Reparos al proceso electoral | El Nuevo Siglo
Martes, 19 de Junio de 2018


No es sano, además indelicado, cuestionar la decisión de quien hubiese resuelto votar por un candidato distinto al suyo.
La democracia desde la época de Platón y Aristóteles es "una forma de convivencia social en la que sus miembros son libres e iguales (...)"
Nadie puede arrogarse el derecho de decidir por otro u obligarle.
El Código Penal colombiano consagra como delitos electorales con penas de hasta 9 años de prisión, aquellos que contraríen la objetividad, la transparencia y la igualdad en el sistema electoral.
El triunfalismo incomoda porque está claro que el ganador no solo ha de gobernar para quienes votaron por él, sino para todos; y ya pasada la contienda la vida continúa.
Sin embargo, muchos electores por el afán de mantenerse triunfantes atropellan a quienes no tienen su misma forma de pensar, inclusive no les importa terminar relaciones de amigos y familiares, sólo por presumir que solamente ellos tienen la razón. 
Vimos macartizar a diario, particularmente en redes sociales, a quienes manifestaban sus simpatías por un determinado candidato, e inclusive a quienes prefirieron votar en blanco.

Es el caso de lo sucedido con Ingrid Betancur y su deseo de acompañar a Gustavo Petro, cuando a criterio de algunos debió haberlo hecho con Iván Duque; y para no ir muy lejos, el caso de Jorge Enrique Robledo y de Sergio Fajardo, pregoneros del voto en blanco, contra quienes llovieron injustos improperios y críticas. 
De otro lado, los liberales que resolvieron apoyar a Petro y satanizaron a sus copartidarios que no lo hicieron, al suponer que el candidato de "Colombia Humana" interpretaba fielmente el "ideario Liberal" de Alfonso López Pumarejo, Jorge Eliécer Gaitán y Luis Carlos Galán, cuando lo que se trataba, al parecer, era de una estrategia de marketing electoral.
Eso no es sano, como tan poco lo fue haberle jugado sucio al candidato de la colectividad roja, Humberto De La Calle Lombana, luego de escogerlo mediante una costosa consulta interna y dejarlo sólo en el momento de las elecciones.
Es digno reconocer que a pesar de todo, las bases populares y otros que se dicen "decentes", participaron abiertamente en el debate a través de las redes sociales,
pero lamentablemente en casi todos los casos prevalecidos de la injuria y la calumnia, a pesar de existir tantos asuntos que discutir desde el punto ideológico y programático.
Escenario estéril que pudo haberse hecho constructivo, si se hubiesen enriquecido los temas con el vocabulario apropiado; e igualmente, si se hubieran expuesto las necesidades e iniciativas de manera más cerebral y menos emocional.
Maledicencia es la acción o hábito de hablar en perjuicio de alguien denigrándolo, la cual junto con la murmuración están encaminadas a fijarse en el error del otro y no en el propio.
Difícil construir la paz en un país donde se habla mal de todo y de todos.
Bien lo anotaba Piero, cantautor argentino al sugerir el “desarme de conciencias, palabras y corazones”, como fórmula indispensable para poder acabar con un conflicto de más de cinco décadas en Colombia.
En consecuencia, la juventud tiene el gran reto de reconstruir el país, pero necesita saber distinguir entre la verdad y la mentira, y seleccionar muy bien la calidad de la información que consulta a través de sus computadores. 
Éste ha sido un país de hegemonías y de conflictos, de rencores y sed de venganza que es hora de cambiar hacia una nueva realidad ética, económica y social que garantice los mecanismos democráticos.
Dejar el fanatismo, bajarle a la intensidad y subirle a la objetividad.