Días difíciles | El Nuevo Siglo
Jueves, 29 de Marzo de 2018

ESTOS días santos son propicios para reflexionar sobre heridas abiertas que debemos cerrar.

La mayoría de colombianos son pobres, necesitados y olvidados por la mano del Estado. El grueso de la población en Colombia vive su propio calvario.

El viacrucis de muchos nacionales inicia con la falta de oportunidades. No hay acceso al empleo, a la salud y a la educación.

Y lo peor, no hay acceso al ingreso, a la renta y a la distribución de la riqueza.

La peregrinación entonces se torna dura y desesperanzadora.

Las clases populares se aferran a lo poco que les permite un sistema excluyente, injusto e inequitativo.

Son cada año menos lo que más tienen y más los que menos tienen.

Concentración de riqueza es la forma más aberrante de quitar oportunidades a las gentes.

La escasa democratización de propiedad privada es evidencia del egoísmo, insolidaridad y falta de inclusión social.

A trabajadores se les saca el jugo, pero se les sirve poco. No se les permite ganar bien, ahorrar, invertir y ser accionistas de la empresa a la cual sirven y hacen próspera.

Empresas privadas deberían tener esquemas flexibles, fáciles y oportunos para que trabajadores sean propietarios y asciendan según sus formaciones a cargos directivos.

La principal crucifixión que se causa a cualquier familia es la falta de ingreso digno para vivir con decencia.

Se clavan espinas a hogares cuando se les niega vivienda barata, salud y educación gratuitas.

El martirio es aún más doloroso cuando ciudadanos no encuentran un trabajo que les garantice sustento, pan en la mesa y calidad de vida.

Cualquiera sea la idea de la religión, de la fe y aún de la esperanza, nadie puede negarse el sueño de un mejor mañana, de un nuevo rumbo, de un país más llevadero.

No está en manos de una persona cambiar el entorno, pero sí podemos mejorar el vecindario si  todos aportamos. Si una sociedad es solidaria, cercana, justa y tolerante, la convivencia es más armónica.

El Ejecutivo tiene mucho que dar a cambio de progreso económico. Impulsar la economía desde empresas familiares, Mipymes y grandes compañías.

Personas naturales y empresas cargan pesada cruz de impuestos que no dejan prosperar.

Si no hay crecimiento, inversión, condiciones favorables para crear nuevos negocios, no hay manera de generar empleos.

Candidatos presidenciales por estos días dedican estrategias de campaña al empleo, la gran necesidad de millones de colombianos.

Lo que no pueden perder de vista los presidenciables es que antes de fomentar fuentes de empleo es urgente reactivar economía.

Si economía no se mueve con mayor vigor y aparato productivo sigue frenado, va a ser difícil conseguirle trabajo a tanta gente.

 

La procesión de desempleados por calles de amargura refleja lo maltrecha que está nuestra economía.

Vital que quien gane elecciones presidenciales tenga claro modelo de economía que gerenciará para abrir nuevas plazas en industria, comercio, agricultura y obras civiles.

Son días difíciles, tiempo de reinventar nuestro porvenir, de administrar una nueva mejor nación.