¿Coaliciones o adhesiones? | El Nuevo Siglo
Lunes, 11 de Diciembre de 2017
  • Se decanta campaña presidencial
  • Las parlamentarias, en tierra derecha

 

Terminado el prólogo de la campaña presidencial y decantados los candidatos viables puede decirse que, pese a las cacareadas coaliciones, se mantuvo el escenario tradicional. Lo que se dio, pues, fue más bien una plataforma de adhesiones comunes a cualquier justa electoral. Las firmas solo sirvieron para respaldar candidaturas independientes, de las más de cuatro millones de rúbricas que presentó Germán Vargas Lleras hasta las de menor cuantía, pero bastante por encima de los topes exigidos, que lograron otros aspirantes, dejando de lado por supuesto el reguero de aspiraciones sin sentido alguno. De ahora en adelante, limpiado en buena parte el ajedrez político, la campaña presidencial tiene todos los visos de mantenerse igual hacia la primera vuelta, con una etapa previa de suma importancia en las elecciones parlamentarias de marzo.

Frente a lo último, no deja de sorprender que una proporción importante de políticos se había mostrado a favor de la lista cerrada y decididamente en contra de las aspiraciones congresionales por voto preferente, durante las discusiones de la reforma política. Todos ellos, sin embargo, se plegaron a última hora por mantenerse en el método que tanto habían criticado. En efecto, todas las listas parlamentarias serán por voto preferente, confirmándose que en realidad nadie quería las listas únicas que tanto defendían en la teoría y abandonaron en la práctica. Ni siquiera el Polo Democrático y la Alianza Verde se conjuntaron para presentarse al Senado, después de tantos ires y venires, e incluso también terminaron a favor del voto preferente que habían denunciado como el supuesto origen de todas las corruptelas políticas. Muy pocos, en verdad, guardaron coherencia con lo que habían proclamado en el hemiciclo parlamentario y ante la  opinión pública.

Interesante, ciertamente y de otra parte, que el Centro Democrático hubiese dejado de lado la lista cerrada, único partido político en el país que había llevado este instrumento a la práctica, con éxito. Esto, a primera vista, llevará a que las elecciones de marzo se concentren en la figura del expresidente Álvaro Uribe Vélez, puesto que hará gira por todo el país, en solitario, tan solo acompañando a su candidato presidencial, Iván Duque. El tándem, entonces, ya no será con los demás aspirantes en la lista para Senado del Centro Democrático, quienes deberán hacer el esfuerzo proselitista por cuenta propia, sino que lo hará con el candidato escogido para la Presidencia, quien seguramente no se le despegará en ninguna de sus giras. Con ello Uribe intentará cobrar para sí mismo buena parte de los votos que lo acompañaron en el plebiscito y en tal sentido se convertirá muy seguramente en el senador más votado en la historia de Colombia. Pero además de ello, con la lista abierta Uribe obliga a que los demás dirigentes de su partido demuestren sus capacidades efectivas de liderazgo y las respalden con votos. El tema es, pues, un verdadero punto de inflexión dentro de la corta historia del Centro Democrático.

Desde el punto de vista de la campaña presidencial, el escenario, como se dijo, se ha decantado considerablemente. En esa dirección, las encuestas publicadas en estos días son apenas una radiografía del pasado y rápidamente quedaron obsoletas. De hecho, la coalición del Polo Democrático y la Alianza Verde con Sergio Fajardo parece más bien una adhesión, cuyo propósito parecería el de conseguir adeptos para las listas separadas de Senado. En igual sentido parece que ocurrirá entre Gustavo Petro y Clara López, eventualmente repitiendo la misma fórmula ya practicada en 2010. La crisis en el liberalismo, por lo demás, tampoco cambiará el candidato presidencial escogido, pese a la rebelión contra el expresidente César Gaviria a raíz de las listas parlamentarias. De otro lado, la selección de Iván Duque como candidato del uribismo terminó confirmándose holgadamente, como se venía presupuestando de tiempo atrás sin que, no obstante, pudiera arrancar anticipadamente. Aun así, es posible que el esfuerzo de los meses recientes, compitiendo con sus copartidarios, le hubiese servido como plataforma de lanzamiento. En tanto, Vargas Lleras se adelantó a los demás con una campaña eminentemente programática. Está pendiente lo que hagan el Partido Conservador y el de La U, por lo pronto sin candidato.

La próxima etapa, como se dijo, serán las elecciones parlamentarias. De ellas dependerá, en cierta medida, la fuerza de los candidatos que van quedando. Cuando se adoptó el sistema de primera y segunda vuelta presidenciales, en la Constitución colombiana de 1991, las coaliciones quedaron determinadas para ese interregno. Habrá que esperar si esto vuelve a ser así o si hay cambios con las parlamentarias.