El diseñador japonés Kenzo falleció el pasado domingo a sus 81 años debido al covid-19, tras una carrera en la que “iluminó” la moda francesa con estampados florales y una alegría serena.
Kenzo Takada, que erigió un imperio de moda que abarca desde la ropa hasta los perfumes, falleció “en el Hospital Americano de Neuilly-sur-Seine (a las afueras de París, ndlr) a causa del covid-19”, según un comunicado.
“Creo haber aportado libertad a la moda, en la forma de llevar las prendas, de moverse dentro, los colores. La mujer Kenzo es una mujer libre, bella y dinámica”, confió recientemente el diseñador a la AFP.
“Hoy, su optimismo, su alegría de vivir y su generosidad se mantienen como los pilares de nuestra casa. Lo echaremos mucho de menos”, escribió en Twitter la casa respecto a su fundador.
“Con sus cortes inventivos, sus inspiraciones multiculturales y sus estampados teñidos de exotismo, Kenzo participó de forma innegable en la escritura de una nueva página de la moda, en la que confluyen Oriente y Occidente”, subrayó por su parte la Federación de la Alta Costura y de la Moda de Francia.
Su muerte se produjo en plena Semana de la Moda en la capital francesa, en la que la firma que creó, presentó el miércoles su nueva colección para la próxima primavera-verano.
Nacido el 27 de febrero de 1939 en Himeji, cerca de Osaka, Kenzo, un niño tímido, se apasionó muy pronto por el diseño y la costura que aprendían sus hermanas y estaba prohibida a los varones.
Expulsado de su apartamento de Tokio debido a los Juegos Olímpicos, el diseñador dejó su país en 1964, tras haber estudiado estilismo.
Llegó en barco al puerto francés de Marsella en 1965 y viajó hasta París. Aunque estaba de paso, se instaló en la capital francesa definitivamente.
Una adaptación difícil
Sin embargo, su adaptación supuso un desafío, especialmente, por la dificultad de comunicarse en francés. “Todo me parecía sombrío, incluso Saint-Germain-des-Prés”, emblemático barrio artístico de París, contó en 1999 al diario francés Libération.
Pero se obstinó, llamando a la puerta de diseñadores para presentarles sus propuestas, y empezó colaborando con firmas de prêt-à-porter como Dorothée Bis, Sonia Rykiel y Cacharel.
En 1970, lanzó su primera colección bajo el nombre de "Jungle Jap", concebida en una minúscula tienda que decoró como una jungla. Seis años después fundó su propia marca con solo su nombre de pila.
“En esa época, los tejidos sintéticos estaban de moda en París y la ropa era sobre todo oscura. Aproveché un viaje a Japón para comprar telas de colores de algodón”, explicó en un libro consagrado a su carrera.
Sus prendas, que se inspiraban tanto en la moda parisina como en los kimonos japoneses, mezclaban con audacia colores y estampados. En sus desfiles, las modelos bailaban y desprendían una cierta alegría de vivir, muy propia del diseñador.
La línea masculina llegó en 1983 y su primer perfume, en 1988. En 1993, la firma fue adquirida por el grupo de lujo LVMH por menos de 500 millones de francos (US$85 millones).
Fiestas en la Bastilla
Kenzo Takada se retiró de la moda en 1999 para poner fin al ritmo infernal de las colecciones y dedicarse a proyectos más puntuales, como el diseño de interiores.
“Tengo 60 años y 30 de carrera. Hace mucho tiempo que quiero disfrutar de la vida, viajar, ver a mis amigos”, explicó entonces a la AFP.
Sin embargo, no desconectó del todo. En enero, lanzó la empresa K-3 de diseño interior. “No hay que olvidar el saber hacer, lo que hacíamos antes”, declaró, lamentando “la rapidez” con la que evoluciona hoy en día la moda.
Con sus “casi ocho mil diseños”, el japonés “nunca dejó de celebrar la moda y el arte de vivir”, indicó su portavoz.
“Fue un diseñador con un talento inmenso, dio al color y a la luz todo su lugar en la moda. París llora hoy a uno de sus hijos”, escribió en Twitter la alcaldesa de la capital, Anne Hidalgo.
Sobre su vida, se mantuvo discreto. Sin embargo, era conocido por las suntuosas fiestas que organizaba en su inmensa casa de París (1.100 m2), en la plaza de la Bastilla, con piscina y dos jardines japoneses. Dejó esta mansión en 2009, ocasión que aprovechó para deshacerse de su gran colección de objetos de arte.
“Ahora me siento más parisino que japonés, pero si volviera a nacer, no sé si haría mi vida en París”, confesó en una ocasión al semanario Paris Match.