“Él ha sido un político en ascenso”
El próximo domingo, Jair Bolsonaro (JB) ganará la presidencia en Brasil.
Durante años él ha sido un político en ascenso que, más allá de declaraciones eufóricas, ha construido un proyecto político perfectamente ajustado a las reglas de la democracia occidental.
Lejos de ser un advenedizo con aires redentoristas, o un golpista velado, o un socio de organizaciones violentas (todas ellas, las principales características de los marxistas en el hemisferio), JB se ha esforzado desde las bases populares por liberar a Brasil de la corrupción, el engaño y las redes ilícitas.
Pero, claro, si se les pregunta a los correligionarios de lo que fue el santismo en Colombia, o a los simpatizantes de la(s) Farc-Eln, o de la familia Castro, o de Daniel y Rosarito, ellos dirán, al unísono, que Bolsonaro “es un monstruo” porque fue militar, tiene ideas innegociables, y se opone frontalmente al chavismo en cualquiera de sus versiones.
Para todos ellos, no basta que el candidato del partido Social Liberal (PSL) sea respetuoso de las reglas electorales, no tenga ningún proceso a cuestas por corruptela, haya triunfado caballerosamente en la primera vuelta y ahora venza al candidato chavista en la segunda.
Obviamente, para ellos también resulta irrelevante que uno de sus partidarios haya atentado contra Bolsonaro hace pocos días, poniéndolo al borde de la muerte, confinándolo a la unidad de cuidados intensivos de dos hospitales e interrumpiendo por completo su campaña.
Por el contrario, y casi lamentando en su intimidad que el sicario no hubiese completado la tarea, ignoran flagrantemente el hecho y pasan página con todo desparpajo para dedicarse a exaltar al heredero de Lula da Silva y seguir denostando a Bolsonaro.
Por supuesto, no todos los contradictores de JB son marxistas.
También figuran los que, posando de puritanos y puristas, ignoran, deliberadamente, la condición democrática del PSL para lanzar gritos de “ayuda, ayuda, que viene el lobo”.
Para ellos, los ¡49 millones! de brasileros que optaron por Bolsonaro en la primera vuelta, y los que terminarán eligiéndolo el 28-O, solo son una masa amorfa de “tarados, ignorantes e hipnotizados”.
Así que, tales iluminados, empeñados en escribir desde el Olimpo sendas cartas de miedo y alarma al mundo entero, se ven a sí mismos como “seres superiores” predestinados a abrirles la mente a los “borregos”, dedicándose -infructuosa e infelizmente- a torpedear el proyecto Bolsonaro.
En otras palabras, un estudio desapasionado, juicioso y comparativo de los programas de los dos aspirantes a la presidencia de Brasil puede ser un mejor indicador informativo que las misivas de los portadores de la verdad suprema, el pensamiento unificado y la negación implícita del pluralismo:
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Y para no perder el tiempo, e ir al grano, vale la pena concentrarse, específicamente, en aquellos puntos que ayudan a desarrollar el pensamiento crítico y las virtudes de la poliarquía. Es decir, el respeto por el orden constitucional, la postura frente a las dictaduras del vecindario y la concepción de la propiedad, el emprendimiento, la seguridad, los recursos y las libertades.