Agenda global amazónica | El Nuevo Siglo
Miércoles, 4 de Septiembre de 2019

 

  • De Leticia a Nueva York, Vaticano, Chile…
  • Urge evitar que todo termine en ‘torre de Babel’

 

Tras la ola de incendios que todavía se registra en la Amazonía brasileña y el debate global que se generó respecto a cómo enfrentar la grave situación, podría decirse que las políticas para preservar el llamado “pulmón del mundo” entraron, de nuevo, en la agenda internacional, tal y como ocurrió con la reciente cumbre del G-7 en Francia.

Pero la cuestión va más allá. Prueba de ello es que este viernes habrá una cumbre presidencial en Leticia, a la que asistirán los mandatarios y altos representantes de los países de la cuenca amazónica. De igual manera, este tema apunta desde ya a ser uno de los puntos centrales de la asamblea anual de las Naciones Unidas que comienza en próximos días en Nueva York. También está previsto el inédito Sínodo que el papa Francisco realizará en octubre en El Vaticano con el fin de llamar la atención sobre la necesidad de que todo el planeta se movilice para preservar este conjunto ecosistémico. También irrumpirá con fuerza esta coyuntura en la XXV Conferencia sobre Cambio Climático de la ONU, más conocida como COP25, que se realizará en Chile en diciembre venidero.

Y como si todo lo anterior fuera poco, el propio secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, anunció días atrás que no se descarta convocar, como lo propusieron varios mandatarios de la cuenca amazónica, con el presidente Iván Duque a la cabeza, una sesión especial de ese ente multilateral para analizar la problemática amazónica, tema de vital importancia para la supervivencia de la raza humana. Y a ello debe sumarse que continúan en muchos países las acciones de los movimientos ambientalistas urgiendo que se tomen medidas de fondo no solo para apagar los incendios forestales en Brasil, sino con miras a la adopción de una estrategia de largo plazo que preserve la riqueza del conjunto ecosistémico más importante del globo.

Es claro que focalizar la atención de la comunidad internacional en la Amazonía resulta positivo. Como también lo es que en medio de la actual emergencia desde muchas latitudes se esté advirtiendo que es obligatorio que el discurso sobre la corresponsabilidad mundial en su preservación pase de las palabras a los hechos.

Igualmente debe ponderarse el hecho de que muchos gobiernos hayan expresado su voluntad de apoyar económicamente los proyectos para la protección de la cuenca que se extiende por Brasil, Perú, Colombia, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Guyana y Surinam. Incluso pueden derivarse conclusiones constructivas de agrias polémicas como la surgida entre los gobiernos de Jair Bolsonaro y Emmanuel Macron respecto a cuáles son los límites que en materia de soberanía nacional y corresponsabilidad mundial deben tenerse en cuenta a la hora de sopesar los condicionamientos a los aportes externos para evitar la depredación amazónica y los compromisos que deben asumir cada una de las naciones que hacen parte de este ecosistema… Por ejemplo, es hora de aterrizar a elementos ciertos la controversia en torno a si pueden viabilizarse u obstruirse tratados comerciales según el comportamiento para proteger la Amazonía, o si debe acudirse a boicots de exportaciones o a ofrecer ventajas arancelarias a las mismas según el tipo de política agroindustrial de las naciones que hacen parte de esta cuenca… Ya en un pasado editorial hicimos alusión a la propuesta de crear una especie de “bonos amazónicos”, que serían suscritos por las naciones con mayor nivel de depredación ambiental o de emisión de gases contaminantes, con el fin de financiar, a manera de compensación global, la preservación de esta cuenca ecosistémica.

Lo importante, en todo caso, es que toda esta atención internacional no sea apenas un fenómeno pasajero. Difícilmente se volverá a presentar una coyuntura como esta para generar una agenda amazónica global, con metas locales concretas, compromisos exigibles de financiación internacional y un factor real de corresponsabilidad mundial en esta causa. Hay que evitar que todos estos eventos y escenarios de análisis que se aproximan degeneren en una ‘torre de babel’ o, peor aún, en el mismo y desgastado debate entre quienes promueven a toda costa el aprovechamiento sostenible de los recursos amazónicos y aquellos que consideran que toda acción en ese sentido es inevitablemente depredadora.

La cumbre presidencial de este viernes en Leticia debe ser el punto de partida para sentar las bases de esa agenda global amazónica. No podemos perder esta oportunidad.