El campanazo del Fiscal | El Nuevo Siglo
Domingo, 18 de Marzo de 2018
  • Cartel de Sinaloa, problema de “seguridad nacional”
  • Urge redoblar estrategia antinarcóticos en Nariño

 

En medio del agitado panorama electoral hay algunas situaciones graves que pese a ser advertidas por las autoridades no generan la reacción pertinente y urgente que deberían producir. Una prueba de ello se dio esta semana cuando el fiscal general de la Nación, Néstor Humberto Martínez, advirtió que las actividades criminales de los carteles mexicanos de narcotráfico en nuestro país ya no se limitan a la ‘sociedad’ con los colombianos. El jefe del ente acusador enfatizó, en un hecho sin precedentes, que el llamado "Cartel de Sinaloa” se convirtió en una “amenaza a la seguridad nacional” de Colombia.

Se trata, sin duda, de un campanazo de máxima preocupación  que evidencia hasta qué punto las poderosas y sangrientas organizaciones de tráfico de droga mexicana  se han afincado en Colombia y manejan directamente este ilícito negocio. Años atrás los carteles colombianos, grandes o pequeños, en asocio con la guerrilla, lo que hacían era encargarse  de la cadena de producción de la droga, desde el cultivo de hoja de coca, marihuana y amapola, pasando por  el tráfico de insumos y los narcolaboratorios, hasta llevar el alcaloide a Centroamérica, en donde los carteles mexicanos recibían los cargamentos y eran los encargados de introducirlos a Estados Unidos.  Hoy, por el contrario, los duros golpes de las autoridades colombianas a los grandes carteles de nuestro país y la atomización consecuente de estas organizaciones criminales, llevaron a que las estructuras mexicanas fueran apoderándose poco a poco de esa cadena de producción narcotraficante.

Lo más grave de lo advertido por el Fiscal General sobre la creciente presencia del “Cartel de Sinaloa” en nuestro país, es que está trabajando en asocio con disidencias de la guerrilla de las Farc, especialmente en Nariño, que es precisamente el departamento que tiene la mayor extensión de narcocultivos y la zona en donde los operativos de erradicación forzosa y voluntaria de los sembradíos ilícitos están teniendo más dificultades, ya sea por la oposición de grupos de campesinos que son forzados a protestar contra la destrucción de los cocales o por las acciones terroristas y militares de esos grupos residuales subversivos, el Eln y las bandas criminales. La propia Fiscalía advirtió que la captura esta semana de alias “Cachi”, segundo al mando de las disidencias de las Farc en Nariño, cuyo cabecilla es alias “Guacho”, constituye un duro golpe a esa peligrosa asociación criminal entre los carteles mexicanos y organizaciones delictivas colombianas en el sur del país. No hay que olvidar que este último cabecilla es uno de los nuevos “objetivos de alto valor” para la Fuerza Pública, tanto colombiana como ecuatoriana, ya que ha extendido sus operaciones a esa nación e incluso allí se le acusa de estar detrás de un reciente atentado con carro bomba. Esta acción terrorista obligó a la movilización de un alto número de militares de ese país a la zona de frontera para capturarlo y evitar que utilice su territorio como ruta de escape ante la persecución castrense y policial de que es objeto en todo Nariño.

Como se ve la creciente presencia de los carteles mexicanos en nuestro país es un ingrediente más del peligroso ‘coctel’ de factores criminales que están produciendo un rebrote de la violencia en muchas zonas que antes ocupaba el grueso de las Farc hoy desmovilizadas. Regiones que inexplicablemente el Estado no ocupó a tiempo y que ahora tanto las disidencias, como el Eln y las bacrim tratan de tomarse a sangre y fuego para dominar no solo el narcotráfico sino otros negocios como la minería ilegal, el contrabando y el tráfico de armas

Una prueba más de esa creciente  actividad de los carteles mexicanos en nuestro país es la cantidad de nacionales y extranjeros que han sido capturados cuando arriban a aeropuertos y terminales locales llevando en sus maletas e incluso en sus organismos  grandes cantidades de dinero en efectivo, obviamente producto del narcotráfico y el lavado de activos.

Si bien es cierto que la autoridades colombianas y mexicanas, en conjunto con las estadounidenses, han redoblado sus operativos contra estas organizacionales criminales trasnacionales, lo que se evidencia en el aumento histórico de incautaciones de cargamentos de cocaína y heroína en el último año, no se puede perder  de vista que los cálculos suelen indicar que por cada kilo de alcaloide que se decomisa, tres o cuatro más logran llegar a las calles norteamericanas.

¿Cómo se enfrentará este problema de “seguridad nacional”? Esa es la gran pregunta que queda en el ambiente tras la advertencia del Fiscal General. Estamos ante un hecho muy grave y es obvio que se necesita una estrategia más integral y eficaz para neutralizar una amenaza de ese calibre.