Por qué Xi Jinping no será presidente vitalicio de China | El Nuevo Siglo
Foto Xinhua
Domingo, 8 de Abril de 2018
David Castrillón Kerrigan (*)
Del Congreso Nacional que se celebró el mes pasado se ha dicho mucho, pero poco de eso cierto

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DURANTE 15 días en marzo de este año, cerca de 3000 delegados se reunieron en Beijing para celebrar la primera sesión anual del recién electo XIII Congreso Nacional del Pueblo—el máximo organismo de poder Estatal en la República Popular China (RPCh).

El que año tras año ha sido un evento solemne dirigido al público doméstico, repentinamente se convirtió en un espectáculo internacional gracias a la aprobación de una enmienda a la Constitución que elimina los límites del mandato presidencial y, de esta manera, aparentemente da puerta abierta a la reelección indefinida del actual presidente Xi Jinping.

En Occidente, la decisión desató una oleada de titulares alarmantes que declararon a Xi como presidente vitalicio y que apuntan a su elevación al mismo nivel que el gran timonel, Mao Zedong.

 

Mitos

Un estudio más profundo de lo ocurrido en los pasillos del Gran Salón del Pueblo encuentra por lo menos tres razones para descartar el mito de la perpetuación del mandatario chino en el poder.

Primero, que la misma institucionalidad china ya lo desmintió. En un editorial publicada a inicio de marzo, el Departamento de Información del Partido Comunista de China (PCCh) afirmó que “estas enmiendas… no implican cargos vitalicios para los cuadros dirigentes”. Poco después, el vocero del Congreso reiteró esta posición, confirmando que la enmienda se hizo no con la posible reelección de Xi en mente sino con el propósito de armonizar la legislación sobre la presidencia con la de las dos otras más altas posiciones en China: la de Secretario General del Partido y presidente de la Comisión Central Militar, ninguna de las cuales ha tenido límites de mandato.

Para esos escépticos a los que no les basta una declaración institucional, les presento una segunda razón: la existencia de otras reglas que no le permiten buscar un tercer mandato presidencial en el 2023. Específicamente, hablo de normas seguidas a cabalidad por más de dos décadas que imponen edades de jubilación para oficiales en altas posiciones de liderazgo: 68 años para los más altos líderes (incluyendo el presidente), 65 para oficiales del rango de ministro y 60 para oficiales menores. Con esto, se busca evitar la gerontocracia que experimentó una Unión Soviética moribunda y que hoy vive Estados Unidos bajo el septuagenario Trump.

En el 2023, a final de su segundo periodo como presidente, Xi ya tendrá 69 años, excediendo el límite permitido. Es de esperar que en ese momento el presidente siga la tradición política que en su momento lo trajo al poder y acceda a retirarse.

Hay que ser claros: en China, existe una inequívoca política de Estado encaminada al desarrollo, y el funcionario público chino le sirve al pueblo, no a sus propias vanidades.

Finalmente, es improbable que Xi busque un tercer periodo presidencial porque no lo necesita para ver cumplir su plan de gobierno. Quizá es por la inseguridad de pertenecer a una región marcada por las políticas cambiantes de gobierno  que algunos ven en esta enmienda un intento de prolongación en el poder por parte del presidente. Pero hay que ser claros: en China, existe una inequívoca política de Estado encaminada al desarrollo, y el funcionario público chino le sirve al pueblo, no a sus propias vanidades.

 

Desarrollo chino

En los cinco años desde que fue elevado a la presidencia, Xi ha impulsado numerosas políticas ambiciosas que corresponden a las aspiraciones de un rejuvenecido pueblo chino de continuar desarrollándose y de posicionar a China como un gran poder responsable. Estas incluyen la fuerte campaña anticorrupción (con ya más de un millón de oficiales disciplinados por malas prácticas), la transición de la economía hacia un modelo más sostenible y de calidad, la ejecución de la iniciativa de la franja y la ruta (con un valor estimado de un trillón de dólares) y el posicionamiento del yuan como una divisa internacional, para mencionar solo algunas.

Como es tradición para todo mandatario chino, estas políticas, junto a su pensamiento, ya fueron consagradas en las constituciones del PCCh y de la RPCh. Garantizado así su legado, Xi no necesita permanecer en el poder.

Si la decisión del Congreso no da para hablar de Xi como nuevo emperador, entonces ¿qué tanto se hizo en esos 15 días?

Por una parte, se creó todo un nuevo órgano Estatal, la Comisión Nacional de Supervisión, que cumplirá funciones anticorrupción para potenciar la promesa del presidente de hacer de China un Estado en el que haya imperio de la ley. Por otra, se dio una reorganización comprensiva del gabinete—eliminando algunos ministerios y consolidando las funciones de otros—que apunta a un gobierno que en los siguientes años priorizará la protección al medio ambiente, una mejor regulación del sistema financiero, la reducción de la brecha entre el campo y la ciudad, la mejora en el sistema de salud y la expansión de la cooperación para el desarrollo.

Este año se celebran 40 años desde que China inició su política de reforma y apertura. En estas cuatro décadas, el país asiático ha hecho un esfuerzo serio de aprender del mundo para actuar en él. Por su parte, la polémica que se creó alrededor de la enmienda demuestra que Colombia—y Occidente en general—aún tiene mucho por entender de China en sus muchas particularidades. Si no ahora, ¿entonces cuándo?

 

Profesor de la maestría de Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia. Experto en China