En la próxima legislatura será radicado por el senador de la Alianza Verde, Jorge Londoño, un proyecto que busca permitir a los niños donar órganos, como lo pueden hacer el resto de ciudadanos.
El parlamentario dijo que en Colombia falta una cultura y concientización sobre que podemos seguir ayudando a los demás después de que partamos de este plano.
EL NUEVO SIGLO: ¿En qué consiste este proyecto?
JORGE EDUARDO LONDOÑO ULLOA: La propuesta consiste en que los niños también puedan donar órganos, tal y como existe en el caso de la eutanasia e inclusive del aborto. Entonces se trata de que ellos también puedan donar órganos, que seguramente salvarían y servirían para que muchas otras vidas pudieran continuar en su existencia.
ENS: ¿A partir de qué edad los niños o menores de edad podrían tomar esa decisión?
JELU: Eso es lo que estamos estudiando para estructurarlo bien en el proyecto. Se supondría es a partir de la edad de que ellos tengan la posibilidad de definir su propia existencia y de tomar sus propias decisiones.
En principio uno pensaría que un niño de 14 o 15 años ya tiene la capacidad de definir sobre esto, pero es algo que estamos estudiando, en lo cual estamos buscando los suficientes argumentos para saber si es bueno colocar una edad o si, por el contrario, es mejor dejarlo abierto y que sean las autoridades las que en determinado momento lo definan de acuerdo a los casos particulares.
ENS: ¿Qué papel tendrían los padres en esta decisión sobre la donación de órganos de sus hijos?
JELU: Bueno en principio la decisión es del niño, tal y como lo es para la eutanasia y como lo es para el aborto, pero se puede pensar en que también se tenga el concepto de los padres, y en caso de que no haya acuerdo entre padres e hijos, pues que sea una comisión ética la que defina en determinado momento el asunto.
ENS: Cifras en Colombia de donación de órganos son bajas, incluso con la ley que establece que si la persona no declara que no quiere ser donante el Estado asume que sí lo es. ¿Cómo ve usted esta situación?
JELU: Sí es una cultura, es falta de instruir muy bien y de dejar en el imaginario colectivo la idea de que uno puede salvar muchas vidas para después de que parta de esta existencia, y que eso que a uno ya no le va a servir, puede servirle a muchas otras personas.
En países como España, por ejemplo, esta es una cultura que ya está muy desarrollada, pero eso es producto de toda una concientización y de toda una campaña de divulgación, pero sobre todo, insisto, de educación en la importancia que tiene donar órganos.
ENS: La iniciativa de ley podría ser polémica, ¿cómo piensa usted defenderla en el Congreso?
JELU: La idea que siempre he tenido de lo que es una ley es que es un hecho social que se concreta en una norma y que, por lo tanto, debe ser ampliamente discutida, y obviamente pues estaremos abiertos a las diferentes opiniones, seguramente haremos audiencias y seguramente se podrá mejorar el proyecto.
Aún tenemos el borrador y pues lo vamos a radicar el 20 de julio, pero precisamente esa es la magia que tiene la aprobación de una ley, y es que tiene alrededor de 4 discusiones durante las cuales se pueden escuchar y aceptar las opiniones de diferentes sectores, e indudablemente estaremos abiertos a que eso ocurra.
ENS: Por estos días vuelve la discusión sobre el abuso a los niños a partir de nuevos casos que se han presentado y entra en vigor de la cadena perpetua, ¿cuál es su posición frente a este tema?
JELU: Siempre he creído que la cadena perpetua, y seguramente el tiempo nos dará o no nos dará la razón, pero la cadena perpetua no es de por sí un indicador de que van a bajar las violaciones de niños.
Cuando un delincuente delinque, más que estar pendiente de la pena, está pendiente es de si es o no descubierto, de si es o no condenado, y seguramente eso es mucho más efectivo que las grandes penas.
En ese sentido soy pesimista, creo que las violaciones de niños desafortunadamente no van a bajar con esa medida, y entonces lo que hay es que fortalecer los aparatos investigadores del Estado, lo que hay es que fortalecer la denuncia de esos delitos y lo que hay es que continuar, como en el caso de la niña Samboní, que se le impusieron al violador alrededor de 60 años, que es casi una cadena perpetua.