¿Bacrim en Bogotá? | El Nuevo Siglo
Domingo, 6 de Mayo de 2018
  • Choque entre Defensoría y Alcaldía
  • Urge redoblar estrategia de seguridad

 

La denuncia de la Defensoría del Pueblo por la presunta presencia de bandas criminales de gran espectro en varios barrios de la localidad de Ciudad Bolívar, una de los sectores más habitados de la capital del país, sobre todo por familias de estratos socio-económicos medios y bajos, generó una controversia altisonante entre esa entidad del Ministerio Público y la Administración Distrital. La primera se sostuvo en su alerta temprana en torno a la detección de facciones de las llamadas “Autodefensas Gaitanistas” -también llamadas ‘Clan del Golfo’-, ‘Los Rastrojos’ y las ‘Águilas Negras’. Y la segunda replicó que las informaciones recaudadas por la Policía, las Fuerzas Militares, los organismos de Inteligencia y la Secretaría de Seguridad en ese populoso sector de la ciudad, no daban cuenta de tal situación. El Gobierno nacional terció en la controversia indicando que se habían activado distintas instancias para dar curso a la alerta temprana y adoptar las medidas del caso para hacer frente, si existe, a esta amenaza a la seguridad y orden público.

Más allá del rifirrafe entre la Defensoría y la Alcaldía capitalina, lo cierto es que la denuncia debe investigarse a fondo. La posible incursión de estas bandas criminales de gran espectro, más conocidas como Bacrim, es un hecho grave. En otras ciudades capitales, esas organizaciones criminales son hoy por hoy el mayor factor de inseguridad, dado que su modus operandi no sólo es muy violento, sino porque se especializan en el ‘control’ a sangre y fuego de todo el espectro delincuencial, es decir que manejan desde las redes de microtráfico de narcóticos, extorsión, contrabando y de robo de carros y motos, hasta otras actividades criminales de menor calado pero con gran impacto en la ciudanía como el hurto de celulares, créditos ‘gota a gota’, prostitución y hasta la ‘parcelación’ ilegal del espacio público, cobrando tarifas a los vendedores ambulantes para dejarlos trabajar en determinadas áreas. Igualmente no pocas de estas Bacrim se convierten en satélites de grandes carteles del narcotráfico e incluso de las tenebrosas ‘oficinas de cobro’, que tienen a su servicio redes sicariales para realizar ‘ajustes de cuentas’, secuestros y asesinatos selectivos…

En medio de la polémica sobre la existencia o no de las Bacrim en Ciudad Bolívar se han escuchado algunos argumentos contradictorios. Por ejemplo, hay quienes han replicado que las bandas criminales de gran espectro no operan en esta localidad y que la mayor prueba de ello es que los homicidios allí son más producto de riñas, actos de intolerancia o víctimas de atracos, y no de casos típicos de ‘ajustes de cuentas’ entre facciones criminales rivales, como se ha visto en otras ciudades como Medellín, en donde las bandas no sólo reclutaron a muchos “combos”, “pandillas” y facciones de delincuencia común y difusa, sino que han tratado de imponer su ‘dominio’ en sectores amplios de las comunas y hasta de sectores céntricos de la capital paisa. Obviamente el argumento de que no operan en esta localidad bogotana  las Bacrim pero sí bandas criminales comunes no deja de resultar un tanto polémico, ya que, al final, unas y otras son igualmente peligrosas, manejan millonarias cantidades de dinero y victimizan a la ciudadanía de forma directa o indirecta.

Sin embargo, la sola posibilidad de que facciones tan peligrosas como el “Clan del Golfo’, “Los Rastrojos” y las “Águilas Negras” pueden llegar a ‘reclutar’ a esas bandas de delincuencia común en Bogotá, es ya de por sí un riesgo de seguridad urbana muy alto. Para nadie es un secreto que hay algunos barrios periféricos en donde sus habitantes están sometidos a constantes abusos y presiones de pandillas y bandas locales. Sectores a donde la Policía sólo puede acceder con patrullas numerosas y previo despliegue de efectivos en distintos sectores. Sectores en donde son extorsionados desde el dueño de la tienda de la cuadra, el vendedor ambulante, los carros que surten de víveres y alimentos, hasta los transportadores formales e informales que trabajan hasta altas horas de la noche y la madrugada.

Como se dijo, lo importante no es saber quién gana el pulso entre la Defensoría y la Administración Distrital. Ese es un tema secundario, por más que la discusión se haya dado con un gran eco mediático. Lo importante es que la estrategia de seguridad para Ciudad Bolívar y otras localidades de la capital del país se refuerce de forma sustancial y contundente, ya sea que el accionar delincuencial corra por cuenta de la posible incursión reciente de las Bacrim o de organizaciones de delincuencia común de vieja data. No hay que llamarse a engaños: la seguridad en Bogotá se deteriora día tras día y es momento de aplicar un nuevo esquema para consolidarla eficientemente.