El pastor y las ovejas | El Nuevo Siglo
Miércoles, 6 de Junio de 2018

La parábola de la oveja perdida, que exponen S. Lucas, en el capítulo 15 y S. Mateo en el Capítulo 18, es una enseñanza que llega ahora, oportunamente, para entender lo que está sucediendo a raíz de la propuesta que en la columna de la semana pasada se me ocurrió exponer y algunos de los líderes del país han acogido, por distintas razones y el señor Registrador Galindo ha decidido desvirtuar, valiéndose del púlpito que ocupa y apoyándose en las mentiras y en su mala fe.

En efecto, Galindo Vaca ha pregonado, a diestra y siniestra, que el voto en blanco es inválido en la segunda vuelta. Invoca con ese fin el artículo 258 de la Carta. Olvida ese líder de la ignorancia que la democracia, según la Teoría General del Estado, consagra la legitimidad del poder, siempre que quien lo ejerza cuente con el respaldo de las mayorías. En ese orden, si la mayoría rechaza a X y Z, significa que hay que postular otros candidatos que seduzcan al pueblo soberano, en una segunda primera vuelta. En síntesis, que hay que convocar otra elección para escoger al gobernante, una vez los finalistas son rechazados. Pregonar que de los dos males el pueblo está obligado a escoger el menos grave, es una tinterillada.

La propaganda tiende a evitar que haya una oveja descarriada. Por esa razón al pastor mentiroso se le aplaude por ir corriendo a rescatar a quienes se liberan del rebaño que conduce al matadero y en ejercicio de su libertad política   se apartan de la manada.  

Claro que el tema es complejo, y lo es no porque el voto en blanco sea inútil como lo predica Galindo. No, la dificultad estriba en que hay muchos que tienen el temor de que ese libre sufragio no produzca efectos prácticos y por el contrario, patrocine al triunfo de cualquiera de los descalificados, descalificados porque uno y otro se constituyen en un riesgo para la paz que tanto necesita este traicionado pueblo, víctima de la corrupción ególatra de sus gobernantes, del afán del pastor que enfermo de narcisismo no tolera que una oveja huya para buscar su libertad. Pero claro, el asunto no es una circunstancia local, todo lo contrario, es consecuencia de la globalización que hace de este pedazo del planeta una colonia más de los imperios. 

El valor del voto en blanco no es una tesis inventada. No, es la que alega el maestro Max Weber, algo simplemente racional. La obediencia no se debe derivar del poder coactivo del gobernante, sino del afecto de los gobernados; si los gobernados no lo acepta lo natural es que para que reine la paz se escoja a otro que logre ese consenso, no por la manipulación de la publicidad de la campaña, sino porque su personalidad y su historia seducen. No es el miedo sino el amor y la identificación. (Sentencia C 490/ 2011).