¿Explotar crudo o plantar aguacates? | El Nuevo Siglo
Jueves, 10 de Mayo de 2018
  • Hay que “sembrar el petróleo”
  • Dilemas del desarrollo nacional

 

Al avanzar la campaña presidencial se lanzan propuestas sobre cómo promover el desarrollo, volver al país más competitivo y mejorar los ingresos nacionales. En ocasiones, algunas sugerencias suenan atractivas pero en la práctica son inviables, nada económicas y perjudiciales para el medio ambiente.

Reflexionar sobre la inversión en el campo en un país signado por la violencia y dividido por el atraso de la periferia durante tantas décadas es, sin duda, positivo. Es claro que para incorporar muchas regiones olvidadas al desarrollo es fundamental mejorar la educación, infraestructura, transporte y  comunicaciones. Por ejemplo, hoy es vital asegurar el acceso a internet, ya que facilita y expande la transmisión de conocimientos a las poblaciones más alejadas y atrasadas.

En medio de la campaña se planteó la alternativa de sembrar aguacates de forma intensiva como una fórmula para disminuir la dependencia de las rentas petroleras. No estamos de acuerdo con tomar a burla la idea. Debe ser analizada y sopesar sus eventuales beneficios o desventajas. Contra lo que se piensa a primera vista en cuanto al desarrollo de Estados Unidos, una de las mayores fuentes de ingresos de esa potencia procede de la producción agrícola. Argentina, en nuestra región, por cuenta de sus exportaciones agropecuarias figuraba a mediados del siglo pasado como un país desarrollado y con mejores ingresos que varias naciones de Europa, pero esa potencia decayó después por cuenta del populismo, las dictaduras y la violencia urbana. La revolución más importante en Brasil se produce en el Cerrado, que es la sabana biológicamente más rica del mundo y un enclave de producción de alimentos de primer orden. Sin el mismo el gigante suramericano no podría haber adelantado las políticas de superación de la pobreza y diversificación exportadora más allá del café y el crudo.

Cosa distinta es que el candidato presidencial Gustavo Petro sostenga que la exportación de aguacates en México produce más recursos que el petróleo. Lo cierto es que los ingresos por hidrocarburos en ese país superan de lejos los del citado producto agrícola. Incluso al comparar los efectos sobre el medio ambiente que tiene la explotación de crudo y la siembra de aguacates, resulta que los expertos certifican que los daños ecológicos son menores en la primera. Es más, los generados por el cultivo son irreversibles. Tampoco es una actividad económica de corto plazo, ya que mientras se consiguen y adecúan las tierras, se siembra el producto, instala el sistema de riego -así sea artesanal- y se hacen inversiones viales y de otra índole para facilitar la comercialización, pueden pasar entre cuatro, cinco años o más. También es de anotar que el volumen de empleo y mano de obra que genera el aguacate no se compara, ni de lejos, con los del café, por ejemplo.

En materia agrícola no se puede perder de vista que los países más avanzados cuentan con energías limpias, vías y tecnología de punta para producir más con menos mano de obra y mejores precios. No en vano el Centro Experimental Gaviotas, situado en la altillanura, ha realizado experimentos reconocidos mundialmente que permiten deducir que es posible sembrar en la Orinoquia de seis a ocho millones de hectáreas de árboles maderables, dándole a la industria comercial forestal un alto valor agregado, capacidad de generar más empleo e impulsar las exportaciones. Este es uno de los negocios más rentables a nivel mundial y que preserva y enriquece el bosque nativo tropical y las reservas naturales.

No podemos caer es en la falsa disyuntiva de si explotar el crudo o sembrar aguacates. Es un dilema mal planteado. Nadie promueve una industria petrolera depredadora del medio ambiente, sino una actividad económica rentable regida por procesos ambientalmente sostenibles.

Sobre el tema, el venezolano Arturo Uslar Pietri, en 1930, con visión y sabiduría, planteó la solución: “sembrar el petróleo”. Es decir, invertir las regalías del crudo en desarrollo nacional. Si el vecino país le hubiese hecho caso, hoy sería una potencia mundial. En el caso colombiano, es obvio que se demoró casi 100 años en sacar provecho del petróleo. Pero hoy por hoy gran parte de los presupuestos  oficiales para vías, escuelas, hospitales y las Fuerzas Armadas provienen de las divisas de la industria de los hidrocarburos.

Se necesitan grandes ejecutores para invertir con eficacia las billonarias regalías petroleras. También para atraer inversión extranjera al sector y dirigir su plusvalía a desarrollar la periferia del país. Son escasos los hombres públicos probados en la ciencia práctica de gobernar. Uno de ellos es el candidato Germán Vargas Lleras, quien con su experiencia y voluntad política puede movilizar las energías nacionales e invertir con visión los recursos para el desarrollo.