“Política energética y fiscal, sus especialidades”
No será fácil acostumbrarse a la ausencia de Guillermo Perry. Como persona, como amigo, como académico. Si alguien fue lúcido y universal era él. Nada le era indiferente. Ni la última novela. Ni la última discusión fiscal. Ni el problema energético. O el sindical. Y todo lo hacía con ecuanimidad. En convincente tono menor. Nunca le escuché alzar la voz.
Desde los primeros tiempos cuando comenzaba la administración López Michelsen, Rodrigo Botero creó un equipo de jóvenes tecnócratas que nos reuníamos todos los viernes en el despacho del Ministro de Hacienda. Era el kínder de López. Allí comenzó a brillar Guillermo Perry.
La administración López tuvo, si así puede decirse, la suerte de heredar el proyecto de reforma tributaria que había preparado la misión Musgrave durante los gobiernos Lleras Restrepo y Pastrana Borrero.
Recién iniciada su administración vinieron los derrumbes de quebrada blanca en la vía a llano. E invocando ese infortunio se decretó la emergencia económica, y a través de ella se expidió la reforma tributaria. Posteriormente la Corte Suprema le dijo a Belisario Betancur que al amparo de la emergencia económica no se podían dictar reformas tributarias
Esta fue quizás la única reforma tributaria “integral” que se ha adoptado en Colombia en medio siglo. Guillermo Perry como jefe de la Dian de entonces brilló con luz propia explicando y reglamentando dicha reforma tributaria por todo el país .Su condición de gran experto en materias fiscales y de impuestos que siempre lo acompañó, arrancó de allí.
Virgilio Barco lo nombra Ministro de Minas y energía. No estaba muy lejos el espectro de la perdida de autosuficiencia energética que había sombreado en el país en los años setentas. Guillermo Perry lideró un macizo estudio que se denominó el “plan energético nacional” que, en cierta manera, fue uno de los pilares sobre los cuales se construyó la posterior política energética.
Ernesto Samper lo nombra, luego, su primer ministro de Hacienda. Había sido jefe programático de su campaña. Recuerdo haber trabajado intensamente con él, yo como senador con Juan Martin Caicedo y él como ministro, en el diseño de la ley que empezó a ponerle orden y sindéresis al endeudamiento de departamentos y municipios que se había desbocado con posterioridad a la reforma Constitucional del 91.
Sus desavenencias con Ernesto Samper, que determinaron su salida del Ministerio, nunca quedaron completamente esclarecidas. Lo cierto es que salió bien, a tiempo, y no hizo parte de quienes terminaron coadyuvando el proceso 8000 por acción u omisión.
Su papel como constituyente no fue menor. Deja un legado importante. Quien haga un estudio arqueológico de las normas de nuestra Carta Política se carácter económico encontrará, en no pocas de ellas, la huella de Guillermo Perry.
Su papel desde el Banco Mundial, en donde estuvo una larga temporada, queda consignado en infinidad de importantes documentos sobre equidad y la nueva visión del desarrollo que se ha venido plasmando en los planes económicos adoptados desde entonces.
Dos fueron sus especialidades, en las que descolló sobresalientemente: la política energética y la fiscal. Cuando en el futuro deba volverse sobre cualquiera de estos temas será obligada la referencia a los múltiples escritos y lecciones que deja la fértil vida de Guillermo Perry. Paz en su tumba.