El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, volvió a cargar contra China por la falta de libertad religiosa en su territorio, al tiempo que pidió al Vaticano que deje de cooperar con las autoridades de Pekín.
"No hay ningún lugar en el que la libertad religiosa esté más atacada que hoy en China", afirmó el jefe de la diplomacia estadounidense, en una conferencia organizada por la Embajada estadounidense ante la Santa Sede.
Pompeo acusó al Partido Comunista de China de estar trabajando "día y noche para apagar la lámpara de la libertad, particularmente la libertad religiosa, de una forma horrible". El secretario de Estado estadounidense mencionó la persecución de musulmanes, protestantes, budistas tibetanos, seguidores de Falung Gong y cristianos católicos.
A su juicio, los católicos chinos tienen que afrontar detenciones y la destrucción de sus templos, además de órdenes de sustituir las imágenes de Jesús por los retratos oficiales de Mao Zedong y del actual presidente de China, Xi Jinping.
Pompeo puso como ejemplo la figura de Bernhard Lichtenberg, un cura católico alemán que apoyó a los judíos durante el régimen nazi, como símbolo de obligación moral de defender la libertad de religión. Además, aseguró que Estados Unidos es un líder global en respeto a la libertad de religión y sugirió que el Papa Francisco y los líderes de otras religiones tienen mucha responsabilidad en que así sea.
"Por todo lo que los países pueden hacer, en última instancia nuestros esfuerzos están limitados a las realidades de las políticas mundiales. Los países deben adoptar compromisos en ocasiones para avanzar hacia buenos fines", explicó.
"La iglesia está en una posición distinta. Las consideraciones terrenales no deberían desalentar las posturas de principios basados en verdades eternas", afirmó.
En la víspera de la visita de dos días de Pompeo a Roma, el editorial del portal oficial del Vaticano, hizo un llamamiento para prorrogar el acuerdo entre la Santa Sede y China para el nombramiento de obispos, que termina en octubre.
El pacto, firmado en 2018, marcó un hito en las relaciones entre el Vaticano y la Santa Sede aunque los críticos con el acuerdo lo consideran inaceptable por estimar que es una cesión al régimen comunista chino. "El Vaticano pone en riesgo su autoridad moral si renueva el acuerdo", aseguró Pompeo quien argumentó que la cooperación con Pekín no mitiga la persecución que sufren los católicos chinos.
En su visita a Roma, Pompeo tiene previsto reunirse con el secretario de Estado vaticano, el cardenal Peitro Parolín, y con el arzobispo Paul Richard, que ejerce como ministro de Asuntos Exteriores. No está previsto que el jefe de la diplomacia norteamericana se reúna con el Papa. /Redacción internacional con Europa Press