Ciro y yo: Rizoma ante el dolor de los demás | El Nuevo Siglo
Foto cortesía
Sábado, 3 de Marzo de 2018
Andrés Rivera
Miguel, Ciro y Esneider y estudiantes se reunieron en Cinema Tonalá para reflexionar sobre el sentido de un documental fragmentado, como cortado a pedazos y destruido por el dolor,  que ¨la violencia hace que ni se puedan contar las historia¨. 

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VARIOS me comentaron sobre la fuerza del documental Ciro y yo dirigido por Miguel Salazar, pero no había logrado comprender su verdadera dimensión hasta un tiempo después de la última escena. Era un martes y me encontraba en una de las salas de Cinema Tonalá rodeado de estudiantes que cursaban entre séptimo y once en el Colegio Campestre San Diego. Al terminar la función tendrían la oportunidad de participar en un conversatorio con Ciro Galindo y su hijo Esneider, los protagonistas. Estar presente y poder sentir los cambios de ambiente en la sala, escuchar las voces de los presentes al compartir sus sensaciones, inquietudes y en especial, su gratitud, me hizo sentir compasión de una manera diferente y una sensación de profunda esperanza que se fundamenta sobre el posible impacto que historias como esta, narradas y compartidas de formas similares, pueden tener sobre el país.

 

Ciro y yo narra la historia de Ciro Galindo, un hombre de la Macarena en el departamento de Meta, que durante toda su vida diversos aspectos del conflicto armado lo han herido sin importar el lugar donde esté. A donde quiera que ha ido la guerra lo ha encontrado. La narrativa del documental logra, a través de la historia de vida de Ciro como eje, hilar diversos aspectos del conflicto armado en Colombia, entre ellos su brutalidad, los daños colaterales, diferentes tipos de violencia perpetrada por los distintos actores, reclutamiento de menores, fallas en de los entes gubernamentales entre muchas otras. Me atrevería a decir que muchos conocíamos los datos presentados en el documental. La información. Pero uno de los valores agregados de la propuesta narrativa es el hecho de que de una persona de carne y hueso ejemplifique con su experiencia y con su propia voz el impacto real de esos datos; que vistos a través de las noticias, en periódicos o en la pantalla de un celular, pierden la cercanía y se perciben como algo lejano que usualmente lo único que suelen despertar es pesar o algo de indignación momentánea. Es por esto que el conversatorio tras el documental cobra tanto valor. Permite un encuentro directo y cercano con una realidad que es ajena y distante para la gran mayoría.

 

Antes de iniciar la función pude conversar con Miguel, Ciro y Esneider. Me contaron acerca del esfuerzo que están haciendo para mostrar la película y generar diálogos a través de ella, en especial, con estudiantes de colegio. Siempre se sorprendían e emocionaban con la respuesta. Algunos pedían perdón por la indiferencia y otros preguntaban cómo podrían ayudar o ser políticamente activos.  Miguel mencionaba que al iniciar a la realización del documental la historia estaba fragmentada, como cortada a pedazos y destruida por el dolor, ¨la violencia hace que ni se puedan contar las historia¨, decía. Unos de los propósitos de esta narración es reconstruir la memoria y ponerla frente a todos para que la reconozcamos también como nuestra, mostrar a través de un ejemplo y un testimonio de vida el sufrimiento que ha vivido gran cantidad de familias en el territorio colombiano. Y aunque la historia de Ciro no represente un resumen total de todo el conflicto, de las violencias o las poblaciones que han sido afectadas por él, sí es una historia conmovedora que comparte de manera muy íntima la resilencia y heridas de muchas personas que quieren lograr poder vivir en paz. 

 

Atención capturada

 

Al inicio de la proyección sentía que los estudiantes a mi alrededor estaban más pendientes de la comida y del pie de limón que de prestarle atención al documental. Esa sensación se esfumó rápidamente. A medida que pasaban los minutos la sala se volvía cada vez más silenciosa. Ya casi nadie se acomodaba en las sillas y los susurros tendían a desaparecer. Giraba mi cabeza en ocasiones para observar a los estudiantes. Veía a algunos inmersos en la historia, sentados rectos en la silla, algo tensionados y con los ojos bien abiertos. Otros más relajados poniendo atención, algunos pocos desparramados en la silla con los ojos entreabiertos. Por momentos había quienes arrugaban la frente y se tapaban la boca al ver una de las escenas impactantes y otros a los que el reflejo de la pantalla les reflejaba ojos aguados. Estaba realmente emocionado al conocer que escenarios así se estaban incentivando en los colegios. Supe que el conversatorio a continuación iba a ser significativo.

 

Luego de que terminó la proyección del documental, Miguel, Ciro y Esneider se sentaron al frente y dimos comienzo. Una estudiante que estaba en mi fila se levantó y se dirigió hacia ellos con una hoja de papel. Leyó su discurso dándoles las gracias por la oportunidad y por el espacio. Contextualizó también una de las propuestas del Colegio San Diego: los ambientes de aprendizaje. La estudiante les contó que este ambiente de aprendizaje particular se llama ¨Rizoma: Ante el dolor de los demás¨ y que allí, estudiantes de varios cursos se reúnen para estudiar y reflexionar sobre las épocas y manifestaciones del conflicto armado en Colombia, porque quieren ¨salir de la burbuja¨ y sensibilizarse frente a sufrimiento de los otros, generar conciencia y contribuir a la construcción de paz. ¨Aprendemos a tener un punto de vista crítico para poder marcar así la diferencia ya que nosotros somos el presente¨, decía.

 

Los estudiantes, siempre antes de preguntar, daban las gracias. No de forma protocolaria sino que mencionaban porqué esta experiencia les estaba aportando a cada uno específicamente. Les preguntaron sobre su fe en la paz, sobre cómo se sentirían realmente reparados, una les contó que estaba haciendo su trabajo de grado sobre víctimas y conflicto y les compartió su interés, simpatía y gratitud. La voz de Ciro reflejaba toda una vida de dolor, entrecortada, pocas palabras, bajo volumen casi siempre a punto de llorar, como si se le hubiera convertido en un reflejo. Nunca dejó de responder. Nos contaron sobre su nueva vida y el impacto positivo del documental en su existencia. Para terminar se aplaudió luego de hacer énfasis en que la paz empieza por la conciencia y responsabilidad de cada uno de nosotros.

 

El autor lo encuentra en redes así: @AndresRivera89 ,af.rivera233@hotmail.com