El reencauche | El Nuevo Siglo
Jueves, 7 de Junio de 2018

Liberalismo y conservatismo revivieron la vieja experiencia política basada en destapar estrategias cuando no cuentan cada uno, con candidato fijo hasta el final, como acaba de suceder.

El oportunismo, aunque no es delito, es física viveza para instalar Presidente y meterse como sea, en la toldo del Gobierno. Son manipulaciones propias de politiquería que siempre aparecen con apetito burocrático.

El primer puesto de Duque y el segundo de Petro, les quedó de perlas. El demócrata, favorito con respaldo, mientras que con el populista de segundo, no les quedaba bien el apoyo.

Los partidos tradicionales, acomodados desde el siglo pasado como dueños del sofá, repiten ahora algo parecido al -Frente Nacional- (1958-1974), que tejió cada 4 años, compadrazgo y corrupción; en esa época nada se investigaba.

El reencauche del viejo partidismo se hizo evidente ahora, como ha sido tradicional en distintos episodios de la nación. Esta vez, actuaron a lo último, y encontraron silla, tapete y florero, para abrazar con supuesta sinceridad, al candidato con fachada democrática.  

El voto en blanco es expectativa con Fajardo, tras su tercer lugar en la capital. Hay ciudadanía que le sugiere crear partido independiente, porque muestra ganas para alcaldía de Bogotá; otros no descartan su apoyo condicionado a Duque.

El ganador de esta última votación tiene obligatorio cumplimiento, con transparencia, en las áreas económicas y sociales. Lo exigido es cero empleomanías y cero mermeladas como lo promete Duque.  

Las finanzas para 2019 están en primer plano, junto a justicia, educación, trabajo y carreteras de interconexión regional, prometidas o atrasadas, hace décadas. Esa es vergüenza nacional, sin que haya alguien que borre la mancha.

El sector empresarial justifica su respaldo a Duque; esa alta mayoría, no aguantaría una gestión populista; menos ahora, que el país pisa la alfombra de la Ocre, considerada como la “ONU de la economía mundial”.  

Por eso, el  apoyo al mandatario, en Senado y Cámara, reclama  agenda legislativa con criterio profesional, sobre contenidos, no por partidismo, ni por contratos, una vieja  artimaña enquistada en algunas curules hace muchos años.                               

Este relevo, parece se desarrollará en escenario diseñado a última hora, para que los actores, sigan libreto democrático, y se borre el guion populista, sensacionalista y despreciativo, hacía lo privado. El populismo, prende luces, pero no sabe conducir.

Las exigencias sociales, tampoco se pueden convertir en ideales de bandera política, prometiendo estrategias que -dicen- pueden cumplirse con amplio cubrimiento sin distingo de estratos. Después voltean la torta, como parte del engaño populista, camino al fracaso.

Y del nuevo Presidente, por demócrata que sea, se espera Ejecutivo efectivo e imparcial, con decisión práctica; ojalá sin voces soplando por debajo de la mesa de trabajo, o lagartadas de los reencauchados melosos.