Bogotá y las presidenciales | El Nuevo Siglo
Viernes, 11 de Mayo de 2018
  • Prioridades capitalinas irrumpieron en campaña
  • Su peso político y electoral inclinará la balanza

A un poco más de dos semanas para la cita en las urnas en la primera vuelta presidencial, los temas de Bogotá irrumpieron con fuerza en la contienda por la Casa de Nariño. Un debate entre los principales aspirantes a suceder a Juan Manuel Santos, sendos diagnósticos gremiales sobre las  problemáticas de la ciudad, distintos informes de centros de estudios privados alrededor de las urgencias del Distrito respecto a la Nación, así como no pocas polémicas en el Concejo, los medios locales y la propia Administración han permitido que la campaña, por fin, se enfoque en lo que está pasando en la capital del país y cuál debería  ser la relación del próximo Jefe de Estado con el alcalde Enrique Peñalosa y sus proyectos y programas.

De toda esa discusión en los últimos días han quedado claros varios aspectos. Por ejemplo, que según todos los candidatos es necesario redimensionar la interacción  entre la Casa de Nariño y el Palacio Liévano, bajo la tesis de que los asuntos bogotanos no han tenido en los recientes mandatos presidenciables la importancia y prioridad  necesarias, no solo por ser la capital del país y generar casi una cuarta parte del PIB nacional, sino porque la ciudad es elemento esencial de varias políticas estructurales, como las de reparación de víctimas de la violencia, disminución de la pobreza multidimensional, plan de choque por la ola migratoria venezolana, relanzamiento del proyecto ciudad-región, implementación del proceso para la primera línea del sistema Metro, el arranque del tren de cercanías, el debate por la reforma  a la reserva ambiental Van der Hammen, las nuevas fases y troncales del sistema Transmilenio, el plan de recuperación del río Bogotá…A todo lo anterior hay que sumar que la urbe juega papel protagónico en temas como las reformas penales para atacar la reincidencia criminal, un aumento en el pie de fuerza policial por cada cien mil habitantes, ajustes al programa de alimentación escolar, la ampliación de la jornada única en educación primaria y secundaria, una nueva modificación al sistema nacional de regalías, la reformulación de programas como “Ser pilo paga” y las distintas propuestas en materia pensional, de salud, laboral, ambiental y de planes de ordenamiento territorial, entre muchas otras.

Los debates alrededor de los asuntos capitalinos han dejado en claro que hay distintas ópticas entre los candidatos sobre cómo manejarían su relación con el Distrito y los programas bandera de Peñalosa, evidenciando el alto grado de discrecionalidad que se puede aplicar desde la Casa de Nariño respecto a la ciudad y sus principales problemáticas y urgencias. Prueba de ello es que mientras uno de los aspirantes sostiene que si llega a la Presidencia de la República en su primer día de mandato trataría de reversar el proceso para la construcción de un metro elevado, el resto ratificaría los diseños y financiación para uno subterráneo. A su turno, la Administración Distrital y el propio Gobierno nacional saliente replicaron que modificar todo el proceso sería, de un lado, un imposible jurídico y, de otra parte, implicaría un golpe mortal al tan dilatado anhelo de los capitalinos para contar después de tantas décadas con este sistema de transporte masivo, clave para superar la crisis en materia de movilidad que a diario sufren más de ocho millones de personas.

Visto todo lo anterior, se entiende la inquietud que existía entre los capitalinos por el bajo protagonismo de Bogotá en la contienda por la Casa de Nariño, si bien todos los aspirantes han lanzado sus respectivas propuestas para la ciudad, unas más concretas y puntuales que otras. Un protagonismo soportado no solo en la amplia temática ya referenciada sino en el hecho cierto de que política y electoralmente  la votación en la ciudad bien puede inclinar la balanza en la carrera presidencial. Habrá que esperar qué pasa el 27 de mayo y cuáles candidatos pasan a la segunda vuelta. Allí se espera que las prioridades de la ciudad se pongan en un plano aún más definitivo dado el peso específico de la urbe más importante del país.