Con hechos y autenticidad | El Nuevo Siglo
Jueves, 31 de Mayo de 2018

La última partida electoral no puede jugarse con ilusiones prometidas en la primera ronda. Al margen del potencial de votos y porcentajes obtenidos por los dos punteros, este episodio final, solo tiene cabida para lo concreto. Las necesidades no dan espera.

La estructura económica planteada por Duque, asegura definirla en los primeros cien días de Gobierno, ante reclamo de empresarios por la garantía jurídica en sus operaciones, al igual que con instituciones sociales para aplicar reducciones tributarias para toda actividad y el consumo básico ciudadano.

El agro, propiedad y utilización de la tierra, no quedan atrás en espera de normatividad con margen proteccionista, si se tiene en cuenta, su actual reactivación exportadora de alimentos, en acción, a la caza de llegar a los cinco continentes.

Duque o Petro, tendrán clima caliente en sector laboral, frente a desempleo e incumplimiento de normatividad exigida, a quienes ofrecen trabajo evadiendo   obligaciones de distinto orden. El primer pulso será a final de año, por el reajuste salarial para 2019.

Estas funciones requieren equipo sin camiseta política, sino con conocimiento y experiencia probada; por ejemplo, para un contingente ejecutivo de Petro o de Duque, están obligados a conformarlo con capacitados, no soñadores, de izquierda o derecha.

Es claro que el Acuerdo de Paz, en justicia y reparación, es la pieza más sensible en la disputa por la Presidencia. Ninguno de los dos aspirantes, puede caer prácticas desgastas, metiendo miedo, como pronosticar catástrofe nacional, al primer escollo, y esgrimir así, mando autoritario.

El criterio ciudadano, es unánime: la Paz es y será, el mejor negocio para los colombianos. Recuerda, principio jurídico mundial; dice que no siempre, la cárcel es respuesta, sino el trabajo de reparación para atender víctimas, en zonas urbanas y agrarias. Es concepto que encaja en el caso colombiano.

Y se suman los focos de corrupción pública y privada, grande y pequeña, que han hecho mella, y están en la gaveta del verdadero olvido o en la misma justicia, que también ha tenido patinadas en sus despachos.

Duque, es esperado sin el -coach acelerado- que grita y se pone alzado, defendiendo “democracia y confianza inversionista”.

 Petro, sería mejor con humanismo, del que tanto habla; no con la sombra del presunto “madurismo”, que lo hará estrellar.

Tampoco se desconoce que los partidos tradicionales, están resquebrajados, en Colombia y Europa, como acaba de suceder en Italia, Francia y España; ahora están urgidos de gobernar para la gente, sin mirar si tienen ideología, zurda o ambidiestra.   

Es el espejo para Colombia. No se debe elegir presidente, solo con sueños y esperanzas, en lugar de gobierno constitucional; pero sin prevenciones ideológicas, que impiden hechos concretos y auténticos para bien de todos.