El financiamiento educativo es clave para generar más oportunidades, principalmente, para los estudiantes con condiciones socioeconómicas más bajas. Sin embargo, la desaceleración económica y los efectos de la pandemia del Covid-19 atentan contra la inversión que los países de América Latina y el Caribe realizan en este sector. Para analizar el impacto que el financiamiento escolar tiene en la desigualdad y los modelos que pueden ayudar a disminuirla, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) lanzó el estudio ¿Es desigual el financiamiento en América Latina y el Caribe?
El financiamiento educativo ha incrementado significativamente en América Latina y el Caribe durante las últimas décadas. Así, el gasto medio por estudiante en educación primaria y secundaria alcanza hoy los US$2.000 en la región, esto es tres veces más que en los años 90. Sin embargo, a medida que el crecimiento económico se desacelera, la posibilidad de reducir los presupuestos de educación incrementa, lo que podría aumentar las desigualdades entre los estudiantes.
“El financiamiento escolar es una herramienta política fundamental para promover la igualdad”, afirma Gregory Elacqua, economista principal de la División de Educación del BID. “El aumento en el gasto educativo mejora el rendimiento escolar de los estudiantes, especialmente, de aquellos que provienen de entornos más desfavorecidos, lo que tiene un impacto positivo en la movilidad económica intergeneracional y aumenta las posibilidades de alcanzar salarios más altos en la edad adulta”, agrega.
Para analizar este fenómeno y mostrar modelos de financiamiento educativo exitosos, el estudio contiene un análisis comparativo con datos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador y Perú. Dentro de sus principales conclusiones, la nueva publicación del BID destaca que, si los países no tienen políticas redistributivas bien diseñadas, el financiamiento educativo puede convertirse en la principal fuente de desigualdad entre regiones, dado que las regiones con mayor capacidad para recaudar ingresos son las que tendrían más capacidad de gasto.
“Lo que este estudio demuestra es que los gobiernos no deberían solo aumentar los recursos sino también diseñar políticas que focalicen el gasto educativo en las regiones y escuelas más vulnerables”, explica Marcelo Cabrol, gerente del Sector Social del BID.