Francisco en Escuela de Santidad (IV) | El Nuevo Siglo
Viernes, 22 de Junio de 2018

Prosiguiendo la presentación de la Exhortación Alegraos y Regocijaos”, del Papa Francisco, completemos lo que expone en el Cap. III, cuando, después de referirse a las Bienaventuranzas como “carnet de identidad” de la santidad, amplía lo delgran protocolo o cuestionario para el juicio final. Dedica cinco acápites (nn.95-99), en donde expresa, con sencillez, que “ser santo no significa blanquear los ojos”, ni siquiera “una simple invitación a la caridad”, sino, con sincera apertura y entrega a los deberes para con el prójimo, a quien ve y ama, como camino al amor de Dios a quien no ve.

Lo anterior lleva al Papa a denunciar “ideologías que mutilan el corazón del Evangelio” (nn. 100-103), que separan ese servicio al prójimo de la relación con el Señor, con descuido de lo debido a inocentes inmersos en una sociedad de consumo, acogiendo prácticas de aborto y eutanasia cubiertas con falsos ropaje de defensa de derechos de la mujer y del doliente. Agrega que para tener real santidad, es preciso practicar el culto que más agrada a Dios: “oración” y “misericordia”. Señala ésta como “la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia”, “llave del cielo”, “que no excluye la justicia y la verdad” (nn. 104-109).

Pasando al Cap. IV, indica las que deben ser Notas de la santidad en el mundo actual”Presenta como tales: “Aguante, Paciencia y Mansedumbre” (nn. 112-121); “Alegría y Sentido del humor” (nn. 122-128); “Audacia y Fervor” (nn. 129-139); “Sentido Comunitario” (nn. 140-146); “Oración Constante” (nn. 147-157). Considera estas Notas como vivencia de lo expuesto en el Cap. anterior sobre las Bienaventuranzas, no fácilmente aceptadas a primera vista, pero elementos de gran sentido práctico. Hay al aceptar esas Notas, manera de vivir para “no dejarse vencer por el mal, sino vencer el mal con el bien” (Rom. 12,17).  Afirma que la aceptación de ellas no es conformismo ni debilidad, sino signo de fortaleza y madurez humana (nn. 112-114).

Para vivencia de esas Notas, se necesita ayuda de la gracia divina que inclina a la “humildad, cimiento de la verdadera santidad”. No es algo inicialmente agradable, pero da paz, serenidad y alegría, que solo anidan en un corazón pacificado (nn. 116-121). También, indica cómo se llega por ellas a vivir la “la alegría cristiana”, y hasta tener el “sentido del humor”. Todo ello signo de santidad que se ha reflejado en los verdaderos santos y en María Santísima, que, desde su unión con Dios, expresa su “alegría en el Espíritu” (nn. 122-128). Cuando hay ese alegre y pacifico espíritu, hay base firme y serena para actuar con “audacia y fervor”, como hay que vivir la fe y proclamarla como creyentes en un Dios de bondades, que, bien presentado, “es siempre novedad” (nn. 129-139).

Como estilo para vivir verdadera santidad, señala, el Papa, el “ambiente comunitario”, que es preciso cultivar en las parroquias, familias y pequeñas comunidades sectoriales (nn. 140-146). Nuevo factor para vivirla es la “oración constante”. Dice: “no creo en la santidad sin oración”. Insiste en los momentos de contemplación, pero sin evasión del mundo que nos rodea y del encuentro con Jesús en el prójimo (nn. 140-157). (Continuará)

*Obispo Emérito de Garzón

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