Venezolanos, en carrera hacia Perú antes de que pidan pasaporte | El Nuevo Siglo
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Viernes, 24 de Agosto de 2018
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CANSADOS, deshidratados, mal alimentados y muchos con los pies doloridos, miles de venezolanos aceleraron el paso ayer a través de Colombia y Ecuador y lograron ingresar a Perú antes de que entraran, hoy, en vigor normas migratorias más restrictivas.

En un Centro Binacional de Atención Fronteriza (CEBAF) en Tumbes, situado en medio de campos de banano en el límite entre Ecuador y Perú, una avalancha de venezolanos llegó en las horas previas a que comenzara a regir la obligación de que presenten pasaporte para entrar a territorio peruano en busca de una vida mejor. La gran mayoría son jóvenes, algunos con sus hijos.

Muchos llevaban casi 20 días caminando, viajando en precarios buses rurales o pidiendo la "cola" (como llaman los venezolanos a 'hacer dedo' o solicitar un 'aventón'), tras dejar su otrora próspero país petrolero sumido ahora en una aguda crisis.

"Vine para acá 'mochilando' por Colombia y Ecuador como todos los venezolanos", contó Edgar Torres, profesor de educación física de 22 años de Caracas, quien estaba feliz de haber llegado antes del endurecimiento migratorio. Al igual que casi todos sus compañeros de travesía, no tenía pasaporte ni un centavo en el bolsillo.

En el CEBAF esperó 12 horas en una fila bajo el calor tropical para obtener su tarjeta de ingreso a Perú. Comió su primer plato caliente en 10 días cuando voluntarias de una iglesia de la ciudad de Tumbes llegaron en camioneta a repartir sopa de arroz y papas.

Pese a la odisea, Torres estaba contento, pues tenía un contacto para ir a trabajar de pescador a Acapulco, una caleta cercana a Tumbes, donde espera ganar algo de dinero para seguir a Lima. Más adelante, quiere traer a su mujer y su pequeña hija.

El CEBAF, centro binacional construido en la década de 1990 para dejar atrás los conflictos limítrofes entre Ecuador y Perú, fue diseñado para atender a unos 200 viajeros al día, pero con el éxodo de venezolanos esa cifra se multiplicó por 10, o más.

 

 El lujo de conseguir pasaporte

En las últimas semanas han ingresado unos 2.500 venezolanos cada día, según cifras oficiales, pero la cantidad se disparó en la víspera de que Perú les exija pasaporte, siguiendo el ejemplo de Ecuador.

"Justamente me vine al tiempo tope, como quien dice, en la raya llegué justamente para poder entrar", dijo aliviada Angelí Vergara, secretaria de 22 años, quien lleva años esperado el pasaporte.

Mientras hacían fila en la frontera, los migrantes aprovechaban para descansar, asearse, dormir y tratar de comer algo. En el CEBAF hay un restaurante que vende platos de pollo con arroz a 3,5 dólares, pero pocos venezolanos pueden darse ese lujo.

Las largas caminatas, cargando mochilas o arrastrando maletas y bultos con ropa y alimentos, lesionaron o inflamaron los pies o tobillos de muchos migrantes, como los de Yoilán Landaeta Rodríguez, de 31 años.

La Federación Internacional de la Cruz Roja y la oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur) mantienen personal desde abril en esta frontera para ayudar a los venezolanos.

"Las personas llegan con muy pocos recursos y después de haber hecho viajes, el más corto de cinco o seis días. Hay gente que lleva meses viajando", dijo la oficial de información de ACNUR, Regina de la Portilla.El 

En el CEBAF hay ahora centro de salud y de vacunas. Y también baño, el primero que pueden usar algunos venezolanos en semanas, además de dispensadores gratuitos de agua mineral.

 

Paso fronterizo en Perú no da abasto ante el éxodo de venezolanos

La llegada masiva de venezolanos al noroeste de Perú limítrofe con Ecuador superó este viernes las capacidades del paso fronterizo cercano a Aguas Verdes, horas antes de que Lima comenzara a exigir pasaporte a los migrantes que huyen de la crisis en Venezuela. 

El paso que solía atender a unos 200 viajeros al día está ahora casi colapsado, con el ingreso diario de más de 2.500 venezolanos.

A ambos lados de la frontera la calle principal de Aguas Verdes está llena de tiendas y de puestos sobre la acera que venden ropa, artículos eléctricos y alimentos.

Cientos de personas, así como automóviles y motos, cruzan usualmente de un país a otro cada hora por este puente en el que hay presencia policial en ambos lados pero donde no existe control migratorio.

Muchos venezolanos llegan ahora a esta frontera después de pasar 20 días caminando, viajando en precarios buses rurales o pidiendo la "cola" (como llaman los venezolanos a 'hacer dedo' o solicitar un 'aventón'), tras dejar su otrora próspero país petrolero sumido ahora en la peor crisis de su historia reciente.

"Los niños estaban cansados, mareados, porque el viaje ha sido bastante complicado", dijo a la AFP Carolina Velandria, administradora de supermercados de 36 años, quien llegó al paso fronterizo con sus cuatro hijos, de entre uno y 15 años, para reunirse con su marido, que llegó a Lima hace cinco meses.

Los pequeños estaban felices porque en el puesto fronterizo funcionarios peruanos les regalaron globos.