América Latina y el Caribe superaron los 800 mil fallecimientos por covid-19 lo que representa el 28% del total global y se mantiene como la segunda región más enlutada del mundo por el coronavirus.
Dos gigantes regionales (en territorio y población), como son Brasil y México acumulan la mayor cantidad de contagios y decesos por el virus que irrumpió en el sur del continente americano a comienzos de febrero.
Hasta el mediodía de este lunes, según el portar Coronavirus App, de los 800.099 decesos registrados en la región, el 68.8% ocurrieron en estos dos países confirmándose, junto a Colombia, entre los doce países con mayor afectación global por la pandemia.
Brasil es de lejos el país más golpeado y, con más de 333.000 fallecidos, sólo Estados Unidos (555.000) lo supera en el mundo en número de fallecidos por el virus. El gigante sudamericano registró este lunes, por primera vez, más de 4 mil decesos por el coronavirus en 24 horas.
En la región, le sigue México (218.023 decesos), Colombia (64.293), Argentina (56.471), Perú (53.138), Chile (23.734), Ecuador (17.004) y Bolivia (12.344). Con registros inferiores a los 6.500 fallecimientos están Panamá, Paraguay, República Dominicana, Guatemala, Honduras, Venezuela, Costa Rica y el resto de naciones latinoamericanas.
Y los dos gigantes latinoamericanos no solo concentran el mayor número de afectaciones y letalidad, sino que también han concentrado un sinnúmero de polémicas por el manejo a la emergencia sanitaria. Han sido gestiones plagadas de contradicciones que han incentivado la desorientación social y la observancia ciudadana a las normas de autocuidado.
Los mandatarios de Brasil y México desde que irrumpió la pandemia en sus territorios se mostraron contrarios al uso obligatorio del tapabocas, a las restricciones a la movilidad, minimizaron sus efectos e, inclusive, llegaron a tildar el virus de una ‘gripita exagerada por los medios’.
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Por estas calendas, hace un año, las curvas epidemiológicas de esas naciones empezaron a tener un rápido y sostenido ascenso, marcando distancia del resto de la región. Fue así como desde entonces Brasil escaló al segundo lugar en el listado global de afectación, puesto que mantiene desde entonces, mientras que México fue escalando hasta situarse actualmente en el No.11.
Durante meses ambos mandatarios, el brasileño Jair Messias Bolsonaro y el mexicano Andrés Manuel López Obrador (Amlo) evitaron usar y, por tanto, conminar a sus gobernados a utilizar el tapabocas en lugares públicos, al igual que promovieron y se hicieron presentes en multitudinarias concentraciones ciudadanas donde inclusive saludaron de mano a sus seguidores.
Con nuevos casos diarios de infectados y una alta letalidad fueron las autoridades regionales, es decir gobernadores y alcaldes, quienes procedieron a implementar medidas que limitaban la movilidad, las actividades económicas, laborales y académicas, al igual que recomendaron el uso constante del tapabocas, el lavado de manos y el distanciamiento social.
El mundo se sorprendió con frases como “Tenemos una crisis en este momento, una pequeña crisis, pero el tema del coronavirus es mucho más fantasía”, “está siendo sobredimensionado el poder destructivo de este virus”, “tenemos la ola de covid y sabemos que conduce a la muerte muchas veces, pero tenemos una ola aún mayor que es el desempleo” y “por el clima que tenemos el virus está empezando a desaparecer” pronunciadas por Bolsonaro.
Pero también con las declaraciones de su par mexicano, Amlo, quien entre otras cosas manifestó “no hay psicosis, al terminar esta pandemia convocaré a dar abrazos en el Zócalo y todas las plazas públicas”, “si algún día me pongo cubrebocas sería por la gente, por respeto a la gente. (...) Vamos a apurarnos en acabar con la corrupción para que yo me ponga tapabocas" y “se ha podido domar la epidemia…en vez de que se disparara, como ha sucedido desgraciadamente en otras partes, aquí el crecimiento ha sido horizontal”.
