El que la debe, la teme | El Nuevo Siglo
Viernes, 21 de Abril de 2017

El poco prudente tuit del ex presidente Andrés Pastrana agradeciendo a Trump por la “muy franca conversación sobre problemas de Colombia y la región”, desencadenó una tormenta, esta sí, en un vaso de agua. El Palacio de Nariño se llenó de pánico e inmediatamente salieron funcionarios públicos (Naranjo), áulicos de oficio (Roy Barreras) y voceros de la extrema izquierda (Iván Cepeda), a criticar a los expresidentes Pastrana y Uribe por haberse reunido con el presidente Trump, sin inclusive, saber de qué reunión se trataba, cuánto tiempo había durado y que temas se habían tratado.  Llegaron a mencionar una acusación por, nada menos, que de “traición a la patria”. Los que menos, dijeron que no debieron hablar con Trump antes de que lo hiciera el presidente Santos en mayo y que no podían los expresidentes violar el principio de que las relaciones internacionales son privilegio del Presidente de la República. De paso criticaron a Trump por, según ellos, no seguir el protocolo al charlar con los exmandatarios. Poco a poco se han ido dando cuenta de que estaban metiendo las patas y van en reversa.

El presidente de un país, empezando por el de los Estados Unidos, puede reunirse con quien a bien tenga sin pedirle permiso a Santos o a Álvaro Leyva. Cuando Piedad Córdoba se reunía con Chávez y Maduro para defender a las Farc se quedaban callados. No criticaron a Trump cuando se reunió con Lilian Tintori, la esposa del encarcelado Leopoldo López, porque sabían que tenía todo el derecho de hacerlo. ¿Por qué esta reacción tan fuerte? Simplemente porque “el que la debe, la teme”.

Están conscientes de que los Estados Unidos no deben de estar contentos al ver que, después de lo que les ha costado la ayuda a Colombia para combatir el narcotráfico, nuestro Gobierno, para no contrariar a la guerrilla, suspendió la aspersión aérea de los cultivos que, de 43.000 hectáreas han aumentado a 188.000; que a los miembros de un movimiento que ellos catalogan como terrorista, se les concede la impunidad; que nuestro Gobierno ha sido complaciente con la dictadura venezolana que ha albergado a los cabecillas de las Farc y el ELN durante años, país de importancia para Estados Unidos, al menos por el petróleo y también por la influencia antinorteamericana (en Ecuador, Bolivia, Nicaragua y el Caribe).

Washington tiene un buen servicio de información y no necesita que los políticos colombianos le vayan a contar lo que sucede en Colombia; recibirlos, y es lo preocupante para Santos, es un gesto claro respecto a la posición de Trump, como fue el haber recibido a Lilian Tintori y Santos sabe ya que esperar en mayo. Por eso el gran susto de nuestro Presidente.