El director del Departamento de Ingeniería Biomédica de la Universidad de los Andes, Juan Manuel Cordovez, aclaró algunos mitos relacionados con la carga viral y el uso del tapabocas. Así mismo, este epidemiólogo explicó por qué el sector educativo debería retornar cuanto antes a la presencialidad.
EL NUEVO SIGLO: Una investigación reciente publicada por The New England Journal of Medicine, establece que el uso constante del tapabocas disminuye la incidencia del virus. ¿Es eso cierto?
JUAN MANUEL CORDOVEZ: Con el uso del tapabocas no es que el virus se haga menos fuerte, sino que, lo que ellos proponen (y está sustentado por estudios serios que permitirían pensar que esa propuesta es sensata), es que el nivel de severidad de síntomas disminuye. Pero no porque el virus sea menos fuerte, sino porque el número de partículas iniciales de virus que entran en el organismo es menor.
En esa medida, la respuesta del sistema inmune a un número menor de partículas es menos agresiva y esa es la razón por la cual el uso del tapabocas ayuda. No es que el tapabocas induzca a que el virus sea menos fuerte, sino que simple y llanamente la infección arranca con menos partículas y por lo tanto, producirá reacciones menos fuertes por parte del sistema inmune.
ENS: ¿Esta podría ser una razón por la cual los segundos picos han sido, en su mayoría, menos violentos que los primeros?
JMC: Sí. Aparentemente, lo que hace el uso de la máscara es que se reduzca la letalidad de los segundos picos comparativamente con los primeros. La letalidad se calcula midiendo el número de muertos entre el número de personas que salieron positivas en los exámenes de diagnóstico. Entonces, lo que se ha notado, es que ese índice se ha disminuido de manera sustancial en los segundos picos, por ejemplo, en todos los países de la comunidad europea. Y el uso del tapabocas se esgrimió como una de las posibles razones para explicar esa observación.
Pero efectivamente, el uso del tapabocas podría tener una buena parte de responsabilidad en la ecuación, lo cual es supremamente interesante porque, si bien el contagio se produce y sobre eso no hay nada que se pueda hacer, el uso del tapabocas, que es una variable que sí podemos controlar, es el factor que hace que la carga viral inicial sea mucho menor.
ENS: ¿Tal vez por eso llama la atención que en países como EU, Donald Trump se demorara tanto en reconocer la importancia del uso del tapabocas?
JMC: Que en Estados Unidos el Gobierno se cuestionara por tanto tiempo la validez del uso del tapabocas es una cosa que da vergüenza. Da vergüenza. El virus solo se puede contagiar a través de las mucosas. Las mucosas están en la boca, en la nariz y en los ojos, lo que quiere decir que si tú te cubres la boca y la nariz estás suprimiendo el 99% del área disponible para el contagio, pues a uno rara vez le cae saliva en un ojo, aunque puede suceder.
ENS: Hay gente que cree que con el paso del tiempo el virus se adapta y se vuelve menos resistente, que la carga viral disminuye, ¿eso es verdad?
JMC: No. Primero, cuando uno habla de carga viral, se refiere a la cantidad de partículas de virus, a cuantas hay por unidad de volumen y eso no necesariamente tiene que ver con el nivel de infección o síntomas que uno tenga.
Los virus no necesariamente tienden a volverse menos virulentos (que es la palabra técnica) con el tiempo. Es decir que no necesariamente tienden a hacernos menos daño con el tiempo y de hecho puede pasar lo contrario. Normalmente, cuando los virus entran en las poblaciones de los seres humanos, ellos vienen de las poblaciones de animales silvestres. Muchas veces esos virus no son capaces de infectarnos y en ocasiones, como con el covid-19, sí lo hacen.
Medidas en Bogotá
ENS: Bogotá ya comenzó a liberarse y uno siente una especie de relajación. ¿Hoy cuál es el cuadro epidemiológico de la ciudad y cómo ve el comportamiento ciudadano?
JMC: Claramente Bogotá está experimentando un valle en términos de contagios. Nosotros venimos de un momento en el cual los contagios podían ser del doble de lo que está sucediendo ahorita, y eso ha hecho que uno naturalmente sienta que la situación es menos preocupante y menos angustiosa. No obstante, hay suficiente evidencia para pensar que el segundo pico está a la vuelta de la esquina y no hay que bajar la guardia.
ENS: ¿Por qué hay una segunda ola a la vuelta de la esquina?
JMC: La razón por la cual nosotros creemos que se puede ser así, es porque todavía existe un número grande de personas susceptibles circulando por la ciudad, lo que quiere decir que todavía hay combustible y aún hay fuego. Si ambas cosas conviven, pues inevitablemente habrá actividad.
Es cierto que la gente se ha relajado, pero hay una cosa que no se ve y que podría estar compensando ampliamente dicha relajación, y es que algunos sectores no han aprovechado la relajación que se ha propuesto para ellos en la ciudad de Bogotá.
El caso más importante y preocupante que menciono a este respecto, creería yo, es el del sector de la educación. A los colegios se les dio permiso de funcionar y la gran mayoría no lo está haciendo. Por ejemplo, la Universidad de los Andes ahorita va a regresar, pero lo va a hacer con una presencialidad diminuta, por ahí del orden del 5%.
Hay una lentitud para retomar actividades y esa ha sido una decisión de las personas, no de la dirigencia. Eso ampliamente compensa la relajación que tú notas. La cuarta parte de la gente aún está en un encierro autoimpuesto y eso necesariamente va a forzar la dinámica de la ciudad a que sea lenta y a que los contagios no despeguen. Los modelos asumían que los sectores aprovecharían el cupo que se les estaría dando pero no lo están aprovechando.
ENS: Este encierro, como usted indica “autoimpuesto”, ¿es malo?
JMC: Lo que yo propongo es que deberíamos gastarnos el combustible que tenemos, especialmente, en el sector educativo. Porque en enero si vuelven los colegios y las universidades en masa vamos a producir un pico y qué va a pasar, que nos cierran.
Entonces, yo creo que debemos gastarnos el combustible, nos mezclamos con el resto de sectores y podemos volver el próximo año con un porcentaje de la comunidad de la universidad contagiada y recuperada. De lo contrario vamos a generar un contagio producido claramente por colegios y universidades.
Esto es difícil de explicar, es riesgoso y es controversial pero lo ideal para la ciudad de Bogotá es que consumiéramos el combustible de forma continua y no en oleadas porque las oleadas producen la necesidad de tener que abrir y cerrar la llave. Es más fácil dejar la llave abierta corriendo poquito.