El mandatario de Brasil, además, recomendó el uso de la hidroxicloroquina para evitar el contagio, vetó una ley que ordenaría al uso del tapabocas en comercios, escuelas y templos así como otra iniciativa que obligaría a los poderes públicos a distribuir máscaras a la población más vulnerable y a las empresas a hacer lo propio con sus trabajadores.
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¿Escépticos? ¿Populistas? ¿Mal informados?
La respuesta puede ser todas. Y, ante el descreimiento con el covid-19 sus políticas públicas para enfrentar la cada vez más grave emergencia sanitaria fueron pocas o nulas. De allí, como reseñamos, que fueran las autoridades de los estados federados en Brasil y de las gobernaciones en México los que adoptaran estrategias propias para enfrentar la pandemia que fueron desde protocolos de bioseguridad hasta confinamientos. Y, posteriormente la compra de vacunas. Ejemplo de ello es Sao Paulo donde se negociaron y llegaron los biológicos inclusive cuando estaban en su fase 3, es decir, de ensayos clínicos.
Después de varias declaraciones minimizando el poder del covid-19, a pesar de que en sus países las matemáticas del mismo seguían ya no sumando sino multiplicando lo que llevó a una crisis hospitalaria sin precedentes, Bolsonaro y Amlo vivieron en carne propia la enfermedad. El primero el 7 de julio y el segundo, el pasado 25 de enero, informaron a su país y al mundo que habían contraído el virus.
Ese fue el forzado punto de inflexión. Una vez recuperados cambiaron desde su discurso hasta sus políticas, pero en el entretanto miles de sus ciudadanos fallecieron a causa del coronavirus.
De un lado, Bolsonaro acogió la iniciativa empresarial de formar un frente de unidad nacional para gestionar la emergencia sanitaria, por el otro, su par mexicano se puso la mascarilla, llamó a su uso constante y a realizar aislamientos preventivos.
Y si bien es cierto que es cada persona la que debe adoptar sus mínimos de autocuidado también lo es que en situaciones tan graves como esta pandemia mundial es básica la orientación gubernamental para contener y mitigar sus efectos.
A ello debe sumarse que ante los lineamientos contradictorios entre nación y regiones, sumados a un alto grado de desinformación y hasta de ignorancia llevaron a manifestaciones controversiales. Un solo ejemplo de ello fue la de monseñor Antonio González Sánchez, obispo de Ciudad Victoria (México) quien dio que “usar cubrebocas es no confiar en Dios”. Dicha expresión impensable y sin fundamento le costó su puesto.
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Lo ocurrido en los dos gigantes regionales, donde durante meses se vivieron cuarentenas cambiantes, mal explicadas, fallos judiciales contradictorios y ahora más recientemente erróneas previsiones en la vacunación anticovid son evidencia de una desacertada gestión a la crisis sanitaria, de allí, su alta afectación por la pandemia.
Solo una estrategia clara, coordinada y con acciones puntuales puede tener resultados efectivos en esta lucha global. Ahora con una vacunación que avanza en el mundo de forma dispar y con dificultades, especialmente para América Latina y el Caribe, se requiere de sus líderes la orientación y el ejemplo. No se puede seguir confundiendo o generando desconfianza. Ello fue lo que llevó al mandatario mexicano a rectificar este lunes, en menos de 24 horas, la decisión que había tomado de no vacunarse por “tener suficientes antígenos”.
México |
8,75% |
Ecuador |
5,04% |
Bolivia |
4,48% |
Perú |
3,34% |
Colombia |
2,62% |
Brasil |
2,56% |
Argentina |
2,35% |
Chile |
2,29% |
Paraguay |
2% |
Panamá |
1,72% |
Venezuela |
1% |
Uruguay |
0,96% |
*Fuente: Coronavirus App