La intención de Estados Unidos de imponer sanciones a Irán ha supuesto un alejamiento entre Washington y sus principales aliados europeos.
El anuncio de Estados Unidos de restablecer las sanciones de la ONU contra Irán fue juzgado sin valor legal por los países europeos, con el apoyo de Pekín, Moscú y Teherán.
Aunque esta es de gran calado, ya se han producido otras divergencias transatlánticas anteriormente, como por ejemplo durante la invasión de Irak (2003). Pero en ese caso, Estados Unidos tenía en contra sobre todo a Francia, no a Reino Unido.
"Es la primera vez que los británicos se oponen de forma tan frontal a Estados Unidos sobre un tema considerado esencial para la diplomacia estadounidense", afirma Pascal Boniface, director de Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS).
El Reino Unido se han mantenido en sus principios "pese a los pedidos cada vez más insistentes de Estados Unidos", y teniendo en cuenta el distanciamiento cada vez más importante con Europa debido al Brexit, añade.
La posición de Estados Unidos ha sumido a la ONU en un vacío jurídico inédito, justo cuando empieza su Asamblea General anual que quiere hacer hincapié en el multilateralismo.
En el tema iraní, Washington se enfrenta desde hace más de dos años a un frente unido formado por Londres, París y Berlín, que temen por su seguridad con la proliferación nuclear.
Desde hace tres años, las divergencias han surgido en torno a otros temas importantes, como la cuestión climática, Jerusalén como capital de Israel o la OTAN. Y también en negociaciones en la ONU sobre cuestiones menos destacadas.
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En algunos casos, Washington incluso ha amenazado con su derecho a veto o con proponer contraproyectos de resolución para imponer su visión, una práctica que hasta ahora sólo utilizaban los adversarios de Estados Unidos.
Por ejemplo, en diciembre de 2018, Washington se indignó contra Reino Unido porque presentó un texto sobre Yemen sin centrarse en Irán y criticando a Arabia Saudita. En abril de 2019, Estados Unidos modificó un documento de Alemania sobre violencia sexual que aludía demasiado a la justicia internacional.
Pero, en este contexto, "la ausencia de unidad estratégica entre los occidentales en el Consejo de Seguridad abre un bulevar diplomático a Rusia y China para hacer avanzar sus intereses en Nueva York", afirmaba el año pasado el experto Richard Gowan, del Crisis Group.
Para Bertrand Badie, profesor del Instituto de Estudios Políticos de París, los países europeos mantienen sobre todo una posición de "fachada" en el tema iraní.
"La prioridad de todos los europeos es, fundamentalmente, conservar la alianza con Estados Unidos porque lo necesitan, ya que son incapaces de garantizar una política europea de defensa o extranjera", estima.