La noticia del asesinato de la activista Juana Perea generó conmoción en el país. De acuerdo con Indepaz, el cuerpo de Perea fue encontrado, con impacto de bala, frente a la estación de policía, en la cabecera municipal del municipio.
Una vida atada a la naturaleza y la comunidad
Para su comunidad, esta pérdida es inmensa, indescriptible y pesa. Juana Perea, con tintes rojizos en su cabello y una enorme sonrisa que no intentaba esconder en cada una de las fotos en las que quedó guardada su existencia, era una abierta promotora del ecoturismo, gestora de causas sociales y una opositora del puerto en el Golfo de Tribugá, una megaobra con la que el Gobierno busca recibir buques de gran calado y de hasta 200 mil toneladas y que fue suspendida ante los incumplimientos del contratista seleccionado desde hace 4 años para desarrollarla.
Unos pocos años atrás, Perea llegó a Nuquí con el fin de ser esperanza para ese municipio del Pacífico colombiano, tendiéndole la mano a quienes más lo necesitaban. Este espíritu altruista pudo reflejarse incluso en sus publicaciones en las redes sociales. “Estamos haciendo campaña para que toda la población de esta zona tenga su tapabocas reutilizable, hecho por la mujeres de Costurero Del Golfo. Apreciamos tu colaboración, ya sea donando tapabocas o compartiendo la información”, compartió una vez en Facebook.
A sus 50 años, Juana era una soñadora que no solo pensaba en lograr objetivos propios, sino los de los demás, siempre en plural. Uno de sus más grandes sueños era construir un ecohotel, el cual inició de a pocos junto con su esposo, un ciudadano estadounidense.
Bajo esta misma filosofía de vida, esta lideresa también formaba parte del emprendimiento femenino llamado "El Costurero del Golfo". Un proyecto que consiste en la fabricación de tapabocas reutilizables y lavables que ayudaran a su comunidad a protegerse de la covid-19 y, de esta forma, disminuir el contagio en su territorio.
A propósito de esta iniciativa, Indelida Palacios, una miembro de este trabajo comunitario, señaló en un video que en la iniciativa “trabajan actualmente unas 80 mujeres de varios corregimientos”.
Además de su activismo, Perea también era instructora de buceo, por lo que también apoyaba a las escuelas de surf del municipio, siendo fuente de inspiración para los más pequeños.
Alzar la voz ante lo injusto
Como habitante de un territorio amenazado por el conflicto, esta lideresa jamás se silenció a la hora de manifestar el dolor y la intranquilidad que le generaban las masacres y asesinatos a líderes sociales que son el pan de cada día en el país. Por ejemplo, en una de sus redes sociales escribió una vez: “5 personas en Cali; 9 personas en Samaniego; 3 personas en Ricaurte; 5 personas en Arauca; 6 personas en El Tambo. Dejen de echarle la culpa a la paz de Santos que ese gobierno terminó hace 2 años. Este es el gobierno que debe responder por lo que está pasando”.
Como si se tratara de un discurso premonitorio, una vez también manifestó: "¿Dónde está toda esa indignación cuando matan a los líderes sociales? Por qué no salen a la calle a gritar y exigir cuando las voces de los que defienden los derechos de otros son calladas a balazos?”.
Urge consejo de seguridad en Nuquí, tras asesinato de Juana Perea. Era promotora del ecoturismo con la comunidad, defensora del medio ambiente y se oponía al puerto en el Golfo de Tribugà. @infopresidencia @mindefensa @FiscaliaCol @ArmadaColombia
— Pirry (@PirryOficial) October 29, 2020
Oposición al Puerto de Tribugá
La idea de este megaproyecto, que viene siendo debatido durante décadas, generó inconformidad en su comunidad, por lo que ella no temió en hacerle saber a quienes lo apoyaban, que no estaba de acuerdo. Para los ambientalistas, ese proyecto no es el tipo de desarrollo que necesita la región casi virgen de la selva del Chocó, además de “violar la soberanía de las comunidades afrocolombianas e indígenas que viven allí”.
En sus propias palabras, Perea señaló que “declarar esta megaobra como un proyecto de utilidad pública implicaría la expropiación de territorios y vulnera los derechos colectivos y territoriales de las comunidades de Nuquí”.
Foto tomada del Facebook de Juana Perea.
A pesar de ser una lideresa ambiental en una región en la que rondan los grupos armados, sus más cercanos aseguran que ella jamás les mencionó haber recibido algún tipo de amenaza.
Sin embargo, bastó el ruido de las balas, para acallar su voz, afectar su lucha y sembrar miedo alrededor de quienes la rodeaban.