Argentina, default y crisis | El Nuevo Siglo
Sábado, 31 de Agosto de 2019
  • El país más endeudado de la región
  • Urge pacto político sobre lo fundamental

 

La calificadora de riesgo Standard & Poor’s oficializó, el jueves, lo que todos temían en Argentina: que habían caído en default. Las medidas económicas tomadas por el gobierno de Mauricio Macri, tras la derrota electoral en las pasadas elecciones locales, llevaron a una abrupta, aunque temporal, cesación de pagos para la deuda de “cortísimo plazo”. El Gobierno extendió la medida a todos los papeles a partir del 28 de agosto en razón a que, pese al cuantioso préstamo de US$57 mil millones por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Estado sigue gastando más de lo que ingresa normalmente a sus arcas. En tanto se teme que una parte importante de las divisas que entraron por cuenta del Fondo ya se fugaron del país.

La calificación negativa se extiende al resto de bonos emitidos, lo que significa que el país austral entró en lo que se conoce como default selectivo. Como se recuerda en el tercer trimestre de 2018 la deuda pública se elevó al 77.4% del Producto Interno Bruto. Caer en default significa que el país se encuentra en incapacidad de hacer frente a sus obligaciones de deuda. Ya hoy Argentina es el país más endeudado de la región, lo que lo obliga a redoblar el crecimiento no solo para solventar la crisis fiscal sino enfrentar el deterioro socio-económico consecuente.

Con casi todos los indicadores económicos en negativo, la posibilidad de una reacción positiva de la economía en los próximos dos meses, como lo pretende el Gobierno ante la premura de las elecciones presidenciales, a realizarse en la última semana de octubre, carece de lógica. Más preocupa aún que el Ministro de Economía le haya dado un brusco vuelco a las reglas de juego pactadas con el FMI y haya resuelto paliar la crisis a punta de subsidios, tan criticados a sus antecesores, sobre todo porque la pobreza nunca se detuvo y, por el contrario, hoy va en aumento en Buenos Aires y el resto del país.

De igual manera, al ir en caída vertical el monto de las reservas y el precio de los bonos así como aumenta la inflación, la situación se torna angustiosa, en especial para los sectores menos favorecidos y la golpeada clase media, que en gran medida pareciera estar dispuesta a darle la espalda al Gobierno en las elecciones, ya que las encuestas son encabezadas por la oposición kirchnerista.

Si bien el Ministro de Hacienda indicó que el default selectivo estaría en vigencia solo por dos días, hasta que entrara en vigencia el nuevo cronograma de pagos -de hecho ayer ya la calificadora reportaba que cesaba tal calificación negativa-, los argentinos que tienen cuentas en dólares temen que el Ejecutivo, en una medida desesperada, las congele y convierta en la moneda local y desvalorizada.

Aún así la reestructuración de la deuda es inevitable, ya que la situación económica se torna inmanejable y el país entró en una crisis de confianza que requiere medidas extraordinarias, aunque  estas no siempre producen el resultado esperado.

A dos meses de la cita en las urnas los esfuerzos del Gobierno por recuperar la confianza interna y externa parecen volatilizarse. El temor reina en los mercados, agravado por la creciente inflación y el alza del dólar, que deterioran el poder adquisitivo de la moneda a pasos agigantados. A su turno, los bancos internacionales se notan reacios a prestar más dinero al sector productivo y la ciudadanía.

El panorama sería distinto si con los cuantiosos recursos que facilitó el Fondo se hubiese elevado el crecimiento económico, lo que no ocurrió en gran medida por un entorno adverso y la caída de algunos precios agrícolas. El Gobierno hizo varias inversiones en obras de infraestructura, que son fundamentales para el futuro del país, pero estas no han tenido efecto positivo a corto plazo, y menos en el flanco político y electoral ¿La razón? Los ingresos de las gentes del común cayeron y la economía sigue a la baja. De allí que la prioridad ahora del Ejecutivo es que no cunda el pánico, ya que eso sería desastroso.

Macri recibió un país en crisis. Los gobiernos en Argentina llevan décadas gastando dinero a manos llenas, por encima de sus ingresos. Si bien continúa siendo un país con enormes posibilidades de desarrollo, necesita ante todo recobrar la confianza en su principal potencial, que es el capital humano. Se estima que la fuga de capitales ha sido gigantesca, haciendo aún más complicado acelerar la reactivación de la economía.

Es urgente, más allá del caldeado escenario político y electoral entre el Candidato-presidente y el kirchnerismo, buscar fórmulas para superar el antagonismo visceral. Se impone una suerte de pacto sobre lo fundamental para sortear la crisis, cualquiera sea el próximo titular de la Casa Rosada, más si la campaña continúa centrándose casi que exclusivamente en lo económico, lo que tiende a generar más incertidumbre generalizada en la antesala de las urnas. Si no hay tal pacto, el futuro gaucho será más oscuro aún.