UN JOVEN abogado (46 años) proveniente de una dinastía política (Lacalle y Pou) y que logró lo impensable hace meses (coalición con liberales y de derecha e izquierda socialdemócratas) está a punto de dar a Uruguay un giro hacia la centro-derecha para poner fin a 15 años consecutivos de gobiernos de izquierda.
Se trata de Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional, quien pese a haber sido derrotado en la primera vuelta presidencial por el ingeniero y el exalcalde de Montevideo, Daniel Martínez, del Frente Amplio, llega hoy al balotaje como favorito según todas las encuestas que coinciden en señalar que se lograría el mando uruguayo con más de seis puntos porcentuales de ventaja.
De cumplirse lo pronosticado, es decir la derrota del partido oficialista Frente Amplio, que ha gobernado tres periodos consecutivos con José Pepe Mujica y el reelecto Tabaré Vásquez, se daría una transformación evidente de la política uruguaya -no solo con la alternación del poder sino en la agenda programática- y el fortalecimiento de la derecha en Latinoamérica.
Al tope de las preocupaciones de los electores que hoy acuden a las urnas está la inseguridad creciente. Uruguay, un país considerado seguro en el violento contexto latinoamericano, registró un incremento de 45% de los homicidios entre 2017 y 2018, y la tasa de homicidios pasó de 5,7 a 8,4 cada 100.000 habitantes entre 2005 y 2015, con la izquierda en el poder.
Además, la economía está estancada, el desempleo orilla el 9,5%, y las quejas por los costos de tarifas públicas, combustible y la presión tributaria se escuchan al unísono entre empresarios y comerciantes que dan empleo.
Bajo ese panorama es que la frase "Uruguay no aguanta más impuestos", se ha convertido en emblema de la campaña de Lacalle Pou, quien se comprometió no solo a no subir la carga tributaria sino a generar 900 millones de dólares de ahorro en el Estado para bajar el persistente déficit fiscal de 4,9% del PIB.
Su rival político, Martínez considera de su lado que se debe hacer "lo imposible" por no subir impuestos, pero no lo descarta.
Y aunque habló de renovación, echó mano de la vieja guardia del Frente Amplio y anunció que el expresidente José Mujica (2010-2015), de 84 años, sería su ministro de Agricultura, y el actual ministro de Economía, Danilo Astori, de 79 años, su canciller.
La decisión, inconsulta con el partido de gobierno, generó rispideces en una campaña que tuvo dificultades desde el comienzo, cuando varios nombres propuestos para integrar la fórmula presidencial con Martínez terminaron descartados o rechazando la invitación.
El balotaje presidencial se ha convertido en un plebiscito sobre los logros de la izquierda en tres periodos de gobierno. Según el politólogo de la Universidad de la República Diego Luján, “cuando hay un partido que está en el gobierno durante tres períodos con mayoría parlamentaria (y) pudiendo llevar adelante su agenda sin necesidad de acuerdos con otras formaciones políticas, "los resultados son responsabilidad de ese partido".
En las elecciones de 2014, con una economía en crecimiento y encabezado por uno de sus líderes históricos -Tabaré Vázquez, primer presidente proveniente de un partido de izquierda en Uruguay-, el Frente Amplio derrotó a Lacalle Pou, que buscaba la Presidencia por primera vez.
El experto reseña que entonces “la evaluación le jugaba a favor de la izquierda porque tenía logros para exhibir", pero actualmente "hay pocos logros en este tercer gobierno", estima Luján.
Adicional a ello el Frente Amplio se quedó s sin socios. Aunque retiene un 39% del electorado y de las bancas en el Parlamento, perdió sus mayorías, y ningún partido del arco opositor le tendió una mano hacia el balotaje.
Además, ese partido debió sortear además en 2017 la escandalosa renuncia de su vicepresidente Raúl Sendic, protegido de Mujica y compañero de fórmula de Vázquez, luego procesado por peculado y abuso de funciones. Esto erosionó "un discurso muy ético y muy renovador" que catapultó al Frente Amplio al poder en 2005, describió el experto.
Por su parte el investigador de la Universidad colombiana del Rosario y exasesor de Unasur, Mauricio Jaramillo, agrega que una derrota del Frente Amplio se traduciría en que Uruguay abandone su activismo en Latinoamérica, que le ha permitido posicionarse como un líder regional que busca diálogo ante las crisis institucionales que se viven en países como Venezuela y Bolivia.
El investigador indicó bajo un gobierno de Lacalle Pou, se podría llegar a cambiar su postura respecto a una salida negociada para la crisis en Venezuela.
“De todas maneras, la relación entre Uruguay y Venezuela no es de alianza, pero el gobierno de Tabaré Vázquez fue uno de los que insistió en que se retomara el diálogo con una postura moderada, junto con México, mediante el Grupo de Contacto Internacional”, indicó Jaramillo a la Agencia Anadolu.
El analista, sin embargo, duda que Uruguay con Lacalle Pou vaya a alterar su visión sobre la crisis en Bolivia que incluye la calificación del gobierno de Jeanine Áñez como “de facto”.
Y, sobre la relación que tendría un gobierno de centro-derecha como el de Lacalle Pou con el recién elegido de Alberto Fernández, en Argentina, Jaramillo observó que son dos países que se necesitan más allá de las ideologías.
Consideró que la relación bilateral de Argentina con Uruguay estaría marcada por el pragmatismo, sin las complejidades que sí ve que tendrá Fernández en sus acercamientos al Brasil de Jair Bolsonaro.
A nivel interno, el investigador colombiano señaló que una de Lacalle Pou significaría una renovación de la política uruguaya como la que ocurrió en Chile luego de la hegemonía de la concertación después de la transición a la democracia.
“Creo que eso significaría un retorno a políticas de mayor librecambismo, probablemente la revisión de algunas políticas pluralistas abiertas que caracterizaron al Frente Amplio, pero no creo que Uruguay esté en una crisis para pensar en un cambio drástico”, mencionó el analista.
El legado del Frente Amplio para Uruguay y la región latinoamericana, en caso de perder, se traduce en la flexibilización del discurso frente a las drogas y su compromiso con la protección del medioambiente y su biodiversidad, observó Jaramillo.
El partido oficialista, en palabras de Jaramillo, deja un enorme legado humanista, plural y liberal. “Si gana Lacalle Pou la va a tener difícil porque el Frente Amplio deja el listón muy alto”, subrayó.
Esta noche se conocerá si la mayoría de los 2,6 millones convocados a las urnas permitirán un giro de 180 grados en la política uruguaya al elegir a Lacalle Pou como su próximo presidente, que deberá asumir el próximo 1 de marzo, para un período de cinco años. /Redacción internacional con AFP y Anadolu