El país al revés | El Nuevo Siglo
Jueves, 5 de Abril de 2018

La Fiscalía General de la Nación prendió, de manera oportuna, la luz para actuar contra dosis mínima de droga, uno de los delitos que sacude con fuerza varios sectores sociales y estratos económicos.

La iniciativa, aumentó respaldo en las tres últimas semanas. Y centra el foco de opiniones ciudadanas que atribuyen la utilización de las dosis permitidas, como fachada para mover narcotráfico en varios frentes.

Es además negocio que al parecer encontró vía libre y escenario comercial hace varios años, en medio del silencio ciudadano, o quizá del asombro, ante la oferta pública de estupefacientes.

La modalidad se infiltró, de manera reciente, como materia comercial en  municipios periféricos, camuflada en ventas populares; tiene espacio y menos vistosidad, en medio de los mercados semanales.

En algunos municipios, llamados por estos días a hacer parte del proyecto -Región Central- perteneciente a Cundinamarca, organizaciones comunales tienen preocupación frente al microtráfico, porque varias localidades de la región, son puntos disimulados de venta.   

Hay dolor y silencio, bajo el temor a represalias por denunciar. Creen que la venta se traslada de barrios de Bogotá a la periferia en la Sabana, especialmente en puentes feriados. Es fuente de engaño laboral para población juvenil de ambos sexos y grupos familiares de escasos recursos.

Mientras el país está saturado de normas constitucionales, algunas olvidadas hace varios años, la delincuencia se despliega con creatividad que desarrolla la misma hampa, como producto de experiencia del medio de vida.   

Con respeto a los magistrados, que son representantes de Justicia Constitucional de cuerpo entero, hay que señalar que están alejados de realidad; si salen a las calles no dialogan con la gente del común.

En los pueblos está la otra cara de Colombia, aguantadora y rebuscadora. Detrás de rumbas en pueblos y barrios periféricos crece delito con  droga, movilizada por redes distributivas. 

Otro ángulo sería prohibir de manera permanente en todo el país, el porte de armas en la población civil. El narcotráfico, suscita negocios cruzados con armas, bien lo saben las autoridades de policía y justicia, con trajín diario en varias regiones.  

La delincuencia porta armas  de alto calibre, que se supone, son solo para efectivos militares y policiales en sus funciones. No es extraño, que entre los integrantes de las bandas haya muchos campantes con salvoconductos.

Este enfoque insta a que se supere pronto la controversia entre la Corte Suprema de Justicia y Fiscalía, alrededor de la dosis mínima, porque se transformó en mercado de droga y armas.                                                             

Mientras Colombia erradica cultivos y lucha contra narcotráfico, permite consumo de droga, disfrazado como dosis mínima; la máxima autoridad nacional, no ve el mercado crecido, junto con armas.

Este revuelto, tiene película propia: El país al revés