EDITORIAL. Odebrecht, barril sin fondo | El Nuevo Siglo
Sábado, 29 de Julio de 2017

*El pasmoso caso colombiano

*Nuevos avances de la Fiscalía

 

Es muy difícil para cualquier ciudadano del común entender cómo se aplican las más estrictas condiciones para la contratación del Estado, en los montos más ínfimos establecidos en el estatuto correspondiente, pero a la hora de las cifras gigantescas de la infraestructura esos controles se pasan por la faja a partir de los artilugios más rebuscados. Es el caso, ciertamente, de Odebrecht, en el cual la Fiscalía cada día obtiene una mayor cantidad de datos para comprobar los insólitos mecanismos que se utilizaron a fin de entrar a saco en el tesoro público a través de procedimientos espurios destinados a saltarse la ley y evadir los requisitos respectivos.

Esta semana, como es sabido, el caso Odebrecht dio un salto descomunal, no solo por allegar nuevas pruebas la Fiscalía que, por lo pronto, demuestran que las maniobras en la Ruta del Sol 2 y el otro sí de la vía Ocaña-Gamarra son superiores a lo inicialmente admitido por la multinacional brasilera ante la justicia estadounidense, sino porque se anunciaron cargos penales al funcionario de más alto rango en materia de obras públicas en el país, aparte del ministerio, sobre el cual también pesan graves diligencias judiciales. El delito que se va a imputar en la próxima audiencia es nada menos que el de interés indebido en la celebración de contratos, es decir y en términos generales, una conducta ilícita por medio de la cual se interpone la voluntad particular del servidor público al interés de los ciudadanos. Hay allí, en caso de confirmarse la acusación de la Fiscalía por la justicia ordinaria, un cúmulo de actuaciones que eventualmente tienen que ver, a su vez, con uso de información privilegiada, con defraudación a la confianza pública y con elementos circunstanciales virtualmente constitutivos del llamado fraude procesal. Pero más allá de ello está, por supuesto, el gran concierto para delinquir que, en cada una de sus aristas, se confirma cada vez que la Fiscalía anuncia un nuevo pronunciamiento sobre Odebrecht, siempre de la mano del lavado de activos y de conductas ilícitas de tracto sucesivo, nacional e internacional. Y que tiene a todo el país hablando de la fetidez en las más altas instancias de la administración pública. Así las cosas, lo que en principio algunos medios mostraron, de la sucursal colombiana de Odebrecht, como uno de los casos menores en Latinoamérica, frente a otros de mayor envergadura, hoy por el contrario se demuestra que está dentro de la vanguardia de la corrupción continental, gracias en buena parte a ser develado el tema por el ente acusador.  

De hecho, en estos días, por igual, la Fiscalía compulsó copias a la Corte Suprema de Justicia para la indagación de algunos congresistas y excongresistas que harían parte del perverso círculo de Odebrecht. Basta con decir, sobre la magnitud del tema, que la Fiscalía calcula, hasta el momento, alrededor de 84.000 millones de pesos en lo que va corrido en las investigaciones sobre los sobornos para dar y convidar, en las diferentes vertientes. Una cifra descomunal que ni siquiera cabe en la cabeza y que, desde luego, pone de presente el tamaño abismal de la erosión ética. A ello se suma, por lo demás, la entrevista exclusiva por parte del diario El País, también esta semana, al abogado de Odebrecht, en España, partícipe y correa de transmisión de la corrupción en América Latina. Su relato conciso y revelador demostró cómo el método corruptor comenzaba en las campañas presidenciales, con abultadas y veladas financiaciones, inclusive al más alto nivel posible, para posteriormente lograr la adjudicación de las obras más importantes en cada nación. Sobre Colombia dijo que las cifras eran muy seguramente bastante más grandes a las inicialmente contempladas.        

El daño ha sido, por supuesto, enorme. No solo en ese aspecto tremendamente lesivo del erario, sino también en otros. La ingeniería colombiana se acabó prácticamente, a favor de multinacionales extranjeras, y los estructuradores del exterior de las obras así diseñadas, con Odebrecht por delante, no han dicho esta boca es mía. Inclusive se entregaron obras a empresas en default, con altísimos niveles de endeudamiento y, en algunos casos, con incumplimientos al Estado colombiano. De hecho, el músculo financiero provino, en cierta medida, del Fondo Nacional creado para el caso, con dineros similares a la venta de Isagén o los excedentes petroleros del momento, financiando empresas del exterior. Desde luego, nadie podía saber el tamaño de los tentáculos corruptos de Odebrecht, pese a que de antemano se tenían sospechas sobre sus actuaciones desde que, décadas atrás, empezó a operar en el país.

Lamentable para Colombia que ello esté ocurriendo. Pero más lamentable habría sido, claro está, una Fiscalía atónita y fuera de foco. Por fortuna, no fue así, cuando por el contrario ha dicho que vendrán nuevos estremecimientos alrededor de este caso.  

 

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