LA Oficina Comunitaria de Estadística Euroestad informa que: el 41% de la economía de la zona euro ha entrado en recesión al registrar en el tercer trimestre del año una caída de la actividad del 0,1% respecto a los tres meses anteriores, cuando antes ya había retrocedido un 0,2%. La calificación no ha tomado de sorpresa a nadie, era algo que se venía venir con los sucesivos y negativos informes sobre los ajustes en la zona, los recortes de gasto público, el aumento de impuestos y la fuga de capitales; las presiones para pagar las deudas y sanear las finanzas. Por lo demás, en algunos países que se consideraba que estaban en capacidad de resistir la crisis, como en Francia, donde su actual presidente Francois Hollande, durante su campaña había anunciado medidas económicas salvadoras y un nuevo impulso a la economía, como gobernante apenas hace un débil esfuerzo verbal en discrepancia con la canciller Merkel, que no encuentra eco. Y al poco tiempo anuncia nuevos impuestos a los más ricos y medidas restrictivas, lo que aumenta la desconfianza general de los inversionistas y empresarios. Para Hollande, un estudioso de la economía política, la caída de la economía de la eurozona es algo que se veía venir, hace unos meses dijo que la crisis era de: “dimensión europea, por su gravedad y porque si a París la debacle se prolongara la misma se ahondaría en los países vecinos”, igual que “si Francia no crece es porque no hay crecimiento en Italia o España”. Y ese círculo vicioso es lo que se concreta en estos momentos, los vasos comunicantes de la economía en la región se gangrenan.
Los indicadores no mienten: “Alemania y Francia crecen un 0,2% pero el país germano se desacelera”. En cuanto se estima que la recesión se abate sobre una economía cuando por dos semestres consecutivos sigue el descenso económico, se estanca la producción o retrocede el Producto Interno Bruto, fenómenos que se dan seguidos en la eurozona, según las mimas estadísticas con los malos datos del año pasado; en la actualidad se acumulan cuatro consecutivos con saldo rojo y cero crecimiento o tan leve que apenas cuenta desde el punto de vista estadístico, mientras las cosas tienden a empeorar. Euroestad, aclara que: “En el conjunto de la UE, la actividad económica registró en el tercer trimestre un incremento del 0,1% respecto a los tres meses anteriores, cuando había caído dos décimas, tras estancarse en el primer trimestre del año y caer un 0,3% en el último trimestre de 2011”.
Se considera recesión cuando se producen dos trimestres consecutivos de descenso económico. El Producto Interno Bruto (PIB) de la zona euro, que en el primer trimestre de 2012 se estancó tras retroceder tres décimas en los últimos tres meses de 2011, acumula ya cuatro trimestres consecutivos sin crecimiento alguno. Es del caso revisar las cifras de manera cuidadosa, puesto que los datos negativos se extienden como una gran mancha de aceite por la eurozona. Veamos: “En términos interanuales, el PIB de la zona euro en el tercer trimestre acumula una caída del 0,6%, mientras que en el conjunto de los Veintisiete el descenso es del 0,4%”. La disección de los datos muestra el decrecimiento: “Países Bajos con la mayor caída trimestral de la actividad (-1,1%), por delante de Portugal (-0,8%), Chipre (-0,5%), España (-0,3%), Italia (-0,2%) y Austria (-0,1%). Según la misma Oficina”. En términos interanuales, el PIB de la zona euro en el tercer trimestre acumula una caída del 0,6%, mientras que en el conjunto de los Veintisiete el descenso es del 0,4%”. Y el crecimiento de los países que se considera que están mejor en la eurozona es preocupante y apenas registra un leve palpitar con excepción de Estonia (+1,7%).
Pese al modesto crecimiento de Alemania (+0,2%) en términos comparativos y llevar a cuestas el ser la potencia acreedora, sigue siendo la poderosa locomotora en marcha. Allí las exportaciones crecen, lo mismo que el consumo público y privado. Se registra un leve aumento en la construcción y en las inversiones en la industria de investigación. Quizá, Alemania es el país al que más le conviene refinanciar a sus vecinos y no temerle tanto al déficit, el pago de la deuda puede alargarse en el tiempo, mientras se revitalizan las economías del Euro.