Solo un 13% de los océanos del planeta puede seguir considerándose salvaje y esta pequeña fracción podría reducirse hasta desaparecer en 50 años debido a un aumento del transporte marítimo, la polución y la sobrepesca, según un estudio científico.
Un equipo internacional de investigadores analizó el impacto humano sobre el hábitat marino, cuando aumentan las escorrentías y el flete marítimo.
Los científicos dirigidos por Kendall Jones, de la Universidad de Queensland, establecieron una cartografía de las zonas submarinas consideradas vírgenes y los ecosistemas “en lo esencial libres de perturbaciones humanas”.
Según su estudio publicado en la revista Current Biology, la mayoría de estas zonas salvajes se halla en los océanos Ártico y Antártico así como en las islas más remotas del Pacífico. Las zonas costeras cercanas a la actividad humana son donde la vida marina es menos floreciente.
“Las zonas marinas que pueden considerarse intactas son cada vez más raras a medida que las flotas mercantes y pesqueras extienden su campo de acción a casi la totalidad de los océanos del mundo y que las escorrentías de sedimentos sepultan numerosas zonas costeras”, declaró Jones.
“La mejora de las tecnologías del transporte marítimo significa que las zonas más apartadas y salvajes podrían verse amenazadas en el futuro, incluidas las zonas antaño recubiertas de hielo y ahora accesibles debido al cambio climático”.
Según los investigadores, sólo el 5% de las zonas que siguen siendo salvajes están en zonas protegidas. El resto es más vulnerable.
“Esto significa que la gran mayoría de las áreas silvestres marinas podrían perderse en cualquier momento, ya que las mejoras en la tecnología nos permiten pescar más profundamente y enviar embarcaciones más lejos que nunca”, lamentó Jones.
Los científicos hacen un llamamiento a fortalecer la cooperación internacional para proteger los océanos, luchar contra la sobrepesca, limitar las extracciones mineras submarinas y reducir las escorrentías contaminantes.
“Las tres regiones marítimas salvajes constituyen un hábitat vital a niveles sin parangón, incluyen una abundancia de especies y de diversidad genética, lo que les da resistencia frente a amenazas como el cambio climático”, explicó James Watson, de la Wildlife Conservation Society australiana.
“Sabemos que estas zonas disminuyen de forma catastrófica. Su protección debe ser objeto de acuerdos medioambientales multilaterales. Si no se hace, probablemente desaparezcan en 50 años”.
La ONU empezó a trabajar en 2016 en un acuerdo internacional que regiría y protegería las zonas de alta mar.
“Este acuerdo tendría el poder de proteger amplios espacios en alta mar y podría ser nuestra mejor oportunidad de proteger la última vida salvaje”, subraya Jones.
“Nos sorprendió lo poco que queda de naturaleza marina. El océano es inmenso y cubre más del 70 por ciento de nuestro planeta, pero hemos logrado afectar significativamente a casi todo este vasto ecosistema”, subrayó Jones.
Con el fin de capturar las diferencias en la influencia humana por regiones oceánicas, los investigadores repitieron su análisis dentro de cada una de las 16 que existen.
Encontraron una “gran variación” en el grado de los impactos humanos. Por ejemplo, más de 16 millones de kilómetros cuadrados permanecen vírgenes en la región del océano Indo-Pacífico, representando el 8,6 por ciento del océano.
De acuerdo con los autores del estudio, los hallazgos destacan una necesidad “urgente de acción” para proteger lo que queda del desierto marino, lo “que requiere un esfuerzo de acuerdos ambientales internacionales para reconocer el valor único de la vida silvestre marina”.