Preocupante a cual más la previsión del Banco de la República en torno a que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de la economía colombiana en el primer trimestre de este año no habría sido superior a 1,3 por ciento. Ya varios centros de estudios privados e incluso instancias internacionales habían advertido sobre un porcentaje similar e incluso inferior, pero el hecho de que ahora lo haga el propio Emisor confirma que el llamado efecto rebote del sector productivo local, que se había previsto en diciembre pasado para este 2017, no se está dando con el dinamismo ni la celeridad pronosticadas.
Es claro que el lapso enero-marzo fue muy difícil para la economía local. Aunque hubo indicadores positivos en algunos rubros, la recuperación todavía es muy lenta, lo que hace muy difícil que al cierre de 2017 se pueda mejorar sustancialmente el magro 2 por ciento que creció el PIB el año pasado.
Los indicadores de la industria continúan dejando mucho qué desear, como lo evidencian los informes del DANE y del gremio respectivo. La confianza del consumidor sigue en terreno negativo. El desempleo ha mostrado una leve tendencia a la baja, ubicándose en un 9,7 por ciento. La construcción ha empezado a reaccionar levemente en materia de nuevas licencias. Las ventas del comercio minorista apenas sí han subido. El dólar ha fluctuado caprichosamente alrededor de los 2.900 pesos por divisa. La cotización del petróleo no ha podido volver a recuperar el piso de los cincuenta dólares barril. La inversión extranjera muestra cautela ante los escándalos de contratación de los últimos meses y la inflación anualizada se mantiene por encima del 4,6 por ciento, aunque con tendencia a la baja en los primeros cuatro meses de 2017. Las expectativas de una reducción del costo de vida más rápida no se cumplieron debido al impacto en la canasta familiar que tuvo la entrada en vigencia de la reforma tributaria, en especial el aumento en tres puntos porcentuales del IVA. Las tasas de interés del Banco es cierto que han ido cayendo pero su traslado a la economía real por parte del sistema financiero aún no se siente en el bolsillo de los colombianos.
Un crecimiento trimestral de 1,3 por ciento es a todas luces mediocre, por más que se trate de buscar explicaciones a ese resultado. Menos aún se puede conformar el país con que otras naciones de la región estén por debajo de ese porcentaje. Es más, si ese fuera el caso, Perú y Paraguay pero sobre todo, Bolivia y Panamá -de los datos oficiales conocidos hasta el momento- están por encima de nosotros.
Ojalá que este segundo trimestre tenga un desempeño mejor, pero lamentablemente algunos gremios económicos advierten lo contrario. El pesimismo al respecto es creciente, a tal punto que las previsiones sobre lo que podría crecer el PIB en este 2017 cada día se están replanteando más hacia la baja. El propio Banco de la República ya apuesta porque el crecimiento a diciembre esté alrededor de 1,8 por ciento. En esa misma línea se han ubicado otros pronósticos que meses atrás apostaban por un 2,5 por ciento en promedio.
El Gerente del Emisor, en el reciente informe sobre la inflación, advertía que “… en el corto plazo, el aumento del IVA y de otros impuestos indirectos ha afectado la capacidad de gasto de los hogares y por esta vía el consumo. El menor poder adquisitivo de las familias debido al incremento de la inflación y las acciones de política monetaria necesarias para hacer retornar la inflación a la meta del 3%, también han sido factores que han contribuido a la desaceleración del crecimiento económico”. A ello se suma que aunque se ha observado alguna recuperación de la demanda externa, su crecimiento sigue bajo y es insuficiente para impulsar de forma robusta las exportaciones. El propio Banco proyectó que tras lo visto en el arranque de 2017 cabe esperar un crecimiento económico bajo y con una recuperación “modesta” en el segundo semestre del año.
Como se puede concluir, por más que desde las altas esferas gubernamentales y gremiales se insista en que es necesario empezar a derrotar el clima de pesimismo que persiste en el país, mientras la economía no dé señales de reactivación más tangibles, difícilmente se podrá cumplir ese propósito.