El piano y la voz humana | El Nuevo Siglo
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Sábado, 19 de Mayo de 2018
Emilio Sanmiguel

No están tan lejos el piano y la voz humana, a propósito del final de la Serie internacional de Grandes Pianistas del Teatro Roberto Arias Pérez ocurrida la noche del pasado 5 de mayo y el principio del final de la temporada de ópera de la Metropolitan Opera de Nueva York con la retransmisión, hoy, en las salas de Cine Colombia, de Luisa Miller, una de las óperas más importantes de la obra de Giuseppe Verdi.(Ver recuadro)

Resulta que el piano es, en realidad, un instrumento de percusión con teclado, pero desde su invención a principios del siglo XVIII, la obsesión de los intérpretes, y de los compositores, no ha sido otra que obligarlo a cantar. Por eso tocar piano es tan difícil. El piano fue uno de los medios más eficientes para la divulgación de la ópera, especialmente durante el siglo XIX; ciudades y pueblos en Europa y los Estados Unidos que no sólo carecían de teatro sino también de orquesta y para divulgar la ópera, los pianistas escribían Transcripciones que le permitían a la gente conocer las óperas de moda, pan de todos los días en las grandes capitales.

Las transcripciones eran, por lo general, partituras fáciles que volvían la música accesible a intérpretes aficionados. Sin embargo, algunos compositores-pianistas hicieron con ese género verdaderas obras de arte que han conseguido sublimar la música.

Una noche de transcripciones

En los conservatorios rusos tocar transcripciones no es una opción sino una asignatura obligada. Tal vez por eso el pianismo de los rusos está en otra galaxia, pues aúnan el magisterio técnico con una facilidad de fraseo fuera de serie.

El ruso Alexander Yakolev, encargado de clausurar la Serie del Colsubsidio lo hizo con un programa exclusivamente integrado por este género de que hablaba. En la primera parte transcripciones sobre originales de otros compositores, como la de Liszt sobre la Marcha de Chernomomor de Ruslan y Ludmilla de Glinka, las de Rachmaninov para Hopak de Sorochinsky Fair de Mussorgsky y la del Minuet de L’Arlésienne de Bizet, la de Pletnev sobre el Cascanueces de Tchaikovsky y la suya para Una noche en el Monte Calvo de Mussorgsky.

En la segunda parte transcripciones de compositores sobre obras propias: las 3 Piezas op. 96 de Prokofiev sobre tres pasajes de Lermontov adaptados después para su ópera La Guerra y la Paz y la de dos fragmentos de la ópera El amor por las tres naranjas. Para el final reservó el esplendor sonoro de la transcripción que Igor Stravinsky hizo para Arthur Rubinstein de tres escenas de su ballet Petroushka.

Una gran noche y, musicalmente hablando, un formidable final para la XI Serie 2018.

 

Luisa Miller de Verdi

Cortesía

A veces resulta inevitable acordarse de los viejos tiempos, cuando las óperas llegaban en cintas de betamax y uno admiraba extasiado, con meses de retraso, esas producciones, casi siempre de la Metropolitan de Nueva York, con una imagen borrosísima y un sonido digno de mejor causa, ahora que las producciones de la casa neoyorquina llegan en vivo y en directo, con segundos de diferencia, proyectadas en las gigantes pantallas de los cinemas de Cine Colombia y con un sonido sumamente bueno. Hay los que se sobreactúan, llegan producidísimos a los cinemas y hacen, como en los teatros de Europa, pequeños promenades, champaña en mano, en encantadoras copitas de plástico. Otros optan por la transculturización y mezclan la lírica con enormes vasos de crispetas.

En todo caso, las retransmisiones de ópera forman parte del menú cultural de las principales ciudades de Colombia y hoy le corresponde el turno a la penúltima producción de la actual temporada: Luisa Miller de Giuseppe Verdi, con el protagonismo de la soprano Sonya Yoncheva, que es una de las grandes divas de la casa, actuando la parte protagónica al lado del tenor Piotr Beçzala como Rodolfo. No todo es perfecto y el teatro nos obliga a engullirnos al incombustible y octogenario Plácido Domingo en la parte de Miller, fungiendo de barítono, que no lo es. Dirección musical de Bertrand de Billy.

Sin embargo, como se trata de una obra maestra de la historia del melodrama: primera ópera que abandona el mundo de reyes, reinas, héroes, deidades y princesas para darle cabida al mundo burgués de la protagonista, bañada de una música preciosa que anticipa la inminente llegada de Rigoletto, Il trovatore y La traviata, con Domingo o sin él, bien vale la pena.