"Habladurías matan, quien las dice es terrorista” | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Viernes, 16 de Noviembre de 2018
Redacción Nacional
El papa Francisco pidió a los fieles en la Plaza de San Pedro, decir la verdad ante todo y a pesar de todo y no caer en los chismes

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El Octavo Mandamiento prohíbe falsear las relaciones con los demás. La verdad es un modo de vivir, de existir, y se ve en cada acto particular, y esa debe ser la vida del cristiano. Lo dijo el Papa en la catequesis del pasado 14 de noviembre.

“Las habladurías matan”, porque la lengua “mata como un cuchillo”. Y quien las dice “es un terrorista” porque con su lengua tira una bomba “que destruye la fama de los demás” y él – o ella- “se va tranquilo”. “Decir habladurías es matar”. Así el papa Francisco en su catequesis del pasado 14 de noviembre sobre el Octavo Mandamiento del decálogo que reza: “No dirás falso testimonio ni mentirás”, habló de la gravedad de vivir de comunicaciones “no auténticas”:

Es grave vivir de “comunicaciones” no auténticas, porque impide las relaciones recíprocas y el amor al prójimo. La “comunicación” entre las personas no es solo con palabras, sino también con gestos, con actitudes, y hasta con silencios y ausencias; se comunica con todo lo que uno hace y dice.

No falsear la verdad

“¿Qué significa decir la verdad? ¿Significa ser sinceros? O bien, ¿ser exactos?” Hablando en italiano Francisco planteó estas preguntas para la reflexión de los fieles, asegurando que en realidad, nada de esto es suficiente porque se puede estar “sinceramente” en error, o se puede ser exacto en los detalles pero no “captar” el sentido del todo.

En efecto, el Papa señaló que cuando hablamos de la comunicación entre las personas entendemos que no son solo las palabras, sino también los gestos, las actitudes, hasta los silencios y las ausencias. Esto porque una persona “habla” con todo lo que es y hace. Nosotros, dijo, “vivimos comunicando” y estamos continuamente al borde "entre la verdad  y la mentira".

Relación con el Padre

Francisco observó, pues, que a veces nos justificamos diciendo “¡dije lo que escuché!”, o bien “¡he dicho solo la verdad!” pero en realidad, uno ha "absolutizado" el propio punto de vista o ha revelado hechos personales o reservados.

“Entonces, ¿qué es la verdad?- preguntó en español -. Y explicó: “Esta fue la pregunta que hizo Pilatos a Jesús en el proceso que lo llevaría a morir en la cruz. Jesús había afirmado: “Para esto he nacido y he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad”. Con su pasión y su muerte, demuestra que él mismo es la realización plena de la verdad, pues su vida fue un reflejo de la relación con el Padre. En su manera de vivir y morir, cada acto humano, por pequeño o grande que sea, afirma o niega esta verdad”.

Para reafirmar este concepto, en su catequesis el Papa señaló la lógica que nos guía sea ante las pequeñas situaciones como en las elecciones más comprometedoras, que es la que "los padres y abuelos nos enseñan cuando nos dicen no decir mentiras”.

Los cristianos no son hombres y mujeres excepcionales, pero sí son “hijos del Padre celestial”, que “es bueno y no los desilusiona”, y esta verdad, añadió Francisco, “no se dice tanto con los discursos”, sino que “es un modo de existir y se ve en cada acto particular”. 

“No dar falso testimonio, ni mentir, implica vivir como hijos de Dios, dejando que en cada acto se refleje que él es nuestro Padre”.

En la conclusión de la audiencia, al saludar a los fieles de lengua española, los animó a “vivir como hijos que saben que Dios los ama, y que con esa conciencia puedan construir cada vez más una sociedad fundamentada en la sinceridad y en la verdad”.

No robar

Ocho días antes el Papa había realizado una catequesis sobre el Séptimo Mandamiento “no robarás”.

Hoy reflexionamos sobre el Séptimo Mandamiento del decálogo: “No robarás” -dijo en español-. Lo primero que nos viene a la mente es el tema de la sustracción o retención ilícita de los bienes ajenos, y el debido respeto a la propiedad de los demás. En toda cultura, robar es inaceptable, pues todas defienden el derecho a poseer bienes”.

Si bien el concepto es que en todas las culturas robar es inaceptable, el papa Francisco invitó a abrirse a una lectura más amplia de esta palabra, focalizando el tema de la propiedad de los bienes a la luz de la sabiduría cristiana. De este modo recordó cuanto afirma el catecismo de la Iglesia Católica sobre la destinación universal de los bienes y afirmó: la sabiduría cristiana nos dice que, por voluntad divina, los frutos de la creación están destinados a todo el género humano. El destino universal de los bienes y su distribución justa es anterior al derecho a la propiedad privada, que debe estar en función de las necesidades primarias del hombre.

Las riquezas

Sin embargo, Francisco recordó que la Providencia no ha dispuesto un mundo “en serie”, hay diferencias y condiciones diversas, y así se puede vivir proveyendo los unos a los otros:

El mundo es rico en recursos para asegurar a todos el acceso a los bienes fundamentales; sin embargo, muchos viven en una situación de pobreza escandalosa. Y los recursos naturales mal usados, se van deteriorando y destruyendo. La propiedad, muy en especial cuando afecta los recursos naturales, debe estar siempre al servicio de las necesidades de los pueblos. No podemos considerarnos dueños absolutos de las cosas.

"El mundo es uno solo",  afirmó el Papa, "la humanidad es una sola", y la riqueza del mundo de hoy “está en las manos de las minorías de pocos y la pobreza es el sufrimiento de muchos, de la mayoría”. Si en la tierra hay hambre – prosiguió – no es porque falta el alimento. Es más, debido a las exigencias del mercado se llega a veces a tirarlo. Lo que falta es un “espíritu empresarial libre y previsor, que garantice una producción adecuada, y un enfoque de apoyo, que garantice una distribución justa”.

De ahí que en esta perspectiva aparece el significado positivo y amplio del Mandamiento no robarás:

En sentido positivo, - dijo en español – “no robarás” significa que el Señor nos llama a ser administradores responsables de su Providencia, a aprender a multiplicar con creatividad los bienes que poseemos para usarlos con generosidad en favor de nuestro prójimo, y de este modo crecer en la caridad y en la libertad.