El próximo 18 de octubre se celebrarán las elecciones generales en Bolivia. No solo se escogerá al Presidente y Vicepresidente, sino también a senadores y diputados para el periodo 2020-2025.
La campaña ha sido sui generis. Además de estar cruzada por la pandemia del Covid-19, ha tenido en la polémica figura del expresidente Evo Morales el ‘fantasma’ que más asusta a las mayorías que están por el cambio de rumbo en el país del altiplano.
Una prueba de ello es que esta semana la presidenta interina, Jeanine Áñez, afirmó que su predecesor, el exiliado Morales, "únicamente" debería volver al país "para responder ante la justicia". Esta advertencia la hizo en medio del debate sobre la viabilidad de la candidatura a senador presentada por el antiguo mandatario izquierdista y de ascendencia indígena.
El Tribunal Supremo Electoral (TSE) ya tumbó en una primera resolución la candidatura de Morales como aspirante al Senado por el Movimiento al Socialismo (MAS), pero una corte de La Paz examina ahora el caso. La división en el seno de este tribunal ha retrasado una decisión que se esperaba a principios de semana y que tiene a la campaña en vilo, dado el arrastre electoral del expresidente, quien se vio forzado a renunciar a finales del año pasado al ser evidente un fraude electoral para seguir en el poder.
La parte querellante en el caso de la inhabilitación del expresidente anunció que impugnará el nombramiento del magistrado Israel Campero Méndez si es designado como el vocal que dirima el empate que se produjo hace unos días.
País dividido
Con estos accidentados comicios, Bolivia busca zanjar una crisis social y política que estalló hace un año, cuando la Organización de los Estados Americanos (OEA) emitió un informe sobre irregularidades en las elecciones del 20 de octubre de 2019, en las que Morales fue declarado presidente para un cuarto mandato consecutivo.
Ante la evidencia de fraude expuesta por la OEA, el mandatario anunció que convocaría a nuevas elecciones y renovaría todo el órgano electoral. Pero dichos cambios no fueron suficientes y tras la presión de distintos sectores y el riesgo de ser procesado penalmente, no le quedó otra alternativa distinta a dimitir.
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Tras la renuncia del exmandatario (exiliado hoy en Argentina), también dejaron sus cargos el entonces vicepresidente, Álvaro García Linera, los miembros de su gabinete, así como los presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados.
Así las cosas, en medio de un caldeado ambiente político y de tensión popular, el 13 de noviembre del año pasado la entonces legisladora opositora Jeanine Áñez fue proclamada presidenta interina del país.
Desde entonces, se registra un constante pulso político y jurídico por cuenta de la fecha de los comicios para elegir presidente en propiedad. Sin embargo, la pandemia obligó a aplazarlos, siendo ahora el 18 de octubre la última fecha escogida, aunque el Covid-19 sigue golpeando al país.
De allí que todos los bolivianos estén confiados en que este clima de incertidumbre y tensión pueda resolverse en poco más de un mes, cuando se lleven a cabo unas elecciones atípicas, por el contexto de la pandemia, pero que han sido aplaudidas por la misma Organización de las Naciones Unidas (ONU).
A finales de agosto, la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, dijo que “Bolivia necesita superar la polarización que ha marcado al país durante tanto tiempo y avanzar hacia una sociedad basada en el diálogo, donde todos sean integrados y reconocidos".
Cerrado pulso
Tras varios meses de movida campaña hoy son cuatro los posibles candidatos presidenciales que se perfilan como los favoritos para llegar al “Palacio Quemado”. Se trata de Luis Arce, del MAS (partido de Morales); Carlos Mesa, de Comunidad Ciudadana (CC) y exmandatario de Bolivia entre el 2003 y 2005; Luis Fernando Camacho, de la alianza política Creemos, y la propia Áñez, de la coalición Juntos Avancemos, que intenta continuar en el poder.
Según la última encuesta, realizada por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), Arce encabeza las preferencias con un 41,9% de intención de voto, seguido de Mesa, con un 26,8%, y de la actual presidenta, con un 13,3% de respaldo.
La gestión de Áñez frente a la crisis sanitaria generada por el coronavirus ha sido una “piedra en el zapato” para sus aspiraciones políticas. Un 59,8% de los bolivianos tiene una opinión negativa respecto a las medidas adoptadas por el oficialismo durante la pandemia.
En este escenario, y ante el riesgo del regreso de la izquierda al poder en Bolivia, la coalición oficialista de Alianza Juntos presentó a finales de julio una denuncia formal contra el partido MAS para que se cancele su personería jurídica.
La Alianza Juntos alegó que el candidato Arce publicó anticipadamente los resultados de una encuesta interna de intención de voto, lo cual, según la Ley Electoral, no está permitido. El Órgano Electoral Plurinacional aún no se ha pronunciado al respecto.
Mientras tanto, y en lo que parece una estrategia para torpedear las aspiraciones políticas de Mesa (segundo en los sondeos), la presidenta Áñez le exigió al candidato de Comunidad Ciudadana que se manifieste por los presuntos abusos a menores de edad cometidos por Morales.
"Me indigna cuando otros candidatos se callan, socapan y no demuestran que este tema es muy delicado y que también los debe indignar. Por eso me dirijo una vez más a Carlos Mesa: pronúnciese señor Mesa, demuestre la indignación que sentimos todas las mujeres con esas acusaciones de violación o de abuso de niñas, no se esconda como lo hizo en noviembre (de 2019), no se esconda como lo hizo hace unas semanas (durante el bloqueo de carreteras)", manifestó la jefa de Estado.
Como se sabe, el expresidente Morales tiene dos denuncias en su contra por supuesto estupro.
"(Es una) vergüenza callarse ante un hecho, ante un acto tan indignante, estamos en la boca del mundo entero, estamos criticados en el mundo entero, no puede haber alcahueteríos ni silencios cómplices en ese sentido, porque para eso estamos nosotros, para estar al frente... y las responsabilidades no tienen que rehuirse", añadió Áñez.
En respuesta, el dirigente de Comunidad Ciudadana (agrupación que postula a Mesa), Carlos Alarcón, advirtió que las palabras de la mandataria evidencian su desesperación por encontrarse en el tercer lugar de las encuestas.
“Áñez está utilizando el cargo de presidenta del Estado y está haciendo abuso de poder, actúa como candidata y despliega una guerra sucia contra Carlos Mesa, porque no tiene ningún chance de ganar las elecciones, porque tuvo una gestión corrupta con elementos esenciales para combatir la pandemia del coronavirus”, aseveró Alarcón.
Así las cosas, lo más probable es que la ficha presidencial del MAS se enfrente en una segunda ronda, a finales de noviembre, a Mesa.
Las normas electorales en Bolivia declaran ganador en primera vuelta al candidato que logre el 50% más uno de los sufragios u obtenga el 40% de los votos con un margen de diferencia de 10 puntos porcentuales frente al segundo.