¡Guerra comercial! | El Nuevo Siglo
Sábado, 24 de Marzo de 2018

·        Trump y su primero Estados Unidos

·       Stiglitz advierte sobre ventaja china

Los expertos suelen decir que quienes entiendan los ciclos económicos entienden la economía mundial. Por lo mismo las diversas estrategias de moda están sujetas a las realidades cambiantes del medio geográfico, político y económico. En ese campo se recuerda que el general Haushoffer, en el siglo pasado, recogió los postulados de los más notables pensadores que trasegaban por la geopolítica de entonces y estableció su tesis de los grandes espacios socioeconómicos destinados a disputarse el influjo en la economía mundial,  como ocurre hoy.

Al aceptar los Estados Unidos el neoliberalismo a ultranza, en principio se beneficiaron de la llegada de productos más baratos de diversas partes del globo, dado que el comercio no tenía mucho color político. Pero al intensificar esa dirección, decayó la producción nacional y en consecuencia descendió el empleo, al mismo tiempo que sus competidores se fortalecieron. Además, los países de Europa Occidental, que por siglos habían defendido el nacionalismo y se enzarzaron en varias guerras, resolvieron solventar sus diferencias y crear la Unión Europea, fortaleciendo su sistema financiero, abriendo sus fronteras y generando un frente común ante sus competidores, en particular Estados Unidos. Luego el mundo derivó en la rivalidad con las potencias emergentes, como China e India, creando otro  frente geoeconómico, esta vez para la Unión Europea y Washington.

En ese marco debe entenderse la medida adoptada este jueves por Estados Unidos al imponer fuertes barreras arancelarias a China. El argumento del presidente Donald Trump es clarísimo: su país tiene con la potencia asiática un déficit de 375 mil millones de dólares, “el mayor de la historia de la humanidad” y sufre el sistemático “robo de tecnología”. En tales condiciones, lo que se estaría haciendo es financiando el proyecto de hegemonía mundial china y dando pie a los abusos contra las compañías estadounidenses. Los entendidos en política exterior y comercial no están sorprendidos por las medidas radicales del titular de la Casa Blanca, puesto que la potencia asiática se ha constituido en un baluarte contra la política exterior de Washington. Además, para Trump y su marcada visión empresarial el tema se ha convertido en una obsesión dado que ese país genera un 75 por ciento del déficit  comercial que padece América del Norte.

El Presidente norteamericano entiende que su nación no se casa con un ideario económico distinto al de fortalecer su capacidad productiva, generar empleo, mejorar la infraestructura y tener una política externa al servicio de los intereses vitales propios. Es una carrera por avanzar a pasos agigantados en tecnología y modernización de las empresas, al mismo tiempo que se renegocian tratados con terceros países para equilibrar la relación comercial. Eso es precisamente lo que se busca con el aumento de los aranceles al acero y otros productos provenientes de China. Sin embargo esta anunció ayer que acudirá a la Organización Mundial de Comercio para buscar el desmonte de las medidas arancelarias de Washington. Hay, pues, una guerra comercial en desarrollo y prueba de ello es que las restricciones comerciales estadounidenses provocaron ayer una caída de las bolsas de varios países.

Sin embargo, una vez más destacados economistas se apartan de las medidas de la Casa Blanca. Por ejemplo, el premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz, considera que China se encuentra en mejor situación que Estados Unidos para sobrevivir a esta guerra comercial. Adujo que la potencia asiática cuenta con las herramientas y recursos necesarios para ayudar a los afectados por este pulso geoeconómico, pero la occidental no. Aun así, la afirmación del Nobel resulta incierta en cuanto el músculo financiero chino se ha comprometido en varios fiascos internacionales, con países duros para pagar, como es el caso de Venezuela. Un salvavidas puede ser que Pekín mantiene reservas por valor de tres billones de dólares que puede utilizar a su antojo.

Como se ve, la geopolítica está hoy más activa que nunca en la evolución de la economía mundial. Estados Unidos va a la ofensiva y no se detendrá. En tanto países como Colombia no saben ni pueden defender como debieran sus intereses frente a las grandes potencias y ello quedó comprobado con la subida de los aranceles al acero, que afecta a nuestra industria siderúrgica. Es un tema muy complejo y debería generar la reacción de los candidatos presidenciales, hoy imbuidos en el remolino de las encuestas.

Hay, pues, una guerra comercial abierta entre dos potencias y difícilmente habrá nación que pueda declararse blindada ante sus efectos a corto, mediano y largo plazos.