El impacto de la pandemia sacó a la luz la importancia del comercio de contenedores marítimos para la economía global. Desde Shanghái hasta Róterdam y Los Ángeles, el coronavirus trastornó las cadenas de suministro. Los puertos carecían de trabajadores, pues muchos estaban en casa enfermos.
Los camioneros y las tripulaciones de los barcos no podían cruzar las fronteras debido a las restricciones de salud pública. La demanda acumulada de los enormes programas de estímulo durante los bloqueos prolongados superó la capacidad de las cadenas de suministro. Además de causar retrasos en la entrega de productos a los clientes, el costo de llevarlos allí aumentó.
En un informe del Fondo Monetario Internacional, basado en la investigación de Yan Carrière-Swallow, Pragyan Deb, Davide Furceri, Daniel Jiménez y Jonathan D. Ostry, se muestra que el resultado de esos desafíos fue que el costo de enviar un contenedor en las rutas comerciales transoceánicas del mundo se multiplicó por siete en los 18 meses posteriores a marzo de 2020, mientras que el costo de enviar productos básicos a granel se disparó aún más.
Esa nueva investigación muestra que el impacto inflacionario de esos costos más altos está a punto de seguir creciendo hasta finales de este año. Ahora, con la guerra en Ucrania, es probable que este conflicto exacerbe la inflación mundial.
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Al estudiar datos de 143 países durante los últimos 30 años, el informe encontró que los costos de envío son un factor importante de la inflación en todo el mundo: cuando las tarifas de flete se duplican, la inflación aumenta en aproximadamente 0,7 puntos porcentuales. Lo que es más importante, los efectos son bastante persistentes, alcanzan su punto máximo después de un año y duran hasta 18 meses. Esto implica que el alza de los costos de envío observado en 2021 podría aumentar la inflación en alrededor de 1,5 puntos porcentuales en 2022.
Si bien el traspaso a la inflación es menor que el asociado con los precios del combustible o los alimentos, que representan una mayor parte de las compras de los consumidores, los costos de envío son mucho más volátiles. Como resultado, la contribución en la variación de la inflación por cambios en los precios globales del transporte marítimo es cuantitativamente similar a la variación generada por choques en los precios globales del petróleo y los alimentos.
De acuerdo con los hallazgos en el informe del FMI, se revelan algunos de los mecanismos en el trabajo. Se muestra que los costos de envío más altos golpean los precios de los bienes importados en el muelle en dos meses y se trasladan rápidamente a los precios del productor, muchos de los cuales dependen de insumos importados para fabricar sus bienes.
Pero el impacto en los precios que pagan los consumidores en la caja registradora se acumula de manera más gradual, alcanzando su punto máximo después de 12 meses. Este es un proceso mucho más lento de lo que se ve después de un aumento en los precios mundiales del petróleo, que los conductores sienten en la bomba dentro de un par de meses.
El aumento de los costos de envío afecta la inflación en algunos países más que en otros. Primero, según la investigación, las características estructurales de una economía importan. Los países que compran más de lo que consumen experimentan mayores aumentos de la inflación, al igual que los que están más integrados en las cadenas de suministro mundiales. De manera similar, los países que normalmente pagan costos de flete más altos (países sin litoral, países de bajos ingresos y especialmente estados insulares) ven más inflación cuando estos aumentan.
En segundo lugar, un marco de política monetaria sólido y creíble puede contribuir a mitigar los efectos secundarios de los precios de importación y la inflación. El análisis muestra que mantener las expectativas de inflación bien ancladas es clave para contener el efecto del aumento de los costos de envío en los precios al consumidor, particularmente las medidas básicas que excluyen el combustible y los alimentos.
Los resultados del equipo de investigadores sugieren que el impacto inflacionario de los costos de envío continuará aumentando hasta fines de 2022. Esto creará compensaciones complicadas para muchos banqueros centrales que enfrentan una inflación creciente y una actividad económica todavía amplia. Además, es probable que la guerra en Ucrania provoque más interrupciones en las cadenas de suministro, lo que podría mantener los costos de envíos globales, y sus efectos inflacionarios, altos por más tiempo.
Investigación
La pandemia de covid-19 ha interrumpido las cadenas de suministro globales, lo que ha provocado retrasos en los envíos y un aumento de los costos de envío. Se estudió el impacto de los choques en los costos de envíos globales, medidos por el Baltic Dry Index (BDI), en los precios internos para un gran panel de países durante el período 1992-2021.
Los investigadores hallaron que los picos en el BDI son seguidos por aumentos considerables y estadísticamente significativos en los precios de importación, el IPP, la inflación general y subyacente, así como las expectativas de inflación. El impacto es similar en magnitud pero más persistente que el de los shocks en los precios mundiales del petróleo y los alimentos. Los efectos son más moderados en países donde las importaciones representan una porción menor del consumo interno y aquellos con regímenes de metas de inflación y expectativas de inflación mejor ancladas. Los resultados son robustos a varias comprobaciones.
Alimentos, los grandes perjudicados
Tal como lo comentó el presidente de la SAC, Jorge Enrique Bedoya, en un diálogo anterior con EL NUEVO SIGLO, estos altos costos también suben el precio de los fertilizantes.
“Lo que está ocurriendo como consecuencia de la invasión de Rusia a Ucrania y las sanciones de Occidente, inclusive la misma limitación a la que invitó el Ministerio de Comercio e industrias de Rusia para que no se exportaran fertilizantes del país, el costo de los fertilizantes se ha incrementado de manera sustancial”, comentó.
Según el dirigente gremial, en los mercados internacionales, en el mes de noviembre del año pasado, la tonelada de urea en Nueva Orleans, que es un precio de referencia, “estaba el orden de los 1.100 dólares la tonelada, en enero bajó a 826 dólares y el 11 de marzo un par de semanas después de la invasión de la Federación de Rusia a Ucrania ya estaba en 3.700 dólares la tonelada, eso por supuesto para un país como el nuestro, que importa al año más de dos millones de toneladas de fertilizantes, es complejo y a eso hay que sumarle que entre Rusia y Bielorrusia, el 30% de nuestras necesidades vienen de sus países”, señaló Bedoya.
Bedoya aseguró que esto puede llegar a generar altos costos. “Eso tienen los costos, si no se resuelve este tema de la invasión, pues se asfixiará aún más a los productores agropecuarios que venían sufriendo de los altos costos de estos insumos como consecuencia de la crisis de las cadenas de suministro y eso puede llevar a que se utilicen menos fertilizantes en cultivos o simplemente a que no exista el dinero suficiente para poder sembrar, y eso puede tener repercusiones en reducciones de las áreas sembradas, de menores productividad, y eso puede impactar también en la inflación que nos tiene preocupados a todos los colombianos”.