Trastorno emocional | El Nuevo Siglo
Miércoles, 21 de Agosto de 2019

“Se perdió la fe y la esperanza”

Elementalmente expongo que la emoción es el efecto de un impacto recibido en el sistema nervioso de un hecho vivido que genera reacciones psicológicas, fisiológicas o conductuales, sensaciones humanas traducidas en alegría o tristeza y en las cuales la inteligencia juega un papel determinante. “Un cortocircuito que puede fundir los fusibles del cerebro”.

La inteligencia asimila el impacto en sentimiento o en razón, opción de la cual se derivan reacciones y percepciones con origen en cuestiones instintivas o sencillamente fisiológicas, y todo derivado del funcionamiento cerebral, bien sea por el placer o el dolor, por el hambre o el simple apetito, e incluso el miedo o la tranquilidad… Esta estructura es la que se conoce como el conjunto límbico, una sección cerebral que -y este es mi criterio fundado en la observación y la experiencia- tiene cicatrices marcadas por traumas emocionales, provocando trastornos que afectan los procesos psíquicos normales.

Este prólogo tiene una justificación: entender el medio ambiente que reina en este pueblo, ese comportamiento “anormal” que impera en las actividades y relaciones sociales, ordinariamente, en variados campos: el laboral, el escolar, comercial, cívico, político, recreativo, familiar y muchos más, pero trascendentalmente en el propio de las actividades del Estado.

Se ha perdido la fe y la esperanza y todo porque los sucesos que ocurren y se divulgan cotidianamente impactan sorpresivamente y, obviamente, causan trastornos y perturbaciones que generan reacciones que alteran el buen ambiente. Es el resultado de una situación motivacional.

Tal vez exponer una evidencia puede ser más didáctico que el resumen de los anteriores párrafos: la tragedia de los agentes de la Fuerza Aérea y las disculpas que se han querido sostener, para lavarse las manos como Pilatos, impactan al auditorio. El gentío, inconscientemente, se irrita con la mentira y esa sensación afecta sus sentimientos y a muchos los altera, pues en adelante todo lo asocian en la misma forma: pérdida de la confianza, falsedad.

Otro suceso parecido da el mismo resultado en el escenario del público que se entera de la tragedia. La acción penal iniciada contra el cantante de Fusagasugá, víctima del asesinato de su esposa, en su presencia, y que reaccionó inmediatamente contra el atracador. La autoridad luego decide iniciar un proceso por homicidio simple -con razón o sin ella jurídicamente- pero a la gente del común esto le parece un atropello contra el sentimiento natural del ser humano.

Sin escribir doctrina penal, pues creo que esta rama del Derecho es la práctica disimulada de la Ley del Talión, la reacción del esposo de la víctima y víctima emocional también actuó, básicamente, movido por una afectación mental o naturalmente intimidado por la agresión, defendiéndose o infectado emocionalmente por intenso dolor.

La convivencia ciudadana se traumatiza por ese trastorno y se acusa a la administración de la Policía, que no induce a la tranquilidad sino al miedo a su coacción, y no la educación amable. Esto rompe el orden público.