Elevar la frecuencia | El Nuevo Siglo
Domingo, 18 de Marzo de 2018

“Hay que cambiar el chip: estamos aquí por algo”

Creo firmemente que cuando el alma encarna, o reencarna, lo hace para cumplir un propósito.  No estamos aquí gratuitamente, de paseo o por mero azar. Hablo esto desde un horizonte existencial amplio, sin pretender de ninguna manera evangelizar, pues cada quien tiene sus creencias y su manera subjetiva de asumir la vida, de acuerdo con sus intereses, los aprendizajes familiares y culturales y sus propias construcciones vitales. Aclarado este punto, que no es menor porque la evangelización además de ser abusiva e intrusiva es aburrida, le planteo lo siguiente: usted está aquí para ayudar a elevar la frecuencia vibracional del planeta.  Como todo es energía, no es preciso ser un experto en física cuántica para darse cuenta de que como humanidad no vamos por buen camino cuando seguimos empeñados en temas como minería extractiva, deforestación, destrucción de arrecifes con fines comerciales -como el arrecife Varadero de Cartagena- y continuamos con altísimos niveles de inequidad social.  Necesitamos cambiar el chip pues estamos vibrando en una frecuencia muy baja.  Requerimos hacerlo con sentido de urgencia.

Esta diminuta masa azul que gira en torno a un sol modesto es un prekínder existencial. Imagine por un momento una escena de jardín infantil: mientras unos niños están llorando, otros ríen y se maravillan de lo que están descubriendo. Hay pataletas, gritos, paredes rayadas y juguetes rotos, además de uno que otro intento de chuzar al de al lado con la punta afilada del lápiz.  Se incuban las envidias por los colores ajenos, el resentimiento por que la maestra prefirió a otro, el miedo al error, la rabia por no querer estar ahí...  afloran los egos, compañeros del viaje de la vida y de los cuales podemos sacar mucho provecho.  A medida que avanzamos en el proceso escolar -mayoritariamente centrado en la enseñanza y no en los aprendizajes, ¡qué tristeza!, los roces con los demás se van encausando y comprendiendo, vamos creciendo en consciencia.  Ahí está la clave.

La consciencia sobre quiénes somos y para qué estamos aquí, lo cual va mucho más allá de los porqués, es lo que nos permitirá cambiar de frecuencia.  Nos seguimos matando, excluyendo, negando desde ideologías políticas o religiosas.  Por ahí no es, ese no es el camino.  La ruta para elevar la consciencia pasa porque cada quien en desde su subjetividad se dé cuenta de su lugar, de la importancia que tiene para que logremos construir un mundo mejor.  Por estos días de debates políticos muchas personas entregan su poder a otros, cuando de lo que se trata es de conservarlo y sumarlo junto a otros.  Los políticos tienen un rango de acción, pero la política es claramente insuficiente para resolver los males que nos aquejan.  El trabajo es inter y transdisciplinar.  Cada quien desde sus saberes, aplicados a la cotidianidad, puede transformar sus entornos cercanos, sumar de a pocos para que los cambios se produzcan.  Solo así lograremos elevar la frecuencia de esta humanidad, que de seguir así, está condenada a la autodestrucción…  ya ha pasado.