorios semiautónomos kurdos, donde Washington tiene tropas. En el noroeste, Ankara ayuda a los insurgentes en la provincia de Idlib y Alepo y lleva a cabo una ofensiva con rebeldes sirios contra la región kurda de Afrin.

"La influencia turca y estadounidense en el terreno en Siria seguirá extendiéndose", confirma Nicholas Heras, experto del Center for a New American Security en Washington.

'Tragedia humana' 

Esto no impide que el régimen sirio se esfuerce por reconquistar todo el territorio. Empezó la guerra debilitado pero las cosas cambiaron con el apoyo militar de Rusia, su aliado que intervino en el conflicto a finales de 2015.

El régimen ya recuperó más de la mitad del país y multiplica las victorias frente a los rebeldes y a los yihadistas. 

A finales de 2016, la captura total de Alepo (norte), segunda ciudad de Siria y expulmón económico del país, supuso un giro.

"Como Asad recuperó Alepo y controla Damasco, la gente se piensa que la revolución está acabada, que él ganó la guerra.

Psicológicamente tiene un impacto fuerte", resume Balanche, analista de la Institución Hoover de la universidad de Stanford.

El régimen confía en "acelerar el ritmo y reconquistar toda Siria" pero Rusia opina, por el contrario, que en 2018 "la fragmentación de Siria se va a consolidar", estima Heras.

La contienda bélica forzó la huida de una gran parte de la población: más de cinco millones de refugiados se fueron al extranjero y al menos seis millones de personas tuvieron que desplazarse en el interior del país.