El hecho de que el presidente electo no nos inspire confianza no significa que esté obligado a hacer las cosas mal para que al país le vaya mal. Como buen cambiante profesional de opinión, es probable que haga como mandatario lo contrario de lo que prometió como candidato y que de contragolpe las cosas le salgan bien.
Pero es lo que da la tierra. Como “cada torero lleva su propia cuadrilla” (hasta los toreros que van a acabar con la fiesta brava) se va a rodear del “Roysputín” de la democracia para embrujar a los parlamentarios y votar sus proyectos de ley, y trabajará con el más reconocido conservador de izquierda, Álvaro Leyva, para manejar las relaciones internacionales.
Curiosamente, el futuro canciller es nieto de general de la República Lisandro Leyva Mazuera e hijo de Jorge Leyva Urdaneta, uno de los más connotados lugartenientes de la centroderecha que lideraba Laureano Gómez Castro quienes, obviamente, deben estar revolcándose en sus tumbas con las peripecias y cabriolas de siniestra emprendidas por Álvaro, encubiertas y disimuladas en los pliegues inciertos de esa bandera de la paz que prohijó JM Santos y que nos tiene sumidos en un verdadero conflicto. Es la que van a replicar con las otras guerrillas y que aspiran vender a la comunidad internacional a instancias del ya veterano entrante Canciller.
Post-it. De la Declaración de la Comisión de la Verdad -nuevo Catecismo del Padre de Roux- pude leer el “Preámbulo”, y del informe final (896 páginas) quedo pendiente del resumen que nos traiga María Isabel. Pero con el desayuno se sabe cómo será el almuerzo. Tras un electrizante y ameno recuento de los tiempos de “conflicto” dan puntadas claras de su cosmovisión -de izquierda, obvio- para una “Convocatoria a la Paz Grande”. Resumo alguna de sus perlas y transcribo otras, aclarando que, de entrada, ponen en pie de igualdad al Estado -con sus FFMM- y a la insurgencia: a) universitarios entusiastas por construir una sociedad sin exclusiones ni desigualdad, y a quienes mataron; b) “el Estado -y las élites que lo gobiernan- delegó en las Fuerzas Militares la obligación de defender las leyes, el poder y el statu quo” (como si no fuera esa la lógica); c) “el Estado entró a perseguir al comunismo, mientras que los grupos revolucionarios tomaron las armas en la lucha por el poder cuando interpretaron que había razones objetivas que legitimaban (sic) la insurrección”; d) “en estos veinte años, las dos partes -en momentos distintos, primero las FARC-EP y luego las Fuerzas Militares- estuvieron a punto de ganar la guerra” (equiparan la barbaridad con la institucionalidad y piensan que las Farc estuvieron a punto de ganar la guerra); e) “Gustavo Petro llega a la Presidencia con el propósito de fortalecer el proceso de paz y convocar un diálogo con el ELN y con los grupos que siguen en el conflicto” (otro voto por Petro, que estaba cantado antes de las elecciones, pero que estratégicamente proclamaron después, con su informe); f) “la paz que hicieron los ejércitos en La Habana dejó, sin embargo, la fractura que continúa en la sociedad” (¿dos ejércitos en guerra, y entonces el legítimo, el auténtico, debió claudicar frente al de la guerrilla?). Amén.